Comunidad de La Picadora y el arte de materializar sueños (+fotos)

Las alianzas con algunas universidades y un proyecto comunitario que involucra a varias familias avanzan en esa localidad cercana al poblado de Mayajigua, en Yaguajay

José Ángel Rodríguez Sánchez, el delegado de la Circunscripción No. 70 y coordinador del Grupo Comunitario. (Fotos: Xiomara Alsina/Escambray)

La idea surgió para tratar de solucionar los planteamientos más recurrentes de la comunidad de La Picadora, aledaña al poblado de Mayajigua, entre ellos: los relacionados con el abasto de agua, porque en el período seco los pozos cercanos a la montaña se agotan, o los de los viales en malas condiciones; pero en la misma medida que avanzaban en las acciones, se estrechaban vínculos con las universidades de Yaguajay, Sancti Spíritus, Villa Clara y La Habana, alianzas que desencadenaron en medidas favorables para aliviar las problemáticas locales, incluso, las relacionadas con los temas productivos, sociales y económicos.

José Ángel Rodríguez Sánchez, delegado de la Circunscripción No. 70 y coordinador del Grupo Comunitario, dijo que en una ocasión, ante la imposibilidad de realizar los acostumbrados eventos de arqueología y paleontología en el municipio por el tema económico, le propuso a José Eusebio Chirino, un arqueólogo reconocido en el territorio, hacerlos, pero con un carácter comunitario. Se trataba de recibir a los investigadores y alojarlos en las casas de los campesinos, utilizando las instalaciones del Círculo Social y el Consultorio Médico para la sesión del evento.

“Lo cierto es que desde el 1999 —explicó José Ángel— comenzamos con el primer evento que agrupó a diversas personalidades de la ciencia del país, como Gilberto Silva Taboada, los integrantes del Museo Montané, de la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, y otros que venían para exponer sus estudios. Hicimos dos aulas, la de arqueología y la de paleontología y desde entonces, los encuentros se desarrollan aquí, cada dos años”.

EL AVANCE DE UN PROYECTO

Lo que para algunos vecinos no quedaba claro, en cuanto a la participación colectiva, para otros fue como abrirles nuevos horizontes laborales, principalmente para un grupo de mujeres integrantes de tres familias, que son las que mayor representación tienen en cada actividad de servicio o productiva, aunque esta colaboración ya abarca a otros 32 núcleos, que aportan recursos y abastecimientos alimenticios para que el agroturismo funcione, por tanto, todos en la comunidad aprecian los beneficios de esta economía creativa.

“Estamos en mi casa –refirió el delegado—, la misma que después del inicio de estos eventos ha sufrido transformaciones, teniendo como antecedente un taller que realizó la Universidad Martha Abreu de Las Villas, al que fuimos invitados y comprobamos el desarrollo que estaba alcanzando el agroturismo, que nos dio pie a este otro programa de desarrollo comunitario”.

Dormitorios, aulas de capacitación, minibibliotecas y salas de estar complementan las instalaciones destinadas las prácticas docentes de los estudiantes universitarios.

¿Qué pasó entonces?

“Construimos algunas instalaciones en nuestro propio terreno; destinadas al hospedaje, capacitación, servicios y áreas productivas, en las cuales se agrupan varias aristas en función de una mejor calidad del desarrollo de los propios eventos de arqueología y paleontología, así como de la atención a los turistas que nos visitan. Luego estrechamos vínculos con el Parque Nacional Caguanes, la Empresa Nacional para la Conservación de la Flora y la Fauna y con otras instituciones de las cuales nos servimos todos; pero, además, estamos incluidos en un sendero de turismo de naturaleza”.

OTROS SUEÑOS QUE DESPIERTAN

Con la ayuda de los vecinos se diseñaron y construyeron equipos artesanales para la fabricación de ladrillos ecológicos que luego emplearon en la fabricación de techos en forma de bóvedas comenzando por el de la casa del delegado y otras afectadas.

El caso es que una idea da origen a otra y así ha sido en los ocho años que llevan con esta tarea comunitaria, incluso, durante la covid utilizaron las capacidades de hospedaje para acoger a los enfermos con menos riesgos.

Máquinas como esta, ideadas y fabricadas de manera artesanal, se emplean para procesar las piedras con que se obtiene la cal.

Grande ha sido la transformación de este proyecto al que le han dado por nombre Despertando sueños, el mismo que surgió y anduvo por caminos difíciles, pero al final muestra un resultado. Tal es así que hasta para construir el consultorio, un vecino donó el solar y entre todos lo edificaron utilizando recursos que dio el Gobierno. De esa misma manera reconstruyeron la bodega y con lo que sobró levantaron el Círculo Social, sin traer mano de obra externa.

Curioso resulta para José Ángel y los demás asociados a esta labor el hecho de que cada instalación nace con el uso de elementos alternativos que muchas veces salen de la propia montaña y sus alrededores, entre ellos: madera, bambú, piedra caliza y el relleno con que mejoran los viales.  “Ahora incursionamos en otras variantes de ladrillos —aclaró el delegado—, porque esta no es una zona de barro, los primeros los hicimos mezclando diversas arcillas, pero ahora lo intentamos con nuevas composiciones que incluyen la cal producida por nosotros mismos, que no requieren ser horneados, ya los hemos expuesto al sol y al sereno, la lluvia y al salitre del mar, y la resistencia es positiva”.

Pero lo más significativo es que todo esto ha estado bajo la mirada de la comunidad científica. De hecho, se han podido mostrar los logros a los turistas interesados en la agroecología de países como Dinamarca, Francia, Alemania, Estados Unidos y Bélgica.

Esther Denis Pérez, esposa del delegado y una de las protagonistas del proyecto al cual de cierta forma también se vinculan sus cuatro hijos, habló de los beneficios que le aporta: “La experiencia ha sido amplia y muy provechosa, porque se han puesto en práctica las ideas de la comunidad y este es el resultado. Aquí somos varias las mujeres vinculadas a esta actividad comunitaria, y todas nos organizamos y trabajamos en función de cada tarea”.

Sin ningún financiamiento, pero con mucha fuerza de voluntad, marcha este proyecto que en realidad ha despertado los sueños de quienes lo integran y hacen de él una fuente de empleo segura, pero más que eso, se integra al beneficio social de la comunidad y aglutina no solo la prestación de servicios de turismo de naturaleza, sino también de capacitación, desarrollo de eventos científicos y las prácticas docentes de estudiantes universitarios.

Xiomara Alsina

Texto de Xiomara Alsina
Reportera de Escambray por más de dos décadas. Especializada en temas socioeconómicos.

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