Ni habitan en el Ártico ni son tan democráticos como se maquillan frente a las audiencias en las plataformas digitales; pero sí cambian de proyecto, quise decir, de pelo, como los zorros de la tundra. Antes lo nombraron Cuba Posible; ahora, Cuba Próxima; mañana lo rebautizarán otra vez. Hasta ellos saben: son el mismo animalejo con diferente collar, y desvarían por ver convertida esta isla en la estrella 51 de la bandera de la Unión.
Nada nuevo. Consideran a Cuba también la “fruta madura”, como la tildó el entonces secretario de Estado y luego presidente de Estados Unidos, John Quincy Adams, en sus instrucciones en abril de 1823 a su ministro en Madrid, Hugh Nelson, documento que cartografió la política del país norteño hacia Cuba desde aquella fecha, resumida en una palabra: anexionismo.
Pocos como José Martí desenvainaron ideas contra esa corriente ideológica en el siglo XIX cubano a la altura ética del Maestro y, por ello, resulta paradójica tanta apelación al ideario del Apóstol de la independencia, inicialmente, por el Laboratorio de Ideas Cuba Posible, y ahora por Cuba Próxima, empecinada en la “ideación de una República plural y democrática” en el país antillano, según declaran en su sitio web, donde retoman la frase martiana: “La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos”.
A Martí le nacieron estas palabras en Hardman Hall, Nueva York, el 10 de octubre de 1889; apenas ocho días atrás había iniciado la Conferencia Internacional Americana, la cual sumió en la angustia al artífice de la Guerra Necesaria por el recelo de que las naciones americanas no pudieran advertir el peligro de las ansias imperiales.
“Y la agonía en que viví —confesaría en el prólogo a los Versos sencillos—, hasta que pude confirmar la cautela y el brío de nuestros pueblos; y el horror y vergüenza en que me tuvo el temor legítimo de que pudiéramos los cubanos, con manos parricidas, ayudar el plan insensato de apartar a Cuba, para bien único de un nuevo amo disimulado, de la patria que la reclama y en ella se completa, de la patria hispanoamericana, me quitaron las fuerzas mermadas por dolores injustos”.
Cuando invoca al Héroe Nacional, el proyecto anexionista Cuba Próxima cae en las redes de la contradicción, pues esta plataforma, rodilla en suelo, besa las garras del águila calva, que, al estimarse reina en el cielo y la tierra, persiste en despedazar, literalmente, la Revolución cubana.
A ese plan responde Cuba Próxima, adonde recaló el coordinador general, Roberto Veiga González¸ del proyecto Cuba Posible, creado en el 2014, al amparo del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba, en medio del acercamiento gradual entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos.
“Yo tengo una opinión personal a favor de una Cuba pluripartidista. (…) Cuba Posible promoverá el ‘cambio transicional’”, sostuvo a Reuters, en julio del 2014, Veiga González, quien admitió, en mayo del 2016, tener un vínculo “muy cordial” con el cubanoamericano Carlos Saladrigas, presidente del Cuba Study Group.
Bajo esa condición, llegó a aseverar a Cuba Posible que la nación caribeña “lleva 60 años en una Revolución que cada día acelera en marcha atrás”, y Saladrigas ha jugado no solo todas las barajas con ese propósito. El 21 de febrero del 2008, exponía al periódico español El País que había “gastado en los últimos años millones de su fortuna particular para poner en marcha un embrión de alternativa moderada y centrista a los viejos dirigentes radicales que dominaban la comunidad cubana en Estados Unidos”, detalló Carlos Saladrigas, descaracterizado por el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, en las reflexiones “¿Quién quiere entrar en el basurero?”, publicadas un día después de salir a luz la entrevista al devoto del dictador Fulgencio Batista en el diario ibérico.
Pero el malogrado proyecto Cuba Posible también estuvo de nupcias con la Open Society Foundations (OSF), de George Soros, con abultado currículo como instrumento de la política hegemónica de las sucesivas administraciones estadounidenses, en particular en el fomento y consumación de las llamadas Revoluciones de colores.
Con esa vocación “filantrópica” de promover los “golpes blandos” por medio planeta, la OSF costeó el encuentro Cuba y sus desafíos actuales —con escenario en la propia sede de la entidad en Nueva York—, celebrado el 26 de mayo del 2016 y organizado por Cuba Posible, en coordinación con un think tank financiado por la Fundación Ford —con extenso aval a favor de la Agencia Central de Inteligencia— y la Open Society Foundations.
Afiliada, igualmente, al bando que insiste en lograr el tan cacareado “cambio de régimen” en la isla, Cuba Próxima surgió el pasado año, como un “Centro de Estudios sobre el Estado de Derecho, a modo de plataforma de investigación e influencia”. En otros términos y con menos palabrería: Cuba Próxima es verdolaga del mismo huerto de Cuba Posible y Archipiélago, otro proyecto que abogaba por el “cambio”, la pluralidad y la democracia, que ya dejó de hacer titulares en los medios dependientes de la Casa Blanca.
A propósito, en enero último CiberCuba, activa plataforma digital de esa camada mediática, le sacó tremendo sofocón a la directiva de Cuba Próxima con la publicación de una nota, la cual aseguraba que Roberto Veiga, presidente de ese Centro de Estudios, “pidió a su equipo formar un gobierno en la sombra, que formulará un proyecto alternativo de nación, durante el primer semestre de 2022”.
“Llevamos quizá demasiado tiempo instalados en la denuncia y el diagnóstico, pero los cubanos necesitan saber cómo gobernaríamos los opositores democráticos y cuál es nuestra idea de nación”, comentó Veiga a CiberCuba.
El anuncio puso a correr al Consejo Ejecutivo de la susodicha organización, que, de inmediato, sacó un brevísimo comunicado: “De la forma en que fue expresada la información es inexacta. También lo es establecer cualquier analogía entre Cuba Próxima y gobiernos paralelos como el encabezado por el señor Juan Guaidó, en Venezuela”.
Lo creamos o no, ahí está la nota de CiberCuba, cuya plantilla la integra Carlos Cabrera Pérez, quien fungiría como “vicepresidente” del supuesto gobierno alternativo. Autodefinido como “cubañol” por su ascendencia española, Cabrera migró a la península, hizo carrera política en el Partido Popular y asumió, de junio del 2015 a enero del 2018, la alcaldía de Aldeacentenera, pueblo de las cercanías de Madrid, hasta desatarse un escándalo a raíz de malversar los fondos del Ayuntamiento, por lo que recibió una condena de cuatro años y medio de prisión y debió pagar 65 485 euros, a tenor de varios medios españoles.
Tal es el historial que exhibe el segundo al mando de Cuba Próxima, donde se publicó una propuesta de nueva Ley de Educación para la isla, elaborada por Elena Larrinaga de Luis, vocal del llevado y traído “gobierno en la sombra”.
Por esos caminos transita el modelo de “democracia” a la usanza de Cuba Próxima, heredera de Cuba Posible, o sea, el mismo lobo con diferente collar.
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