Antes de que los expertos estuviesen argumentando que con la variante ómicron la covid podría dejar de ser pandemia para convertirse en una endemia, ya la gente había asumido el SARS-CoV-2 como un catarro común.
Lo ha hecho no solo por la vacunación que ha minimizado muchísimos riesgos, sino también por las cifras de contagiados que han ido decreciendo de semana en semana, por saber que son menos los que agravan y los que mueren, por la experiencia de pasarlo en casa —la mayoría de las personas— como si nada y por los reajustes otra vez de un protocolo que obliga a estudiar, generalmente, solo a una parte de los sospechosos de padecer la enfermedad.
Porque no todos los que tienen síntomas pueden confirmar que es covid. Lo comprobaba Escambray cuando la pasada semana recorría las consultas de Infecciones Respiratorias Agudas (IRA) en varios municipios y las personas propagaban las mismas causas: que si no hay test rápido, que si del policlínico te mandan para la casa, que si del consultorio no siempre van a visitarte, que si en el Hospital Provincial solo se puede ir remitido, que si es mejor entonces ni acudir al médico y resignarse a pasarlo con cocimientos en el hogar…
Y a tales argumentos el doctor Manuel Rivero Abella, director provincial de Salud, anteponía otra razón: “Hay test rápido para el que lo necesite”, que en sus mismas palabras los necesitados son “los que tengan epidemiología y clínica de covid”. No obstante, una acotación también hacía suponer que necesidad no siempre coincide con disponibilidad, pues el propio doctor reconocía que las pruebas diagnósticas han estado en baja cobertura durante más de 10 días.
Según sus cálculos, la semana anterior, por ejemplo, se disponía de una cifra superior a los 600 paquetes de test (cada uno contiene 25 pruebas), lo cual alcanzaba para alrededor de una docena de días de acuerdo con el número de personas que acude a las consultas de IRA.
Y otro dato aportado por Rivero Abella era revelador: en un día se habían atendido 300 pacientes en dichas consultas y a alrededor de 110 se les había hecho test, de los cuales el 32 por ciento resultó positivo. Mas, si no todos se estudian, ¿cuántos casos regresan al hogar contagiados y sin diagnóstico?
El pasado 12 de abril, cuando Escambray auscultaba el asunto en la consulta de IRA del Policlínico Norte, por ejemplo, solo había en ese momento cinco test para la jornada. Y la doctora Liset Peraza Venegas, especialista de primer grado en Medina General Integral y profesora asistente, advertía: “Todo no es covid. Hay que hacer un buen interrogatorio, examen físico, tener en cuenta la epidemiología y la existencia de otras enfermedades que también tienen alta incidencia como el dengue.
“El protocolo establece que el test rápido se realiza a aquellos pacientes con sintomatología sugestiva de covid y que sean menores de dos años de edad, las embarazadas, las puérperas y los mayores de 60 años de edad con enfermedades descompensadas”, acotó Peraza Venegas.
Fuera de tales grupos, de acuerdo con la doctora, quien tenga los mismos síntomas y sea sano y joven se le indica tratamiento sintomático, revaluación a las 48 horas y vigilancia en el hogar por el médico de la familia.
Igual protocolo se replicaba ese mismo día en las consultas similares habilitadas en los policlínicos Centro y Sur; iguales conductas compartían los doctores Noel Bruzón y Eleno Oliva, al frente de la atención a los pacientes que acudían tanto al Centro como al Sur, respectivamente.
“Al paciente hay que tocarlo. Hay test, pero se le hace al que tenga criterio”, señalaba Noel. “Aquellos adultos mayores con comorbilidades asociadas y varios síntomas se remiten al Hospital General Provincial Camilo Cienfuegos”, añadía Eleno.
Es como debe ser, aunque los protocolos —como hemos padecido en otras temporadas de la covid— se quebrantan. Lo digo por solo citar un hecho: ni todos los que llegan al hospital lo hacen transitando desde el consultorio al policlínico y de ahí al mayor centro asistencial de la provincia ni todos los que retornan a sus hogares se cuidan como si el test rápido, que no se hicieron, hubiese resultado positivo.
De un lado y de otro se propagan muchísimos males. Bastaría escuchar la advertencia que en las mismas puertas de la consulta de respiratorio del Hospital Provincial me hiciera el agente aquel de Seguridad y Protección.
—Buenos días, dije, ¿la consulta de IRA es por aquí?
—Sí, mima, pero no hay pruebitas; no se está haciendo nada.
Dentro, la doctora Patricia Reyes Vera, residente de segundo año de Medicina Interna, y el licenciado Luis Guerra esclarecerían que allí no hay test rápido, solo se hacen PCR para aquellos casos que requieren ingreso y, por ende, ya acuden con un examen positivo a la covid.
“Obligatoriamente se ingresan las embarazadas, los adultos mayores que padecen de patologías crónicas —como hipertensión arterial, diabetes, enfermedades cardiovasculares…— que se hallen descompensados, refería Reyes Vera. Además de otros pacientes con síntomas respiratorios sospechosos de covid, pero que cumplan los criterios de ingreso”.
Y en todos los lugares contagian los mismos criterios: la afluencia de las personas no se asemeja a la de meses atrás. Lo comprobaba Escambray in situ: las consultas abiertas y dos o tres pacientes cuanto más; las consultas abiertas y nadie a la espera fuera, cuanto menos.
“A esta hora —dijo Noel al filo de las once de la mañana— ya se hubiesen visto 50 pacientes y hoy no llegan a 10”.
Eso abre otro filón: la percepción de riesgo ha bajado más que el número de casos que se informan. Que las personas no acudan a consulta ex profeso resulta tan perjudicial como que no a todos se les haga, como mínimo, un test rápido para descartar. Que la gente haya convertido, antes de tiempo, la covid en una endemia confirma que los contagios, por pocos que se reporten, no cesarán y casi a la fuerza tendremos que convivir con la irresponsabilidad de enfermarnos los unos a los otros.
Quiere decir que aunque la persona tenga síntomas, el protocolo establece que el test rápido se realiza a aquellos pacientes con sintomatología sugestiva de covid y que sean menores de dos años de edad, las embarazadas, las puérperas y los mayores de 60 años de edad con enfermedades descompensadas”, dios quiera que la persona que envían para su hogar sin el resultado de un test rápido para descartar o sienta algún síntoma de la enfermedad, cumpla con todas las medidas, que de hecho ya hay muchas personas que creen que ahora es un catarro pasajero, no usan el nasobuco o se lo ponen incorrectamente, no cumplen con el distanciamiento. De lo contrario los contagios no cesarán nunca.