El mundo corre el riesgo de duplicar, a mediados de febrero, el número de muertes de Covid, alcanzando un pico de 14 mil por día, mientras la avalancha de Ómicron continúa arrasando Europa, ahora todos menos Rumania en rojo o rojo oscuro en el mapa trazado por el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC).
Las nuevas proyecciones están llegando de modo alarmante sobre el progreso de la pandemia en las próximas semanas.
Según estimaciones del Institute for Health Metrics and Evaluation (Ihme), un centro de investigación independiente sobre la salud mundial de la Universidad de Washington, la situación podría empeorar aún más, llevando a un número global de muertes cercanas a los máximos de más de 16.000 de hace un año, si la variante se propaga con un nivel de «alta gravedad», mientras que sólo en Italia las víctimas diarias podrían llegar a 578.
Las previsiones se basan en un hipotético peor escenario respecto a la tendencia actual, a partir del cual, en el mismo período, se alcanzarían aproximadamente 9.500 muertes diarias.
Las cosas podrían, en cambio, mejorar significativamente a la luz de varios factores, desde la reducción en el número de los «no vaxes» al aumento de terceras dosis, hasta el uso generalizado de mascarillas por parte del 80% de la población.
Precisamente este último elemento estaría en grado de bajar la letalidad.
En todos los escenarios, la curva de los decesos -como aquella de las hospitalizaciones- muestra una fuerte caída a partir de la segunda quincena de febrero, un par de semanas después del inicio del descenso de los contagios.
La Organización Mundial de la Salud también volvió a hablar de Ómicron, explicando que aunque parece «menos grave que Delta, sobre todo entre los vacunados, no quiere decir que deba ser catalogado como leve: como las variantes anteriores, Ómicron provoca hospitalizaciones y muertes».
Recordando que las bajas tasas de inmunización a nivel mundial han creado las condiciones ideales para la aparición de nuevas cepas, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, habló de un «tsunami de casos tan grande y rápido que está arrasando los sistemas de salud».
La ola continúa en todo el mundo, siempre estableciendo nuevos récords. En Bélgica, en la semana que finalizó el 2 de enero, las infecciones crecieron un 82% en comparación con la anterior, mientras que en las últimas 24 horas se registraron picos absolutos desde el inicio de la pandemia en todo el mundo, desde Israel (16,115), primer país en inyectar la cuarta dosis, a Argentina (más de 95 mil).
En Francia, después del boom de contagios, el número de clases cerradas que se reanudaron después de las vacaciones se reforzaron desde la primavera pasada. Por otro lado, continúa el leve descenso en Reino Unido, pasando en dos días de 218 mil a poco menos de 180 mil contagios, pero donde por ahora siguen aumentando las hospitalizaciones, con muchas estructuras en «estado de alerta».
Las restricciones gubernamentales también continúan.
Austria, donde las vacunas serán obligatorias a partir del 1 de febrero, impuso el uso de máscaras Ffp2 incluso al aire libre, mientras que en Alemania el canciller, Olaf Scholz, quiere extender el llamado 2G plus, es decir, el duro régimen del pase verde (certificado vacunatorio), a bares y restaurantes, con un pase solo para los vacunados, que también deben presentar un hisopado negativo si aún no han recibido el refuerzo.
Restricciones también en Brasil, donde se cancelan las celebraciones de Carnaval en más de diez capitales. Pero el presidente Jair Bolsonaro ha hecho saber que no vacunará a su hija, diciendo que no tiene conocimiento de ningún «niño de entre 5 y 11 años que haya muerto de Covid», a pesar del inicio de las inmunizaciones pediátricas decididas por las autoridades sanitarias.
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