Los arroceros de Sur del Jíbaro se enfrentan otra vez a un panorama conocido: recomponer una cosecha que no ha avanzado al ritmo deseado por limitaciones de combustible y otros recursos, lo que dio al traste con que las intensas lluvias encontraran en las terrazas un alto nivel de arroz maduro; entonces el batacazo de agua, además de parar por varios días los cortes, perjudicó una parte del cultivo, aceleró la maduración, de ahí que ahora hombres y máquinas apuran en medio del fango la recolección.
Una odisea que en La Sierpe se saben de memoria, porque no se trata solo de esperar que avance la mañana para que ceda la humedad y las combinadas puedan entrar a los campos; es que en tal escenario la recolección se vuelve también una carrera contra el tiempo para no demorar más el corte del arroz listo para cosecha y afectado por las lluvias.
Por eso los arroceros andan a la caza del grano maduro y, de acuerdo a la información de Edemir Hernández Meneses, director técnico productivo en la Empresa Agroindustrial de Granos Sur del Jíbaro, actualmente la cosecha se enfoca en las más de 4 000 hectáreas con arroz maduro, donde se impone lograr mayor ritmo diario de corte, para lo cual será determinante el respaldo de combustible, máxime cuando se habla que hacia adelante pueden volver a presentarse lluvias.
Además de esas áreas, quedarían por recolectar alrededor de 1 500 hectáreas —están en otras fases reproductivas del grano—, por lo que Hernández Meneses precisa que prácticamente falta un mes de cosecha para abarcar las más de 9 680 hectáreas sembradas en la campaña invernal, con un estimado productivo en el rango de las 43 000 toneladas de arroz cáscara húmedo.
De manera que en el plano productivo la cosecha está a mitad de camino y habrá que esperar al final de la recolección para saber con exactitud —rendimientos mediante— el daño provocado por las lluvias, hasta ahora con una pérdida estimada en poco más de 4 000 toneladas de arroz cáscara.
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