Cuba logró situarse en 2021 entre los primeros países productores de miel en el mundo, cuando ocupó la posición número 15, y es el segundo con más alta productividad por colmenas, al superar en más del doble lo que logran la mayoría de las naciones que lideran esta producción, solo por detrás de China.
Nuestras abejas «trabajan» mayormente sobre flores silvestres, y cuando lo hacen en zonas de cultivos, estos apenas han recibido químicos; productos industriales que poco intoxican nuestro entorno natural y humano, bien sea por obligación —es escasa la posibilidad de disponer de ellos—, pero principalmente por la vocación agroecológica a la que nos ha obligado esa limitación.
La cubana es tal vez —para no ser absolutos, aunque hacerlo no faltaría a la verdad— la miel más orgánica que se genera en todo el planeta, al menos «a gran escala». Y ahí no termina la singularidad melífera criolla.
El linaje de las abejas cubanas viene del norte de Europa, Medio Oriente, el Mediterráneo y África del Norte, pero por llevar más de 200 años de aislamiento, han adquirido características propias que las hacen ser unas criaturas especiales; se han autogenerado mucha resiliencia hacia las enfermedades y tienen unos hábitos de higiene tan «pulcros», que cuanto objeto extraño o tóxico traen a la colmena, los sacan prontamente de ellas.
INNOVAR TAMBIÉN EN EL MUNDO APASIONANTE DE LA APICULTURA
La apicultura es una actividad apasionante e ideal para impulsar las estrategias de desarrollo territorial, por el potencial de ingresos que tiene, señaló el Primer Secretario del Comité Central del Partido, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, quien, no obstante, criticó que no se haya conseguido aún el avance que puede alcanzar este sector de acuerdo a sus vastísimas potencialidades.
El Presidente de la República encabezó el más reciente encuentro de la dirección del país con científicos y expertos que, desde las más diversas disciplinas, participan en el Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional. El intercambio académico y productivo esta vez se ocupó del desarrollo de la ciencia y la innovación para la diversificación en la apicultura.
El Doctor en Ciencias Adolfo Pérez Piñeiro, director general del Centro de Investigaciones Apícolas (CIAPI), unidad de ciencia y técnica adscripta al Grupo empresarial Agroforestal (GAF) del Ministerio de la Agricultura, presentó una ponencia contentiva, entre otras informaciones, de varias de las 23 innovaciones dirigidas a resolver el insuficiente aprovechamiento del potencial apícola del país.
La propuesta, que fue aprobada, es una gran sombrilla innovadora en las áreas organizacional, de procesos, de productos, de servicios y de comercialización, cuyo objetivo es desarrollar las cadenas de valor de la apicultura con un alcance que abarca tanto a las formas productivas como a las cadenas apícolas como tal.
El propósito de la innovación, con metas e indicadores definidos, es alcanzar un rendimiento medio superior a los 45 kilogramos (kg) de miel por colmena (los mejores apicultores del país ya logran hasta 48 kg/colmena), el aumento del valor agregado de la miel y el desarrollo de sus subproductos, como cera, propóleos, polen, jalea real y abejas reinas, como parte de cadenas o sub-cadenas de valor.
Muchas de estas innovaciones son fruto de unos 40 años de investigación y desarrollo bajo el liderazgo del CIAPI; sin embargo, aún no se ha logrado la articulación necesaria ni la definición de acciones del sector con otros que se le deben encadenar, como las industrias alimentaria, ligera, biofarmacéutica y demás ramos que son fundamentales para dotar a la miel y sus subproductos del mayor valor agregado posible.
La crítica la hizo el Presidente de la República. Hemos perdido tiempo en aplicar estas innovaciones, señaló Díaz-Canel en el encuentro, donde, además de productores y científicos en el área apícola, participaron varios ministros y directivos empresariales.
El Primer Secretario del Comité Central del Partido estuvo acompañado por el miembro del Buró Político y Vicepresidente de la República, Salvador Valdés Mesa, y los viceprimeros ministros, Inés María Chapman Waugh, que moderó el encuentro, y Jorge Luis Tapia Fonseca.
HACER UN GRAN COLMENAR
En 2021 Cuba produjo más de 10 500 toneladas (t) de miel —el récord anterior databa de 1962, con 10 215 t—, extrajo 16 toneladas de propóleos —la mayor hasta ahora— y más de 174 t de cera —la cuarta más elevada en la historia—, entre otros subproductos.
El pasado año el sector apícola obtuvo ingresos por exportaciones en el entorno de los 20 millones de dólares. El plan apunta a que a la vuelta de unos pocos años, a más tardar en 2030, se dupliquen esos valores, aunque para varios expertos es una aspiración conservadora; según la opinión de algunos, la cifra podría acercarse a los 50 millones de dólares anuales.
Para cumplir estas metas, sin embargo, es necesario saber —explicó el Doctor en Ciencias Adolfo Pérez Piñeiro— que la producción apícola depende en primer lugar del parque de colmenas (la cantidad de unidades que tiene una zona, una región, un país), de las condiciones ambientales (incluyendo el impacto positivo o negativo de eventos climáticos) y del aprovechamiento de los recursos melíferos (las plantas en flor).
El rendimiento de las colmenas, en tanto, depende del desempeño de las abejas (de las cubanas ya hablamos al inicio), de las competencias de los apicultores (que los buenos productores cubanos alcancen hasta 48 kg de miel por colmenas dice mucho de cuanto ellos pueden hacer) y de la tecnología (en nuestro país la producción es mayormente artesanal).
Sobre esta última variable el Director General de CIAPI argumentaba que, si bien en 2022 se estaba logrando una producción por colmena de unos 47 kg —lo que nos coloca en una posición estratégica a nivel mundial—, crecer en rendimiento ya nos obliga a ir a las tecnologías, pues solo así se podrá llegar a un rendimiento de unos 57 kg/colmena, que es en definitiva una meta posible a alcanzar por la agroindustria apícola cubana.
Al explicar el contexto de la producción nacional, el Dr. Pérez Piñeiro señaló que en el país hay 1 537 productores y 221 000 colmenas —el inventario más alto desde 1979—, pero el sector tiene un problema principal, que es el insuficiente aprovechamiento de nuestro potencial apícola.
Al abordar las causas de esta situación, el científico enumeró tres fundamentales: la alta variabilidad geográfica en el desarrollo y la productividad de las colmenas; el tener una base productiva fragmentada y con productores poco eficientes; y la no generalización de los resultados y tecnologías disponibles para aprovechar el potencial y la diversificación apícola.
Todo esto, resumió, plantea la necesidad de actualizar el Programa de Desarrollo de la Apicultura, cuya base, reiteró, es la aplicación y generalización de más de una veintena de innovaciones, como el programa de selección, mejora y crías de abejas; la producción de abejas reinas certificadas; la reorganización de la base productiva acorde al desarrollo territorial; así como otras innovaciones organizacionales de procesos y servicios técnicos.
La generalización de estas innovaciones va dirigida a pasar:
- De 221 000 colmenas a 330 000.
- De 10 000 toneladas de miel a 15 000 t, tanto miel poliflora como ocho específicas, incluyendo la orgánica.
- De 250 t de cera a 300 t, y con tres tipos de calidades.
- De 30 t de propóleos a 35 t, y con tres tipos de calidades.
- De 60 t de polen a 100 t, de poliflor.
- De 500 kg de jalea real a 1 000 kg, fresca y congelada.
- De 100 000 abeja reinas a 300 000, tolerantes a enfermedades.
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