Observemos el uso del guion en los decursos siguientes, donde se coordinan pares de vocablos de sentido contrapuesto o complementario: atención intra- y extrahospitalaria, enfoque inter- y transdisciplinario, alumnos de pre- y posgrado, partidos pro- y antigubernamentales, efecto hipo- o hipertensor, agriculturas de mono- y policultivo, obras bi- y tridimensionales, familias homo- y heteroparentales.
Según la Ortografía de la lengua española (OLE), «los prefijos desgajados se escriben con un guion pospuesto, para indicar que no se trata de palabras autónomas, sino de segmentos afijos, que deben interpretarse semánticamente reponiendo la base léxica que les falta, la misma que aparece en el último término de la coordinación».
Aunque la OLE no lo declara, las unidades susceptibles de recibir este tratamiento gráfico son no solo aquellas que la tradición gramatical ha considerado prefijos propiamente dichos —intra-, extra-, inter-, tra(n)s-, pre-, pos(t), pro-, anti-…—, sino también los llamados temas cultos que se asimilan a estos: hipo-, hiper-, mono-, poli-, bi-, tri-, homo-, hetero-, macro-, micro-…, y que en el Diccionario de la lengua española siguen asentados como elementos compositivos, a pesar de que la Nueva gramática de la lengua española los sitúa, con toda justeza, en el paradigma de los prefijos. De hecho, OLE ejemplifica esta regla con ambas clases de unidades: «crecimiento pre- y postnatal», «estructuras bi- y tridimensionales».
Asimismo, cabría incluir en la norma de la OLE el resto de los elementos compositivos que, aun cuando ocupen la posición prefija, tienen un comportamiento propio de raíces y generan voces compuestas, no derivadas, como las vistas hasta aquí. Se trata de combinaciones como fisio- y psicoterapia o anglo- e hispanoparlantes, que la teoría ortográfica, para ser más integradora, debiera contemplar.
Esta regla, que posee un sólido sustento lingüístico, apareció por vez primera en la normativa ortográfica académica hace apenas una docena de años. Parece no haber calado en el uso, y creo que difícilmente lo haga. Primero, porque su inobservancia no acarrea menoscabo alguno en la inteligibilidad de las secuencias donde habría de aplicarse. Segundo, porque conspira contra ella la existencia—inveterada en lengua española, y acaso más frecuente— de las construcciones del tipo simple y llanamente o lenta y cuidadosamente, en las que la omisión de la forma -mente en el primer elemento coordinado no exige el empleo de guion.
Aclarado esto, vale preguntarse si conviene aplicar la reciente regla académica a la etiqueta denominativa que corresponde al acrónimo mipyme (plural mipymes). Esto es, ¿hemos de escribir micro-, pequeña y mediana empresa?
En respuesta a la duda de un usuario en Twitter, la Real Academia Española (RAE) explica que resulta incorrecto el empleo del guion en esta unidad sintagmática, por cuanto el prefijo micro- no se halla en coordinación con otros prefijos, como estipula la regla. Sugiere, en consecuencia, que el desarrollo del acrónimo mipyme sea microempresa y pequeña y mediana empresa.
Si bien, de acuerdo con la teoría gramatical, micro-, en su condición de afijo, unidad perteneciente al nivel morfológico, no puede coordinarse con pequeña y mediana, que son adjetivos, unidades del nivel léxico, lo cierto es que la voz empresa es común a los tres tipos de entidades que la etiqueta reúne: microempresa, pequeña empresa y mediana empresa. La economía lingüística, la necesidad de no repetir una dicción que se sobrentiende, hizo que el compuesto sintagmático, desde su surgimiento, la omitiera en los dos primeros constituyentes, no solo en Cuba, sino en Ecuador, Perú, México, etc. De manera que, proponiendo que se cambie la forma del compuesto, la RAE intenta modificar la realidad de la lengua para que se ajuste a la codificación gramatical y ortográfica. Un enfoque científico del asunto determinaría lo contrario: ajustar la teoría ortográfica de modo que se dilucidara la manera más adecuada de escritura para una expresión fija que pertenece al sistema de la lengua.
En rigor, lo que interesa aquí es que el prefijo micro-, formante de microempresa, aparece sin su base derivativa, empresa, la cual se recupera catafóricamente al cierre de la lexía compleja. Por tanto, la norma ortográfica debiera ampliar sus miras, postulando la necesidad del guion siempre que, en contextos elípticos, los prefijos —y los temas cultos en posición prefija que integran vocablos compuestos— se desgajen de las unidades a que están ligados. Que exista coordinación o no entre ellos y otros segmentos morfológicos similares es cuestión secundaria que no tiene por qué incidir en el tratamiento gráfico.
Aunque tales enmiendas perfilen teóricamente la regla ortográfica, de todas maneras, como dije más arriba, no hay muchas garantías de que este uso del guion triunfe entre los hispanohablantes. En las normas jurídicas cubanas sobre las micro-, pequeñas y medianas empresas se prescinde por completo de él, a semejanza de otros países de habla española.
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