Fue un grupo de amigos el responsable de sacar de la percha del silencio a la guayabera. Sin grandes aspavientos, desde la primera acción se distinguieron. Tanto es así, que en el 2012 nadie dudó que, más que ganado, la Quinta Santa Elena era el lugar ideal para conservar y proteger gran parte de nuestra cultura.
“Si algo se ha hecho durante estos 10 años es tratar de defender la identidad espirituana —confiesa Carlo Figueroa, director de la Casa de la Guayabera—. Al final el tener a la prenda de vestir como eje central le ofrece una diferencia a la institución”.
Al pasar página, tampoco se pone en tela de juicio la decisión de que la casona de rasgos neoclásicos asumiera ese objeto social que apostó en sus inicios por ir al barrio de Jesús María —el Sancti Spíritus profundo—. Raíz que no ha sido escardada porque sus puertas permanecen abiertas para las oportunidades a hombres y mujeres amantes y responsables de salvaguardar lo más autóctono de este terruño.
Y es que desde el primer día ha sido faro. No solo se confirma con el tránsito de un nombre a otro —proyecto de reanimación cultural La Guayabera, proyecto sociocultural La Guayabera y más tarde, como proyecto de iniciativa municipal para el desarrollo local—, sino por romper con las ataduras al hacer y pensar que contribuyen a la somnolencia e inmovilidad que para algunos es propio de las villas.
“No nos hemos detenido. Hemos generado constantemente en la medida de lo posible, amén de los dos años de pandemia, para erigirnos como lugar de creación. En eso ha intervenido mucha gente, con sus aportes —unos más felices, otros menos—, pero son las ideas que han fructificado. También ha sido importante el trabajo de divulgación y de promoción de la institución, así como el no hacer concesiones de mercado. Aunque en un principio nos acusaron de ser mercantilistas, hemos podido combinar economía y cultura de una manera coherente, sin faltarles precisamente a las esencias mismas de la cultura cubana”, refiere el mismo que encabezó el grupo que en el 2007 devolvió a las calles yayaberas con toda su prestancia el nombre de la prenda considerada en el 2010 por la Gaceta Oficial de la República “una de las más auténticas y legítimas expresiones de cubanía”.
Precisamente, esa ha sido la otra distinción de la Casa de la Guayabera: sustentarse de acuerdo con sus propias fortalezas. Cuando los miembros del proyecto creyeron que los desafíos habían mermado por no tener cobija, asumieron el reto de convertirse en el primero de la cultura en la provincia que funciona bajo los principios de la iniciativa municipal para el desarrollo local.
“La estrategia está en ir atemperándose a cada momento con las dificultades que tiene el mundo y la cultura. Pero también con la mirada en las probabilidades de la economía cubana y las posibilidades que te da la creatividad, sin abandonar el patrimonio como un elemento clave”.
De ahí que la pasividad presente en muchas salas museos no haya encontrado cabida en el interior de la casa, ubicada en la ladera de la calle Llano. Junto a la colección de la prenda de vestir más grande y completa del mundo —uno de sus atractivos más visitados por nacionales y extranjeros—, cuenta con una galería de arte, salón para impartir conferencias, cafetería, áreas para el disfrute de música en vivo y grabada, así como el set de Quinta Studio, el canal del sector cultural espirituano, derecho ganado por ser pionera en la realización de streaming en la provincia.
Estas particularidades de la instalación se han sabido aprovechar al acoger talleres, cursos de verano, la Feria Tecnológica La Guayabera 5.0 —el único evento de su tipo en Cuba que logra fusionar cultura con tecnologías—, conciertos de artistas reconocidos a nivel de país como Ivette Cepeda, Alain Pérez, Omara Portuondo y la Orquesta Faílde, y ser anfitriones de cuanto visitante cruce por las calles empedradas de la añeja villa como el actor norteamericano Danny Glover.
“Vamos a seguir apostando ahora más que nunca por el accionar presencial y virtual. Hemos recorrido un buen camino, pero nos queda mucho. Estamos por iniciar uno nuevo que es el tránsito hacia un proyecto de desarrollo local o una mipyme, por tanto, nos encontramos enfocados en el estudio de las variables desde la economía y la cultura cubana”, añadió Carlo.
Demasiados retos le quedan por delante si la apuesta es mantenerse a la vanguardia del quehacer cultural. Aunque tienen como ventaja que su cimiento es sólido y ha sido reconocido desde aquellos días en que asaltaban los alrededores del Cabildo Luz Divina de Santa Bárbara al merecer el Premio Cosude, de la Agencia Suiza para el Desarrollo, por su labor contra la violencia de género y, un tanto más cercano en el tiempo, el Excelencias Cuba 2019.
“Cuando conocimos esa noticia nos dimos cuenta de que habíamos avanzado bastante. Es difícil reconocerlo desde este lado, pero definitivamente nos hizo reflexionar cuánto podía significar la guayabera. De ahí que siempre defendamos la cultura cubana, la identidad de Sancti Spíritus, de la nación y estar con la gente, fundamentalmente con los jóvenes, porque creo que ahí es donde está nuestro público meta, nuestros mayores receptores y a ellos tenemos que seguir encantándoles con oportunidades, espacios para compartir y, por supuesto, seguir trabajando”.
En el tintero quedan muchas deudas y anhelos como el contar finalmente con vitrinas para proteger las piezas que se exhiben, sostener una programación audiovisual en las redes sociales, generar mayor número de espacios pensados en los diferentes grupos etarios, seguir explorando los caminos de la rentabilidad…
Todo será válido para que en uno de los recodos del río Yayabo siga erigiéndose el espacio idóneo para cobijar la identidad cubana.
Excelente iniciativa y atractiva institución. Considero que hay que seguir enriqueciendo sus valores añadidos cómo confeccionar la prenda en una de las áreas de la casa y también lograr su comercialización