A la doctora Mylene del Carmen Rodríguez Betancourt aquel invento no le nació debido una vocación innata por la mecánica, se le ocurrió por pura necesidad. Aunque, quizás, lo había cavilado muchísimo y hasta lo había ido moldeando sin querer en sus pensamientos con el conocimiento adquirido durante tantos años usándolo con los pacientes.
La prensa hidráulica necesaria para hacer prótesis estomatológicas podía parecer un equipo simple. Tal percepción fue antes y de seguro cambió cuando la tuvo que ir creando tornillo a tornillo, cuando precisó ir engranando pieza a pieza, cuando necesitó estudiar hasta el más mínimo detalle para que funcionara y sirviera.
Y luego de que optara por el premio a la innovación tecnológica en la Jornada Provincial de los Servicios Médicos del Ministerio del Interior (Minint) sin otra patente que la de su conocimiento y la ayuda imprescindible de Nivaldo González, el mecánico que le ayudó a “tornear” las ideas y a ejecutarlas en el Taller de Ingeniería del Tránsito, puede que ni ella misma se crea tanto mérito.
En exclusiva a Escambray días atrás, en el Policlínico del Ministerio del Interior de la cabecera provincial donde labora como especialista de prótesis, revelaba la génesis de tanto ingenio.
“Nosotros nos planteamos la construcción de una prensa hidráulica porque hacía más de un año que no se contaba con este equipamiento para desarrollar las prótesis, tanto para los combatientes como para los internos, y nos dimos a la tarea de recopilar un grupo de elementos que ya estaban en desuso; incluso, un gato hidráulico de un Lada para realizar esta innovación”.
Y se cuenta fácil. Lo que no se dice, tal vez, son los días y las noches ideando, las pruebas y los errores corregidos, el nerviosismo porque funcionara como si fuera de fábrica, el recopilar todos aquellos materiales que para otros pudieran constituir chatarra y, sin embargo, convertirlos en nuevos.
El proceso conllevó también que cada una de las partes —recicladas o no; en desuso o no— se acoplaran de tal forma que funcionasen sin problemas: planchas de hierro de 12 milímetros que constituían recortería desechable, un vástago de rosca recuperado de otro equipo, el reloj para medir la presión, la pintura de esmalte…
“Unimos todos esos elementos y nos decidimos a construir el equipamiento y con ello logramos restablecer los servicios médicos del Minint en lo que es la construcción de las prótesis”.
Según los cálculos lo que se gastó en hacer la prensa rondó poco más de 295 pesos en moneda nacional y representó un ahorro de alrededor de 121 900 pesos para el país. Pero, el mayor beneficio, sin dudas, estuvo en la reanudación del servicio de prótesis en el Policlínico del Minint, luego de más de un año paralizado, y en la posibilidad de prensar hasta ahora una cifra superior a los 70 aparatos de prótesis acrílicas.
“Este equipamiento tenemos que adquirirlo a nivel internacional con un costo aproximado de 600 a 800 USD. En nuestro país no hay evidencia de construcción de prensas hidráulicas para prótesis, esta es la primera que se hace y lo hicimos con la colaboración de un mecánico que fue quien me ayudó a llevar a cabo la idea que tenía y a hacer realidad la construcción de la prensa”.
Y mientras la utiliza quizás no aquilata la magnitud de tanto esfuerzo ni la grandeza que aquel pequeño equipo que pudiera generalizarse bajo el sello de Mylene en otros laboratorios del país en los que no existan prensas debido a roturas u otros desperfectos. Mientras prensa cada una de aquellas prótesis la mayor recompensa de Mylene se halla, tal vez, en curar a los pacientes también con esa innovación que surgió entre sus manos.
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