Quien siembra vientos…, alerta la sabiduría popular; de dudarlo, le sugiero mirar al norte, bien al norte del continente, donde la decisión de la Casa Blanca de vetarle los asientos a Cuba, Venezuela y Nicaragua en la cercana IX Cumbre de las Américas ha levantado una polvareda aquí, allá y acullá, sobre todo por su matiz discriminatorio y los argumentos manejados.
Las razones expuestas por Washington son más antiguas que el papiro de nueve metros encontrado recientemente en la necrópolis egipcia de Saqqara. Hace un mes, el subsecretario estadounidense para América Latina y el Caribe, Brian Nichols, en entrevista con el canal colombiano NTN24, advertía en claro español: “Cuba, Nicaragua y el régimen de Maduro no respetan la Carta Democrática de las Américas y, por lo tanto, no espero su presencia”.
Para ser coherente —al menos con su discurso hegemónico—, Nichols remarcó la explicación durante la edición 52 de la Conferencia Anual de Washington sobre las Américas; declaraciones precedentes a la certificación el 20 de mayo por el Departamento de Estado de que Cuba “no está cooperando plenamente” en la lucha contra el terrorismo.
Como es de rigor, tal valoración fue notificada al Congreso con el sabido propósito de condicionar la conducta de Washington hacia la nación caribeña, la cual, por cierto, ha documentado ser víctima de 713 actos terroristas, gran parte de estos organizados, financiados y ejecutados por el gobierno norteño, o por ciudadanos y organizaciones que han encontrado refugio o han actuado con impunidad en ese país.
Ello pareciera haberlo borrado de la memoria o de la agenda —si es que alguna vez sus asesores se lo escribieron— Brian Nichols, quien en la referida conferencia anual hacía pública la “contraseña” para ser invitado a la IX Cumbre de las Américas, prevista en Los Ángeles, California, del 8 al 10 del actual mes y que “brindará una oportunidad histórica” al gobierno de Estados Unidos para reunirse con sus “aliados y socios” y así “reafirmar valores compartidos”.
Visto así, en California Joe Biden aspira a hallar un auditorio que le asienta todo con la cabeza. No quiere casualidades y, menos todavía, que le canten las cuarenta en su propia casa en asuntos como la migración, y resulta harto conocido por qué el país antillano, desde 1959, no ha sido santo de devoción para las sucesivas administraciones estadounidenses, como la de turno, que recibió jornadas atrás una misiva suscrita por una decena de congresistas para que reconsidere su determinación de descartar la invitación a Cuba, Venezuela y Nicaragua.
En la comunicación remitida al presidente demócrata, los legisladores lo previenen de que excluir a esas naciones a la reunión continental podría socavar la posición del país norteño en la región.
Si estamos realmente comprometidos con superar entre todos los retos que tenemos por delante en el hemisferio, la cumbre debe ser inclusiva, y debemos estar dispuestos a negociar con naciones que no comparten nuestro mismo punto de vista o ideas políticas, opinan los congresistas.
Para tensar aún más la situación, en un acto cuando menos cuestionable, el gobierno estadounidense le negó la visa a 23 cubanos que participarían en la Cumbre de los Pueblos por la Democracia, que sesionará de modo paralelo al encuentro de los jefes de Estado del continente; clara injuria a los recurrentes valores democráticos que la Casa Blanca y su cita procuran defender.
Pero, ¿a qué representantes de la sociedad civil cubana se les imposibilitó hacer el equipaje y viajar a Los Ángeles? Por ejemplo, integran la lista la doctora Tania Crombet, directora de Investigaciones Clínicas del Centro de Inmunología Molecular de Cuba y miembro de la Academia Mundial de Ciencias, y el luchador Reineris Salas Pérez, medallista de bronce en Tokio 2020.
Washington podrá obrar a sus antojos, al estilo del más tiránico de los emperadores romanos; sin embargo, no ha silenciado la voz del gobierno de Cuba ni de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP), cuya XXI Cumbre, celebrada el 27 de mayo en La Habana, recordó la certeza martiana: “…del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo cóndor, regó el Gran Zemí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”.
Otra prueba estaría en que si la administración de Estados Unidos se mantiene en sus trece y persiste en las exclusiones, no pondrán un pie en la ciudad californiana los mandatarios Andrés Manuel López Obrador, Xiomara Castro y Luis Arce, de México, Honduras y Bolivia, respectivamente, por citar algunos. En el caso del argentino, Alberto Fernández, también presidente pro tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, acudirá y denunciará en el cónclave esta arbitraria política, en nombre del mecanismo regional. En resumidas cuentas, Biden sembró vientos y ahora cosecha tempestades.
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