Porque veían por rutas encontradas en el organigrama de los grupos, porque les sobraba fútbol, talento e historia, estuvieron en ese ojo visor de los acertijos. Luego sobre el césped, que es donde se corroboran las palabras, los dos tejieron sus destinos, a expensas de sus virtudes para despejar fantasmas posibles en los juegos que no se podían perder en octavos, en cuartos y en semifinales, sin importar si el rival fuera una Inglaterra crecida, un Marruecos sorpresivo o una Croacia enardecida.
Llegan hasta aquí a pesar de que a los galos, aun cuando ganan, le siguen enfilando los cuchillos de la crítica por un juego mesurado y no obstante la derrota del debut de los argentinos vs. los saudíes. Pero en el fútbol no se llega a una final de regalo. Francia, sin su estrella Benzema, mostró los atributos de un campeón y supo imponerse con categoría. Argentina, como en otros mundiales, se repuso del resbalón del debut y, con un juego cohesionado en torno a su estrella, enseñó que tiene juventud y armas para ser el referente de América, en su añeja disputa con un Brasil que otra vez defraudó a millones
Además de una batalla entre dos onces, la de este domingo será la de Lionel Messi y Kylian Mbappé. Más allá de la porfía por el liderazgo de goles, el balón o la bota de oro, estará una porfía de titanes por ver cuál podría arrastrar a su elenco a lo más alto del mundo.
Para el argentino ha sido esta la copa de reivindicaciones, después de que el planeta todo le ha achacado las derrotas anteriores de su equipo. Hay que decir que esta vez Leo honró sus grados de capitán, así como Mbappé, aun cuando ha cedido en los últimos partidos, ha sido fiel a la aureola que lo acompaña como estrella naciente.
Llegado este punto, los pronósticos, matizados por la paridad, pueden inclinarse sobre cualquiera de los dos. Francia saldrá a defender la corona que aún posee, Argentina a reconquistar una gloria que no saborea desde 1986, para defender, de paso, la honra de América
Este domingo el mundo se paraliza por unas horas cuando se decida la Copa del Mundo. Se detendrá después, por cuatro años más, hasta que el 2026 regale la sede tripartita de Estados Unidos, México y Canadá.
En medio, quedarán los ecos de un Mundial que superó los cañones afilados sobre Catar que, al final, vistió sus lujos y enseñó que las temperaturas más altas no se registraron justamente en su desierto.
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