Si entramos a una escuela y damos un recorrido por los pasillos podemos percatarnos de que cada profesor tiene un estilo diferente. Algunos hablan muy alto, otros son muy intranquilos e incluso muchos tienen el poder de invocar al dios Morfeo.
Lizmay Conrado de la Cruz, profesor de Matemática del IPVCE Eusebio Olivera Rodríguez, tiene su estilo. Entra al aula y saluda con respeto a sus estudiantes antes del pase de lista. Capta la atención de todos al explicar nuevos contenidos, propone ejercicios y a menudo sorprende con preguntas escritas sin previo aviso.
En los pasillos siempre está de buen humor y mira a todos con una sonrisa en el rostro. No solo es un excelente profesor, sino que también se ha ganado el cariño y el respeto de sus compañeros de trabajo.
El IPVCE no solo es su centro de trabajo, sino que también fue el lugar donde obtuvo su título de bachiller en su etapa como estudiante.
“Trabajar en el mismo lugar donde me formé como estudiante es un privilegio y a la vez un reto porque me ha llevado a sacrificarme doblemente; ahora soy compañero de muchos de los que fueron mis profesores. Para alguien que valora mucho su profesión constituye una meta bien alta, pero hasta ahora todo ha salido muy bien”.
Ingresó al Instituto Superior Pedagógico, donde estudió la carrera de licenciatura en Educación en la especialidad de Matemática- Computación. Actualmente lleva 17 años como profesor en este centro.
“Desde pequeño me llamaron la atención los números y los cálculos, luego tuve muy buenos maestros que me motivaron y aprovecho este medio de prensa para dar mi agradecimiento a Emiliana Álvarez, Irán Linares, Zoraida Pérez y Tairé Elizalde”.
¿Cómo fue la primera vez que impartió clases?
Hace bastante tiempo de mi primera clase, pero no se me olvida. Fue en la ESBU Víctor Daniel Valle, de los Olivos II, aquí en Sancti Spíritus. Estaba en segundo año de la carrera cuando nos vincularon directamente a la docencia, trabajé con un grupo de séptimo grado. Fue difícil adaptarme, eran niños prácticamente y yo tenía muchos deseos de enseñar. Todo salió bien porque había maestros de experiencia bien preparados, nos ayudaban y revisaban todo. Eso fue en el curso 2001- 2002.
¿Ha cambiado el método de trabajo a lo largo de los años?
Sí, con la experiencia el profesor va adquiriendo además de conocimientos un grupo de habilidades propias y a la vez vamos comparando los resultados del trabajo de un curso a otro y a partir de ese análisis vamos mejorando la calidad de la clase.
¿Los jóvenes de hoy son más rebeldes que en otros tiempos?
La rebeldía no es algo que aumenta o disminuye a lo largo de los años. Cada estudiante tiene sus propias particularidades, las cuales son el resultado de un conjunto de influencias ya sean escolares, familiares o sociales. El tratamiento que les damos para mejorar la calidad de sus resultados en el aprendizaje y en la conducta tiene mucho que ver con la experiencia que hayamos adquirido en nuestra formación.
¿Cómo prepara a sus alumnos para enfrentar la prueba de ingreso de Matemática a la universidad?
La preparación no puede dejarse para el último curso y el estudiante tiene que saberlo, en cada clase el profesor debe hablar de la importancia que tiene ese contenido para ese tipo de examen o lo que aportará para la realización de otros ejercicios. Si eso se logra el maestro va comprometiendo al alumno con el proceso, él estará motivado por ir aprendiendo porque lo ve como una necesidad, no como una obligación.
¿Considera que es estricto en sus clases?
Sí, desde la preparación de cada una soy muy exigente conmigo mismo, eso me ha llevado a una constante preparación y gracias a eso he sido capaz de llegar hasta aquí. Por eso pienso que de esta manera los estudiantes adquieren responsabilidad y se aprovecha mejor el tiempo, lo cual no es sinónimo de abuso ni maltrato, todo lo contrario, el respeto entre todos es lo que nos hace crecer.
¿Cómo son los resultados académicos de sus estudiantes?
Son muy buenos, eso me complace. No hay nada más reconfortante que cuando llega el momento de un control parcial, una prueba final o un examen de ingreso, dormir tranquilo porque confías en el conocimiento de tus estudiantes y tal confianza se logra inculcando la necesidad de un estudio sistemático, día a día. Esos resultados los veo materializados hoy en grandes profesionales como médicos, enfermeras, ingenieros, arquitectos, profesores…
Después de tantos años, ¿le gusta ser profesor?
Sí, me gusta, y mucho, el amor a mi profesión me ha dado mucho apoyo en momentos difíciles que he vivido en solo 40 años. Ahí he encontrado un refugio para seguir luchando.
Para usted, ¿cuál es el verdadero trabajo de un profesor?
La actividad del verdadero profesor no es solo enseñar conocimientos para que los alumnos puedan reproducir un algoritmo, sino que la clase va acompañada de vivencias, consejos, recomendaciones que sirven no solo para la asignatura en sí, sino también para enfrentar determinadas situaciones que viven los estudiantes cotidianamente.
Un maestro no es solo para enseñar una materia, sino que la clase, además de transmitir un grupo de mensajes cognitivos, también debe aprovecharse para inculcar valores y hábitos que después puedan ser utilizados en su desempeño como persona.
*Estudiante de Periodismo
Copio, en este pedacito, un comentario que le dejé al profe en Fb.
.
Ah, pues yo tengo que hacer una historia.
Mi primer contacto con Lizmay fue todo menos positivo. Profe, ¿usted se acuerda? Primeros días de mi 10mo grado, durante una guardia suya de lunes. Pasaban las 10 pm y todos estaban medio dormidos o durmiendo. Yerandi no. Masticaba galletas y hacía un sonido muy parecido al de un ratón. Yo no tenía sueño y reía porque aquel muchacho daba una gracia tremenda.
Entonces usted entró. Escuchó. En la oscuridad dijo: «¿El risueño que molesta el sueño de los demás? ¡Por favor, salga!». Y hoy me río, profe, pero ahora (que de seguro ya se acuerda) recordará que a mí no me dio nada de gracia. Y a usted tampoco.
Y llamó una segunda vez y tuve que salir con una pena terrible. Usted comprendió que no lo hacía por maldad cuando se lo imploré por 8va vez y me dejó regresar. «Pero a dormir», no sin antes dejarme bien regañado. Han transcurrido 8 años y todavía siento vergüenza de aquel momento. Le juro que nunca más hablé después de que las luces se apagaron en ese cubículo donde dormí durante todo mii 10mo grado.
Desde entonces no solo le gané aprecio como persona, sino también como profesor. Ya después tendría la dicha de recibir clases de Yiliene (las mejores clases de español de mi vida y lo digo sin exagerar), adorarla, conocerlo a través de ella y de recibir sus clases de Matemática. Puedo decir que pocos me han inspirado tanto a superarme y a crecer como esta dupla. A ustedes dos les extiendo, por esta vía, el abrazo que hoy no les puedo dar.
Con Lizmay no solo logré calcular como un «mostro», sino que aprendí a creer en mis maestros porque, como alguna vez Paulo Freire dijo, la educación es un acto de amor y, por tanto, de valor.
También moriré repitiendo a Isaac Newton: «Si hoy soy capaz de ver más lejos es porque, indiscutiblemente, me subí a hombros de gigantes». E este sentido, Lizmay Conrado no es solo un profesor: es una escuela. Y, afortunadamente, el IPVCE Eusebio Olivera tiene muchas.
Creo que más que profesores, en estos centro y período tan particulares encontré padres, madres, grandes amigos… Personas que enseñan que educar no es mecanizar, memorizar, vomitar sobre un papel en tiempo reducido, pero tampoco es hacer entender solo cosas no sabidas. Educar es crear en la otra persona una suerte de goce por la creatividad y el conocimiento. Educar es regar a la persona como si fuera una planta. Educar, y en esto sí soy irreductible, es hacer de alguien más, alguien mejor de quien existía con anterioridad.
Oiga, profe, mire cómo lo queremos. Me alegra que, desde el periodismo, Manuel Lagunilla González le haga este pequeño reconocimiento a una persona tan grande. Qué bien por él, que supo ver de forma especial lo que todos vimos a diario como un evento común. Dice el periodismo, el bueno, que ahí radica el éxito de las grandes historias.
Bravo Lázaro!! excelente artículo, también me quito el sombrero ante Lizmay,sé muy bien el profesor y ser una extraordinario que es.👏👏👏
Ivonne Yanes Pérez madre de un alumno..fue profesor de mi hijo en 10 no grado puedo caracterizarlo con pocas palabras excepcional carismático profesional amigo único ….nos dejó encantados a todos los padres durante sus reuniones y que decir de la opinión de.mi hijo al respecto pues gracias a mi hijo y valga la redondancia tengo esa opinión de lizmay
Muy bellas y ciertas opiniones sobre este excelente profesor y gracias a este periodista por hacer este excelente trabajo asi pueden motivarse muchos profesores y llegar a ser como Lismay.
Buenas tardes. Soy profesora de la Universidad de Sancti Spiritus, especificamente trabajo en el Centro Universitario Municipal de Fomento. Fui Directora de la Sede Pedagógica de este municipio, cuando en el 2002 se inició la universalización de los estudios superiores en Cuba y fue Lismay uno de los estudiantes de este Centro.
Responsable, disciplinado, caiñoso, …nteligente sobre todo. El ser un profesional de esa altura hoy, no es fruto de la casualidad.
Mis felicitaciones hoy y siempre para él y también para su bonita familia.
Le agradezco que no haya olvidado a mi madre, -quien fue una maestra muy consagrada-, como una de las educadoras que influyeron en su formación: Emiliana Alvarez.