Ya la VII Serie Nacional de Béisbol de la categoría Sub-23 juega su fase semifinal con los enfrentamientos entre los cuatro mejores elencos de su exigua fase regular de 15 partidos: Pinar del Río-Villa Clara por el occidente y Las Tunas-Santiago de Cuba por el oriente.
Como se advierte, de ese cuarteto se excluyó el actual campeón Sancti Spíritus, que se quedó con un pie en el estribo cuando discutió hasta el último juego la posibilidad de acceder al único boleto en disputa en la llave C.
Pero debió conformarse con el casi-casi luego de que Las Tunas en un cerrado último choque definido en extrainning ante Camagüey se lo llevara, también porque antes selló su pase al ganarle a Sancti Spíritus en el enfrentamiento particular 3-2, ya que ambos terminaron con el mismo balance de nueve triunfos y seis derrotas.
Por tanto, les tocó a los nuestros el quinto lugar, pues aunque concluyó con igual promedio de ganados y perdidos que Guantánamo, segundo del grupo D, este les aventajó al aplicarse la llamada fórmula del TQB.
Es, en síntesis, un desempeño meritorio para los nuestros; primero, porque no se pueden ganar todos los eventos, y después porque luego de un inicio incierto tuvieron una excelente reacción al ganar seis de los últimos siete encuentros, aunque ese repunte no les alcanzó.
Tampoco es para conformarse. Vistas las estadísticas, ese “poquito” que faltó estuvo al alcance de un batazo. Llama la atención la anémica ofensiva de un elenco en el que militaron varios hombres que tuvieron la oportunidad de jugar con los Gallos y no solo en esta serie.
En un torneo donde el bateo no fue lo más notorio, como lo muestra el 230 de promedio colectivo, los espirituanos ni siquiera se acercaron, al compilar 220, novenos de la justa. Resulta llamativo el poco poder de conjunto con solo dos jonrones, aun cuando conectaron 13 dobles.
Aunque no hizo el grado a la Serie Nacional, llama la atención el destaque con el madero del segunda base Miguel Martínez, quien bateó para 356, con nueve anotadas, aunque remolcó solo una carrera y robó tres bases.
Otro que bateó sobre 300 fue el jardinero Daniel Jesús González, con 354, siete impulsadas y 11 anotadas, y autor de uno de los dos jonrones.
Mas, no todo es promedio, y en ese sentido vale resaltar el aporte de Kevin Arévalo, quien compiló para 250, pero fue junto a Ronaldo Pérez el que más impulsó con ocho y el de mayor oportunidad en el bateo. Ronaldo, por su parte, bateó para 256, pero fue el segundo productor del elenco cuando se le suman las ocho anotadas y el otro cuadrangular del equipo con tres dobletes.
Como sucedió con los Gallos en la pasada campaña, lo mejor del Sub-23 fue el pitcheo, al trabajar para efectividad de 1.50 PCL y líderes en ponches del país con 111, casi a uno por entrada.
En el staff la nota más alentadora la aportó el derecho Roberto Hernández Navarro, quien dio muestras de una buena recuperación tras u largo período de lesiones que lo llevaron al quirófano en febrero pasado.
El muchacho, que había sido el más valioso del último torneo Sub-23, ganó tres juegos (el 30 por ciento de los triunfos del equipo) con efectividad de 1.78 PCL, fue el que más trabajó en el elenco con 19.2 entradas y promedio de más de un ponche por inning.
En cuanto a victorias, dos aportaron: José Isaías Grandales y Sediel Mendoza, con dos cada uno. Alientan los desempeños de otros muchachos que no han jugado aún en Series Nacionales al salir de los juveniles como los casos de Miguel Alejandro Flores y Miguel Neira, que ganaron un partido per cápita, lo mismo que el ya internacional Alex Guerra, restringido por la comisión nacional a ser utilizado, algo que no se entiende muy bien si tenemos en cuenta la poca cantidad de partidos de la serie regular y la necesidad de que estos niños tiren más, sobre todo ahora que la Serie Nacional tardará más de un año en celebrarse.
Mención aparte para Carlos Benavides, el de mayor promedio de ponches por juego con 12.6, mientras Aníbal Suárez salvó dos partidos y ponchó a 19 en 13.2 capítulos.
La defensa de 962, con 17 errores, estuvo por encima de la media nacional de un torneo que presentó deudas en ese departamento.
Más allá del resultado, lo que cuenta para este tipo de evento es lo que pueda aportar para el desarrollo de los talentos con vistas a la Serie Nacional, aunque esto suene a eufemismo con una miniserie de tan pocos juegos.
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