Las vi sonreír juntas y pensé en lo equivocado de Leonard Cohen cuando escribió, en una de sus canciones más populares, que el amor no es una marcha victoriosa, sino un frío y roto aleluya.
Luego contemplé sus manos entrelazadas, nerviosas cual tímidos cisnes, mientras aguardaban por el pronunciamiento de la notaria y la consecuente formalización de un sentimiento que, gracias al nuevo Código de las Familias, pueden hacer público y gritar a los cuatro vientos sin tabúes ni prejuicios.
Yuliet y Dariaiky se conocieron hace más de dos años en una fiesta a la cual ambas asistieron en calidad de invitadas, y nunca más concibieron el mundo la una sin la otra. Pudiera parecer shakesperiano; pero, ¿qué amor no lo es?
Ambas son jóvenes, profesionales, independientes y anhelan conquistar el mundo con sus sentimientos porque la pasión por la vida desborda la existencia. Y es que la locura del amor va más allá de edad, género, religión o color de la piel. El amor llega con risa de oro y voz de cristal para desterrar las soledades de una noche sin estrellas.
Cuando la mayoría de los cubanos votamos Sí por el código de los afectos, hicimos realidad el sueño del matrimonio igualitario y, con ello, la ilusión de miles de personas a quienes también les asiste el derecho a formalizar una relación, independientemente de si se trata de dos hombres o de dos mujeres. Todos tenemos derecho a vivir una vida plena, pletórica de dicha.
“El pasado primero de octubre cumplimos dos años de relación y decidimos contraer nupcias porque hemos consolidado el amor que sentimos la una por la otra”, expresa Yuliet a Escambray y agrega que aún le parece un sueño el firmar el acta de matrimonio.
Nerviosa ante el periodista sonríe de nuevo y cuenta que en todo momento tuvieron el apoyo de la familia y de los compañeros de trabajo. Yuliet es abogada de profesión y tiene una niña de ocho años de edad, quien entregó a su madre los anillos de matrimonio durante la ceremonia.
“Al principio de mi relación con Dariaiky fue difícil que la niña entendiera por su corta edad, pero al final lo aceptó y hoy se llevan de maravillas; de hecho, me emociona muchísimo ver lo bien que se compenetran, tanto es así que, en el día de nuestra boda, es mi pequeña Shania quien entrega los anillos y mira lo contenta que está”.
En una tarde de viernes con sabor a chocolate, fresas, mantecado y hasta naranjas, Yuliet y Dariaiky confiesan públicamente su amor y se declaran eternas enamoradas entre los aplausos de decenas de invitados que comprenden la magnitud de tal decisión.
“Dariaiky me ama incondicionalmente igual que ama a mi hija y esos sentimientos tan bellos nos han consolidado como pareja; si le soy sincera, me imagino de viejita junto a ella, tomadas de la mano”, dice mientras rubrican sus firmas en el libro que sostiene la notaria ante ellas.
Alguien se acerca con un ramo de flores e interrumpe la entrevista, es Dariaiky, quien, dada su timidez, había evadido el contacto con la prensa. Tiene 26 años, es economista y finalmente decidió contar que vive el más feliz de los días.
“Estoy muy agradecida con todas las personas que votaron Sí por el código, dándonos la posibilidad de cumplir el más anhelado de nuestros deseos. Nosotras ya vivíamos juntas y a partir de ahora lo formalizamos; si me permites quisiera decirles a otras mujeres que estén en nuestra misma condición que cumplan sus sueños y no se limiten ante nada”.
El sonido agudo sugiere el descorche de la botella de champaña y una vez más todos aplauden mientras las voces de Yuliet Arteaga Ramírez y Dariaiky González Borroto se funden en un: “Sí, acepto” que salpica el espacio de miel.
Se besan entonces sin miramientos ni quebrantos, ni mucho menos miradas indiscretas porque desde el pasado 26 de septiembre, ellas son completamente felices y eso es suficiente para escribir esta historia.
DEL MATRIMONIO Y LAS DISPOSICIONES LEGALES QUE LO FUNDAMENTAN
El casamiento de ambas jóvenes es el cuarto de este tipo que se efectúa en la provincia de Sancti Spíritus desde que entrara en vigor el nuevo Código de las familias, informa Marisely Quintero Rodríguez, directora provincial de Justicia.
Según el texto de reciente aprobación por la mayoría de los cubanos, el matrimonio es la unión voluntariamente concertada de dos personas con aptitud legal para ello, con el fin de hacer vida en común, sobre la base del afecto, el amor y el respeto mutuos.
Zanja, asimismo, antiguas querellas al dejar bien en claro que constituye una de las formas de organización de las familias y se funda en el libre consentimiento y en la igualdad de derechos, deberes y capacidad legal de los cónyuges.
Su formalización exige el consentimiento puro y simple de ambos contrayentes y la capacidad de las personas para efectuarlo se alcanza a los 18 años de edad, agrega el texto.
“La experiencia del matrimonio igualitario ha sido positiva en la provincia. Cualquier pareja (homosexual o heterosexual) interesada en formalizarlo solo tiene que acudir a nuestras notarías o al Registro del Estado Civil”.
“Los únicos requisitos son presentar el Carné de Identidad, el haber alcanzado la mayoría de edad, y en el caso de que sean divorciados presentar las certificaciones de divorcio, además de aportar los testigos”, añade Quintero Rodríguez.
Agrega que solo no pueden formalizar matrimonio entre sí los parientes en línea directa, ascendente y descendente, los hermanos y demás parientes colaterales hasta el tercer grado, excepto que se trate de parientes afines.
Tampoco la persona nombrada como apoyo intenso con facultades de representación; así como la persona en situación de discapacidad que necesita dicho apoyo, hasta que este cese y rinda cuentas de su gestión; o quienes hubieran sido condenados en un proceso penal por sentencia firme como autores o como autor y cómplice de la muerte intencional del cónyuge o pareja de hecho afectiva de cualquiera de ellos.
Mientras no haya concluido el proceso, se suspende la celebración del matrimonio.
Destaca que de manera previa la pareja puede realizar un pacto matrimonial ante el notario, o casarse en comunidad matrimonial de bienes.
“En el caso de los tres matrimonios que se efectuaron antes que este, las parejas se acercaron a nuestro Registro del Estado Civil que es donde se casaron y solo manifestaron su intención de unir de forma legal sus vidas. Entonces la persona que fungía como registradora en ese momento efectuó el matrimonio sin ningún tipo de contratiempos”, refiere la directiva.
Gracias a Escambray por testimonios como este, que enaltecen el amor.
Excelente video también.