Lo cotidiano siempre ha sido fuente de inspiración para crear grandes obras. La historia universal se regodea en innumerables ejemplos que van desde la literatura, el cine, las artes visuales y dramáticas hasta la música que, aunque llegue a concebirse como clásica, puede tomar sonidos y ritmos de los entornos más comunes.
En esta última expresión artística tan solo recordemos cuántos pregones cubanos, que escuchamos por las calles de cualquier pueblo y ciudad, se han popularizado en canciones para todos los tiempos: El manisero (1927), compuesto por Moisés Simons y que inmortalizó la inconfundible voz de Rita Montaner, Frutas del Caney, de Félix B. Caignet o Échale salsita (1932), un son de Ignacio Piñeiro recreado en el slogan para un producto que ofertaba “a gritos” un singular vendedor ambulante.
Con dichos antecedentes no extraña entonces que en la actualidad surjan otras buenas ideas como las del artista José Alberto Rodríguez Avila. Ahora, con Concierto para una cola en Sol Mayor encuentra la posibilidad de abstraerse en medio de estos espacios heterotópicos —donde también la necesidad le obliga a estar— para captar todo tipo de conversaciones, ruidos, gestos y llevarlos luego a la partitura convertidos en notas. Serán tres melodías para flauta interpretadas por la músico Daneisy Venegas Duboy, como pura acción performática a lo Laurie Anderson (salvando las distancias e intenciones) desde un Allegro, un Adagio, quizás un Allegro no molto, un Presto o un Prestissimo. Todo un reto para la imaginación de autor e intérprete que deberán traducir al lenguaje musical nuestras vivencias en las paradas, farmacias y tiendas. ¡Que si llegó el pollo, el picadillo, el aceite! ¡Se vence el aseo!, ¡…tocan dos… por núcleo familiar! Y para nosotros se impone descifrar las jergas, escándalos, cruces de palabras entremezclados con otros tantos sonidos ambiente que apelan a sentimientos y experiencias rutinarias personales.
La ocasión de “disfrutar” cada cola es única, aunque puede repetirse y José Alberto lo sabe; por ello, además de grabar los audios, boceta figuras humanas aglomeradas, a modo de apuntes —fragmentos de realidades— para complementar sus pentagramas en busca de una obra de arte total, como acuñó en el siglo XIX el “romántico” alemán Richard Wagner.
* El autor es crítico de arte, artista y curador
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