Aunque el mundo está en constante cambio, a lo largo de más de 60 años la política hostil del gobierno norteamericano hacia Cuba se recrudece, pasan y pasan administraciones y una vez más la historia se repite: Estados Unidos pretende borrar a la isla del continente con su escandalosa exclusión, junto a Venezuela y Nicaragua, de la Cumbre de las Américas, prevista el próximo mes de junio en la ciudad de Los Ángeles.
No es la primera vez. La nación caribeña solo ha participado en las cumbres de 2015 y 2018, luego de que los gobiernos aliados presionaran para su inclusión, porque no había sido invitada a las citas anteriores.
Pero también ha sido acusada sin asistir, como sucedió en la celebrada en Miami del 9 al 11 de diciembre de 1994, donde no estuvo presente y aun así la administración yanqui y sus aliados se atrevieron a juzgar y condenar al gobierno cubano, ausente en esa oportunidad porque ellos mismos la habían excluido.
Más de dos décadas después, la decisión de Estados Unidos de descartar a Cuba de la lista de países invitados a participar en la IX Cumbre de las Américas obedece al mismo alegato: según Washington, esos tres países (Cuba, Nicaragua y Venezuela) “no respetan la carta democrática”. Dicho en otro idioma, el ejercicio de la democracia queda descartado, las posturas críticas de pensamiento y acción no serán toleradas en la cita, algo que no es nuevo porque en su obcecada manía de no estar de acuerdo con Cuba en nada desde enero de 1959 Norteamérica no ha dejado de sumar medida tras medida contra el país, con sanciones que se intensificaron con los recortes de viajes y remesas en la era trumpista y fueron de mal en peor bajo el mando de Biden, que se tomó el trabajo de denunciar violaciones de derechos humanos contra los cubanos que protestaron en mítines generalizados en la isla el pasado 11 de julio.
Como ya lo afirmó el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla, excluir a la isla sería un retroceso en la historia de esos encuentros de la región, de modo que habría que preguntarse cuáles son las intenciones imperialistas: ¿seguir ahogando al país? ¿callar voces de izquierda por miedo a la verdad?
Con esa luz larga que lo caracterizó, ya lo había vaticinado Fidel cuando advirtió que anda en boga la filosofía de que la soberanía no es tan importante, que es más relevante lo que ellos llaman democracia y derechos humanos, como si pudiera haber democracia o derechos humanos sin independencia y sin soberanía.
Al fin y al cabo, el tema a tratar relacionado con un plan de salud tras la pandemia y resiliencia de las Américas hasta 2030 atañe a todos. Cuba, con un reconocimiento internacional en temas sanitarios y de cooperación, incluso en condiciones de desastres, estará fuera de la negociaciónpor el veto de un país que es sordo y ciego ante las necesidades epidemiológicas de Latinoamérica y utilizó la pandemia con fines ajenos a cualquier protección sanitaria.
La nota sobresaliente es el apoyo de quienes sí han sido invitados, países que nada tienen que ver con los oscuros propósitos de los organizadores de una cumbre, que es en Los Ángeles, lugar escogido por las autoridades norteamericanas, el día que ellos quisieron, con la agenda que les pareció más conveniente, sin consultar con nadie más.
Los países del continente están en todo el derecho de asistir, algo que resulta lógico, ya que no es secreto que casi todo el mundo posee intereses vinculados a los recursos y al poderío económico de Estados Unidos. Cuba también tiene estrechos lazos con las naciones del área geográfica y con el resto del mundo; por eso y porque una vez más debemos reclamar lo que nos toca frente a frente, también deberíamos estar ahí.
No estoy de acuerdo con aislar a Cuba de ninguna reunion hemisferica. Claro que hay diferencias sustanciales en cuanto a libertades y derechos, pero hay que sentarse a conversar y dejar a un lado la politica de sanciones que nada produce
Y le recuerdo a Cuba que el «portazo» en la misma cara al presidente Obama durante su visita a Cuba en el 2017, nos trajo un sabor amargo a los pediamos un mejoramiento pleno de las relaciones. Ahora estamos viendo que Joe Biden no desea pasar por la misma amarga experiencia de Obama. Estamos viendo relaciones bien distantes y frias.