Adelaine va peinada con motonetas y dibuja unas pícaras risitas en el rostro mientras remolonea en la sala de una casa que es también el hogar de sus dos hermanos y de otros diez niños.
«¿Son ustedes fotógrafos o periodistas? ¿Tienen jueguitos en el teléfono?», inquiere curiosa y los ojos se le antojan de cielo y margaritas.
Las preguntas llueven, pero en algún momento de la conversación todos callamos cuando ella menciona la visita de la mamá -reclusa desde hace varios años- al Hogar de Niños sin Amparo Familiar de Sancti Spíritus, donde actualmente vive rodeada de mimos.
Su hermana Icela, carga todo el tiempo un ula-ula que nos mostraba hipnotizada como si el universo entero cupiera en un círculo. Diego también enseña con orgullo los juguetes, entre los cuales sobresalen un perro de peluche, un avioncito y un camión de madera. Nombrarlos como a sus superhéroes y villanos favoritos se convirtió en parte del juego.
Un caballo, osos, casitas, camiones y conejos sobresalen encima de una pequeña mesa. Se trata de juguetes artesanales que, a la usanza de un gran tesoro pirata, fueron confeccionados por reclusos del sistema penitenciario de la provincia de Sancti Spíritus.
Al igual que estos niños también sonríe con la mirada Yésika Amanda Mora Hernández, quien a sus 16 años es la adolescente de mayor supervivencia hospitalizada en Cuba con la enfermedad de Werdnig Hoffman tipo 1, trastorno hereditario de las neuronas motoras espinales.
Como la condición causa atrofia y debilidad muscular, la joven guerrera vive sus días imposibilitada de realizar el más mínimo movimiento, pero sus ojos “bailaron” de felicidad cuando hasta su lado llegaron oficiales del Ministerio del Interior (Minint) para hacer entrega de peluches y muñecas donados también por los reclusos del territorio.
– “Ahora Yésika quiere un cisne de papel”, dice a coro el equipo médico que la atiende.
Todos sonríen ante los sueños castos de una adolescente cuyo único mundo físico es el Hospital Pediátrico de Sancti Spíritus, donde permanece desde los siete meses de nacida.
Durante 10 años estuvo en la sala de Cuidados Intensivos Progresivos y ahora vive en un cubículo del propio centro de salud, cuidadosamente preparado para que ella interactúe con la familia.
Al cierre de este reportaje los reclusos de la población penal de Sancti Spíritus se afanaban sin descanso para con sus manos, hacer realidad los sueños de una princesa.
Gesto de infinita bondad
De los 31 años de labor ininterrumpida dentro del Ministerio del Interior, el teniente coronel Eduard Pérez Cañizares ha consagrado las dos últimas décadas al trabajo educativo dentro del sistema penitenciario de Sancti Spíritus porque entiende que, a pesar de los errores cometidos, cada persona merece una segunda y hasta una tercera oportunidad. Esa es también la esencia de la Revolución.
“En Sancti Spíritus se trabaja para impulsar los programas educativos que asume el sistema penitencio de la provincia, fundamentalmente en lo relacionado con la incorporación de los reclusos al trabajo socialmente útil, su capacitación técnica y la instrucción escolar”, dijo a Cubadebate.
Explicó que tanto el Minint como el Partido y el Gobierno, en unión con Organismos de la Administración Central del Estado, organizaciones políticas y de masas y trabajadores de la cultura, son protagonistas de un gesto de solidario que reparte “juguetes de amor” a cientos de niños.
“Destacamos la incorporación de los reclusos al Programa Socialmente Útil, como vía de avanzada para garantizar un necesario aporte a la familia. Te menciono además el Programa de Capacitación Técnica a través del cual les enseñamos diferentes oficios con el objetivo de que, cuando salgan en libertad, logren reinsertarse en la sociedad”.
Se trata de vincular a las instituciones de la provincia en el trabajo educativo dentro de las prisiones, generando así ofertas laborales para los reclusos.
Pérez Cañizares se refirió al movimiento surgido alrededor de los talleres de artesanía de las prisiones, los que, asesorados por especialistas del Ministerio de Cultura, favorecen la confección de juguetes artesanales y otras manualidades.
Para la confección de los juguetes se trabaja con diferentes materias primas como el plástico, la madera, el papel maché y la espuma de poliuretano o poliespuma.
Nacen entonces avioncitos de plástico, carritos de madera, muñecas de trapo y peluches de las más variadas formas, los cuales son donados a círculos infantiles y especialmente al Hogar de Niños sin Amparo Familiar y el Hospital Pediátrico de la Provincia.
“Nosotros contamos con los permisos de salida para los reclusos vinculados a estos proyectos y los llevamos, siempre que sea posible, al Hogar de Niños sin Amparo Familiar para que interactúen con los infantes”.
“La verdad es que me llena de satisfacción y no solo a mí, sino también a todos los compañeros del Minint, cuando vemos la cara de alegría de nuestros reclusos al ser partícipes de estas donaciones y vivir ellos mismos la experiencia y la sonrisa de los niños”.
Con el objetivo de favorecer la reinserción social de la población penal de la provincia se realizan además visitas demostrativas a lugares históricos y de interés social de Sancti Spíritus, así como a centros laborales con resultados económicos sobresalientes.
El Minint, de conjunto con otros organismos e instituciones contribuyó a reanimar el parque de diversiones del mencionado Hogar y el local donde se prepara la colmenita espirituana “Sueños de felicidad” en el reparto Kilo-12.
La directora del centro, Ania Medinilla Nápoles, comentó acerca de la reconstrucción del lugar a petición de los infantes: “El patio convirtió sus paredes en murales y el parque dejó de ser una idea conceptual o un proyecto”.
«Desde la visita de los compañeros del Minint al centro se ideó un parque infantil gracias a las peticiones de los niños. Ellos lo disfrutan porque tiene hamaca, cachumbambé y columpios», detalló.
La inauguración tuvo lugar junto a la entrega de los juguetes y los menores validaron su agradecimiento con actuaciones, bailes y disfraces, aunque, para algunos como Adelaine, la mejor parte fue ver a sus madres.
En ese propio barrio, trabajadores civiles de la Defensa y combatientes desarrollaron actividades político culturales y laboraron en el saneamiento y la limpieza del área, acciones que continuarán durante el mes de agosto.
Esta idea, que también se desarrolló con los reclusos en el barrio La Esperanza, pretenden extenderla a la zona de Olivos II, al Consejo Popular Jesús María, al reparto Carlos Roloff y a otras comunidades vulnerables.
“Mediante el Proyecto Acércate Más, reinsertamos a los reclusos en las comunidades vulnerables de la provincia, donde han realizado una labor encomiable. Fomentamos así lazos de comunicación y afecto en los barrios para que también el pueblo aprecie el trabajo educativo del Ministerio del Interior”, expresó el teniente coronel Eduard Pérez Cañizares.
La realidad de las prisiones cubanas
Contrario a las campañas de descredito que lanzan los enemigos de los pueblos libres, en las prisiones cubanas no se tortura, sino se reducan a hombres y mujeres que aún pueden aportar mucho al desarrollo de la nación.
Bien lo sabe Alfredo **, un recluso del establecimiento penitenciario abierto Zona Industrial Sancti Spíritus, quien a sus 56 años se graduó con Título de Oro de la especialidad licenciatura en cultura física y para quien fue decisivo el apoyo del Minint.
“Estoy muy agradecido con el Ministerio del Interior por esta oportunidad de superación. Aquí tuve el honor de matricular en un curso para maestros emergentes y luego ingresé en la universidad. Estudié 5 años y hoy ejerzo mi profesión en este centro penitenciario”.
“Aquí también hago posible, como instructor docente, la superación de otros reclusos a quienes les imparto clases de matemáticas para que alcancen su noveno grado”, confesó.
Pero esta historia no constituye un ejemplo en solitario, aislado o paradójico; sino que se multiplica en miles de rostros, almas y corazones.
Ángel** es un joven cubano que meses atrás tomó muchas decisiones equivocadas; sin embargo, hoy rehízo el rumbo y, según sus palabras, cuando en noviembre próximo recupere la libertad volverá a la sociedad como un hombre comprometido con el futuro de la nación.
“En el establecimiento penitenciario Zona Industrial Sancti Spíritus me desempeño como instructor docente y ha sido una experiencia increíble. He sido testigo del beneficio que aportan los programas educativos del Minint y créeme periodista cuando te digo que sí funcionan; sino mira mi caso. Al salir espero continuar ejerciendo la docencia”.
Para los enemigos de la Revolución pudieran parecer inverosímiles estos testimonios nacidos en el amor, pero el joven ya ha aprendido tres oficios dentro de la prisión: “Me hice carpintero, una profesión que siempre amé, pero que nunca tuve, hasta ahora, la oportunidad de aprender. También matriculé en un curso de cultivos varios y otros de interés para el país”, agrega.
Tanto Ángel** como Alfredo** se unieron a los talleros de creación y con sus manos confeccionan juguetes y otras manualidades como lámparas.
“La materia prima que empleamos es muy amplia, desde tubos de desodorantes hasta poliespuma. De cualquier envase confeccionamos un juguete, ya sea un avioncito, una casita de madera o lámparas para las mesitas de noche. Lo importante es ser útiles”, dice.
De igual forma sucede con Pedro**, un recluso de 51 años que solo piensa en la sonrisa de los niños: “Comenzamos el proyecto con tubos y pedazos de madera que desechaban nuestros familiares y que nos hacían llegar previa autorización del Ministerio del Interior. El pegamento lo inventamos nosotros y poco a poco hemos ido perfeccionando el trabajo”.
¿En lo personal qué ha significado la experiencia?
– “Quizás sea insólito para algunos lo que voy a decir, pero, la confección de juguetes nos ha hermanado, nos ha unido y en la prisión se respira un aire de camaradería, de altruismo. Aquí el tiempo libre lo empleamos en los niños y eso nos ha cambiado la vida”.
“Nunca pensé crecer tanto como lo he hecho aquí y te reitero, a raíz de este proyecto he forjado amistades muy sólidas. Imagina que en los cubículos donde dormimos no se habla de otra casa que de diseños de muñecas y camioncitos (Ríe). Cada vez que vemos a un niño feliz por nuestros juguetes sentimos una alegría inmensa, te lo aseguro”.
Para el Mayor Yunier Cortiña Aguilera, jefe del establecimiento penitenciario abierto Zona Industrial Sancti Spíritus, el trabajo que hoy realizan los reclusos tiene un altísimo componente humano y habla a las claras de lo positivo de la labor educativa dentro de las prisiones del país.
Explica que, en tiempos de limitaciones económicas, el aporte de los reclusos resulta significativo porque a la hora de confeccionar los juguetes toman en cuenta las necesidades, gustos e intereses de los pequeños y luego en el taller hacen realidad dichas ideas.
La emoción de los niños al recibir las manualidades donadas consta en imágenes fotográficas que luego el propio Minint muestra a los reclusos para reconocer el empeño, enaltecer la labor artística y su calidad humana.
“Nuestro objetivo es bien claro: capacitar al recluso para que una vez fuera del centro penitenciario puedan reinsertarse a la sociedad como hombres y mujeres de bien, que aporten y ayuden en la construcción de una nación con todos y para el bien de todos”.
Argumenta que como parte del programa Educa a tu Hijo, una vez al mes realizan actividades donde facilitan el reencuentro de los reclusos con sus hijos de hasta 6 años de edad, a quienes también donan parte de los juguetes confeccionados.
Entonces cuando se hable de amor y de segundas oportunidades, habrá que mencionar el gesto altruista de varios reclusos del sistema penitenciario de Sancti Spíritus, quienes, gracias a la labor educativa del Ministerio del Interior, se han convertido en hacedores de sonrisas para los que saben querer.
** Los nombres de los reclusos han sido cambiados para proteger su identidad.
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