Cuando escuchó casi a medianoche el timbre del teléfono, se estremeció. Todavía Luisito —su hijo de 14 años— no había regresado a casa. “Corre para el hospital que tu niño está mal”. Todavía esa madre no olvida la angustia y el diagnóstico del médico de guardia: una hipoglicemia provocada por el alcohol.
Después conoció el resto de la historia. El grupo de amigos en el parque, la idea de probar unos traguitos, la “ponina” para reunir el dinero, la botella que nadie recuerda cómo apareció… Los sueños de este jovencito en urgencias y una realidad siempre en acecho: la ingestión de bebidas alcohólicas en la adolescencia.
En el conocido “parque de los perros” (la Plaza Mayor de la ciudad de Trinidad), los “excesos” de un grupo de niños, entre 13 y 14 años casi ebrios y con comportamientos desenfrenados, dispararon otra vez las alarmas en torno a un fenómeno latente en nuestra sociedad y en otras: el consumo irresponsable de alcohol con todas sus secuelas.
Los hechos narrados muestran apenas la punta del iceberg de un problema de salud con repercusiones clínicas en el organismo y en la esfera psicológica del adolescente, en un proceso de desarrollo y conformación de su personalidad. Mientras más temprano se estrene como bebedor, mayores resultarán las consecuencias porque, una vez que se trasgrede el límite del consumo social —el nivel entendido como saludable—, la persona puede volverse dependiente, y, de hecho, según reportan investigaciones especializadas, se abre el camino para otras adicciones.
Impedir que estos muchachos y muchachas se reúnan en el citado espacio público no resuelve un problema que no es exclusivo de Cuba; la ingestión de bebidas alcohólicas en la adolescencia constituye un desafío global, tal como lo refleja de manera sistemática el informe sobre la situación regional del consumo de esta sustancia en las Américas, emitido por las Organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud.
Para la sociedad cubana debe ser —y lo es— un imperativo profundizar en sus causas, más allá de ciertos patrones culturales e imitativos en los hogares y que identifican este hábito como expresión de la idiosincrasia de la isla; sin soslayar tampoco las razones que compulsan a los muchachos, quienes asocian el ron o la cerveza con la autodeterminación, la diversión y la necesidad de reconocimiento en el grupo social.
¿Dónde consumen? Se sabe que ellos organizan sus ambientes festivos, o se reúnen en una discoteca, en el parque con los amigos. Pero seamos claros, no son pocos los espacios estatales y particulares que incitan hoy a esta práctica, ni es difícil acceder a las bebidas. Aunque la ley prohíbe expender a menores de 18 años estos productos, además del tabaco, la botella, en no pocos casos, acaba en manos del adolescente en evidente violación del derecho que este tiene a preservar su salud.
“Es una problemática real y motivo de gran preocupación, porque los niños están solos en la calle. Antes se reunían por grupos etarios, pero hoy los más pequeños se insertan en otros grupos, con intereses diferentes”, admite la máster Bárbara García Quesada, subdirectora de Educación en el municipio de Trinidad, al tiempo que enumera las acciones para abordar desde un enfoque preventivo el tema de las adicciones en las instituciones escolares.
“El programa está muy bien concebido, contamos con la bibliografía y diversos medios audiovisuales, se realiza la preparación metodológica y se identifican los promotores de salud entre los propios estudiantes. Existe además un diagnóstico de fumadores y bebedores en cada escuela”, argumenta esta experimentada educadora.
Pero todas esas medidas no son suficientes para alejar a los adolescentes de esta droga legal, un eufemismo a mi modo de ver. “Hay que reforzar el trabajo con la familia; algunos padres se han olvidado de su responsabilidad educativa hacia los hijos, no establecen límites y dejan a la espontaneidad pautas formadoras esenciales”, reflexiona García Quesada. Las consecuencias estremecen. Niños menores de 12 años han ingerido al menos una vez bebidas alcohólicas.
Cada vez el consumo se inicia a edades más tempranas. Amarelis Bernal Veitía, jefa del Departamento de Salud Mental y Adicciones en el municipio de Trinidad, lo confirma a Escambray.
“Uno de los aspectos que obstaculiza el diagnóstico oportuno de las personas afectadas es la actitud de la familia que, en ocasiones, tiende a negar u ocultar esta situación por miedo al estigma social. Muchas veces se busca ayuda especializada cuando el joven ha incurrido en conductas negativas de gran magnitud”, apunta la también máster en Psicología médica.
No podemos darnos el lujo como padres de esperar a que “explote” el problema. La familia debe preocuparse y ocuparse de sus menores, que hoy pasan demasiadas horas solos o con sus amigos, incluso a deshoras. Y ese exceso de libertad hace daño a nuestros hijos. También el acceso fácil al dinero y a una independencia económica para la cual aún no se encuentran preparados.
“Esa percepción equivocada de que nuestras carencias no las vivan ellos propicia conductas permisivas y modelos de comportamientos inadecuados, mientras se les presta poca atención a los afectos, al tiempo de compartir, aprender y disfrutar en familia”, aporta desde su visión Nelly Mora Hernández, psicóloga del Policlínico Dos de Trinidad.
“Nos estamos equivocando como padres”, sostiene Amarelis Bernal Veitía y tal aseveración tiene que movernos el piso.
La ausencia de opciones recreativas sanas, sin alcohol ni tabaco, abre también las puertas al consumo irresponsable. Nuestros niños y adolescentes necesitan espacios para divertirse, bailar, practicar deportes… Pero no siempre se cristalizan iniciativas saludables, ni tampoco todos se suman a la solución del problema.
En la era de la interconexión y del libre acceso a todo tipo de modelos, tratemos como padres de ubicar cada experiencia de nuestros hijos en su debido momento. Ante conductas inaceptables, como el hábito de consumir bebidas alcohólicas a temprana edad, asumamos la responsabilidad desde esa prédica justa y sabia de que la familia es la primera escuela del hombre.
Debo confesar que cuando estaba en Décimo grado en el año de 1970, en el 70 de los Diez millones aprendí a tomar Guarfarina, un destilado de la miel de purga de la caña.
¿Soy un hombre malo por hacerlo con los compañeros del barrio en la Turbina en Ciego de Ávila?
Miren, mi padre decía como lema propio ¨yo soy un hombre de moral y ejemplar conducta! Y como dijo Martí del suyo ¨llevo la honradez como el perfume una flor y la dureza una roca¨, mi Madre una ama de casa fue amante de mi padre hasta su muerte, después de resistir pobreza junto a él por más de cincuenta y cinco años de matrimonio.
Siempre estuvieron muy cerca de mí -mi padre casi abstemio- y no pudieron evitar que yo tomara. Claro, de mí obtuvieron un graduado de Ciencias Químicas en la UCLV, Profesor universitario en Camagüey y la UCLV, Director General por 6 años del IPVCE Ernesto Guevara y Director de actividad Comercial en Cubalse e ITH.
Es decir que si alguien me hubiera visto en las libaciones adolescentes con contemporáneos hubiera podido pronosticar un futuro borracho.
Ya me referí en comentario anterior varios elementos, pero, ¿Sabe usted lo que es levantarse y no saber qué hacer? ¿Sabe usted lo que machuca que algunos de sus compañeros tenga celular cómico cargado, tenis de miles de pesos, disponibilidad de divisa para ir a un centro de diversión que cada día es más restringido a los simples mortales, que mire a su alrededor y los que no trabajan y viven del invento tienen una vida solaz, mide usted en su real magnitud al joven que oyó que se van muchos jóvenes y oyó a sus amigos algo mayorcitos que él que la Empresa que lo recibió le dijo, no sé para qué te mandaron acá. ¿No sabe usted que un padre que trabaja honradamente se devana los sesos buscando el pan nuestro de cada día, cada día más imposible de alcanzar pues el salario se ha vuelto una migaja comparado con los precios esta de la canasta básica?
No voy a hablar del 70 porque su influjo fue enajenante de un modo atroz y aplastante.
No estoy defendiendo a nuestros jóvenes, a los que toman ron en grupo ni cuestionando a los padres ¨desentendidos¨ estoy cuestionando a los que hemos permitido que nuestro país se haya vuelto casi invivible, a nosotros, que somos incapaces de mostrar un futuro realmente promisorio, a los que hablan de los Burócratas como si los mismos vinieran de otro planeta y no hayan sido establecidos en sus puestos y contra quienes somos hoy incapaces de actuar, contra los que criaron hijos que están fuera de Cuba y en lugar de irse brincando de volcán en volcán salieron por la puerta ancha con pasajes hasta destino seguro, a los que han garantizado descendientes con excepcionales habilidades para el Emprendimiento y hoy disponen de propiedades que en cualesquiera de las Sociedades actuales vivirían muy bien alejados de las limitaciones de su Pueblo, al que cada día se le pide esfuerzo y privaciones en nombre de la Revolución.
! Yo acuso a los no pocos sin moral suficiente para pedirme que resista, ¡porque he sido honrado como mi Padre Monguire que murió ligero de equipaje por ser muy honrado!
Parece que los mayores debemos ocuparnos más de lo que hacemos nosotros mismos antes de juzgar a nuestros hijos.
Escuela, amigos de la Escuela, tiempo fuera el entorno escuela, familia, patrones, modelos y situación social. ¿Son estos elementos de formación positiva de la personalidad?
¿Es la escuela el lugar de enseñanza y aprendizaje? ¿Se pueden formar valores si no se enseñan habilidades del pensamiento, intelectuales, docentes, si el maestro está limitado intelectualmente y no goza de cierta erudición que promueve ejemplo?
¿No ha estado usted en una secundaria donde no se distinguen lenguajes educador- educando ni conductas aleccionadoras por parte de los docentes, donde un docente permite el tuteo?
¿Se ha detenido usted a considerar el Índice académico promedio del grupo y tiene la caracterización de sus componentes? El educando es individualidad y grupo y se debe al grupo.
¿Se pregunta alguien cómo contribuir a su uso o sabe a qué dedica el tiempo libre el adolescente?
Pregunten a un docente si sabe la composición familiar de sus alumnos y la situación familiar.
¡Ah, La Familia ¡La gran desconocida por muchos! La que aporta modelos deformantes encubiertos principalmente por un desahogo económico y posiciones ventajosas de los padres,
¿Está caracterizado el Claustro, cuántos Modelos de conducta hay? ¿Cuál es la estratificación familiar de los alumnos?
Usted habla de los que toman y no menciona a los que se van por los volcanes.
Finalmente debo decir que la situación económica de la Sociedad es compulsatoria de enajenación y hoy nuestro país es fuente de enajenación de los jóvenes por estas terribles limitaciones a las que todos estamos sometidos.
Esa asignatura esta pendiente en Cuba desde hace mucho tiempo en los Olivos se Toma a diario y todos son jovenes de menos de 16
Que atinado artículo,en que momento tan oportuno,déjeme contarle estimada Ana Martha que el pasado sábado en la noche apróximadamente 8.35 pm estuve alrededor de 1 hora en el parque Céspedes de nuestra ciudad trinitaria y créeme que lo que ví me aterrorizó,niños de 9,10,11,12 años fumando e ingiriendo bebidas alcohólicas,realmente dantesca y alucinante esa visión,yo tengo un niño de 11 años y le mostré el error tan grande que estaban cometiendo esos y conversé con el para que no cometiera esa imprudencia si es que se le puede llamar así. Me pregunto ¿donde están los padres de esos niños?¿es que acaso no controlan a sus hijos?. Ahora me pregunto nuevamente¿por qué en un lugar tan céntrico y aledaño al Poder Popular no había ningún representante de las diferentes autoridades para tratar de frenar un poco este tipo de actos?. Disculpeme por extenderme un poco pero creo que se debe trabajar más en centros educacionales con los alumnos y padres para tratar de frenar esto que se puede convertir en un flagelo infantil y que pueden aprovechar mayores inescrupulosos para cometer actos de corrupción con esos menores. Gracias.