A orillas de la bulliciosa Avenida de los Mártires, en la calle Maceo, la misma casona de altas rejas coloniales y la misma puerta de caoba centenaria. He vuelto, pero no como estudiante de preuniversitario.
En una esquina la veo sentada en el sillón de siempre; sigue ahí con sus ojos de color pardo profundo, su voz pausada y perfecta dicción que la delata como profesora de Español. Tras su aparente intransigencia se esconde un humor fino, capaz de arrancarles carcajadas a sus alumnos, aspirantes a ingresar a la Educación Superior. Para los registros es Virginia Rivero Ramos; para sus discípulos, la profe Virginia.
¿Alguna vez pensó que sería maestra?
Sí, sí lo pensé. Cuando era pequeña jugaba con mi hermano y amigos de la escuela; mi hermano era el médico y yo era la maestra. Imitaba muchísimo a mis maestras. Siempre me gustó dar clases de Español.
Cuando le menciono el IPUEC Eusebio Olivera, ¿qué le viene a la memoria?
Allí me estrené como profesora; comencé a trabajar en agosto de 1978. Era un preuniversitario en el campo, ubicado en Pojabo. Quienes lo inauguramos, nunca hubiéramos imaginado que sería la antesala del actual IPVCE Eusebio Olivera Rodríguez de nuestra provincia.
Como todo profesor, usted recuerda a sus alumnos…
Claro, pero sobre todo a los alumnos agradecidos, que son casi la totalidad, para no ser absoluta. Nada es comparable a cuando vas por la calle y te detienen: “Profe, ¿no se acuerda de mí?”. Mis estudiantes son hoy médicos, ingenieros, maestros; desempeñan diversos oficios.
¿Cómo llega a su vida la enseñanza universitaria? ¿Le cambió como profesora?
En ese momento, impartía clases en el Eusebio Olivera. El trabajo era muy tenso. Entonces, me ofrecieron la posibilidad de ser profesora adjunta de la Facultad de Cultura Física. En el segundo año decido trasladarme, por examen de concurso, a la Facultad de Cultura Física.
¿Cambios? La universidad me obligó a ver el proceso de enseñanza-aprendizaje de otra forma. Trabajaba con atletas de alto rendimiento, y consideraba que, si eran buenos en el deporte, tenían que ser buenos académicamente. En esta etapa me gané varios epítetos, no te creas (ríe).
¿Por qué no titubeó cuando le propusieron dirigir la Facultad de Humanidades de la Uniss?
Porque me gustan los desafíos. Fue un verdadero reto por la complejidad de la docencia. Resultó una etapa bonita por ver a los alumnos formarse.
Usted ha impartido docencia a estudiantes extranjeros. ¿Qué desafíos le ha implicado?
Romper las barreras del idioma siempre constituye un desafío para cualquier persona. En mi rol de profesora de Español como lengua extranjera he tenido estudiantes suecos, alemanes y chinos; en el caso de esta última nacionalidad fui seleccionada para dar clases en China, en la ciudad de Shaoxing, en el colegio Yue Xiu, y de esa forma, comenzar los estudios de Español en ese país, como parte de un convenio de colaboración entre Cuba y la nación asiática.
Luego de retirarse de la vida laboral, plantó un aula en su casa para ejercer como repasadora. ¿Considera que los estudiantes acuden a los repasadores por carencias en sus profesores?
Los estudiantes acuden a los repasadores, ante todo, porque necesitan reforzar sus conocimientos; sin embargo, cuando estás en el proceso de repaso, te das cuenta de sus necesidades académicas. Sí, sí hay carencias en los profesores, debilidades en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
¿Cómo se visualiza Virginia en el futuro?
Siempre me veré dando clases. Me alegra que mis alumnos aprendan y que sus conocimientos los lleven a formas de actuar como humanos y profesionales. En el plano individual, mi mayor anhelo es enseñar a mi nieta, a los dos años y medio ya sabía cantar el Himno Nacional gracias a mí, a los seis años volvimos a estar juntas en La Palma, islas Canarias donde vive, y antes de dormir, leíamos una página ella y otra yo del libro La Edad de Oro; ojalá podamos repetirlo.
Muchas Felicidades a la profe Virginia ,soy testigo de su dedicación y el cariño que tiene para sus alumnos . Es alegre, campechana, madre, amiga , profesora en fin , es maravillosa.
Viva la lengua natal..viva la gran profesora Virginia Rivero.
Gracias y qué viva la lengua natal que siempre será la que nos identifica, saludos
Muchas felicidades a la profesora Virginia por tantos años dedicada a la educación de sus alumnos con total excelencia
Muchas gracias, siempre estaré abierta para los que deseen aprender, a usted todo mis respeto, saludos
Quizás ella nunca les diga que ese humanismo le viene desde la cuna, sus padres fueron seres muy sensibles y atentos, solo contaré una vivencia: Virginia y yo estudiábamos juntas en la secundaria (eramos tres amigas inseparables, la otra era Odalys), como Virginia vivía cerca del parque era la última que se unía al trío, pues saben que hacia? No se vestia hasta llegar nosotras, pues aunque tenia un escaparate lleno de bellos vestidos y nosotras apenas dos o tres, ella se ponía aquel que estaba más a tono del nuestro para que no se notara la diferencia. Digan si eso no es sensibilidad y humanismo desde la óptica de la vida cotidiana en plena adolecencia?
Gracias, lily, tú también eres excepcional al igual que Odalys, por eso siempre serán mis amigas, y mis padres también les querían, por eso y muchas cosas buenas que llevan con ustedes, mil besos amiga de siempre
La profe Virginia es un ejemplo de maestra, sus enseñanzas nos formaron a muchos y mas que una profesora se.convierte en amiga de sus alumnos.
A ella, muchas gracias por todo lo que nos entregó, y por no que está haciendo con nuestros hijos.