Aunque el refranero popular contiene varias sentencias que advierten contra imprudencias e irresponsabilidades, a lo vivido por Yoelvis García Aldereguía en la tarde del primero de julio de 2022 bien pudiera aplicársele aquello de que nadie escarmienta por cabeza ajena.
Mucho había escuchado en la escuela sobre el peligro de tocar o acercarse a una línea de alta tensión, pero a sus 11 años se creía inmortal. Según refiere la psicología moderna, a esa edad no se tiene aún una clara percepción de la muerte; de ahí la importancia de la supervisión constante de los padres para evitar accidentes.
No es sobreprotección, sino percepción de riesgo. Pero todo falló ese día: Yoelvis tomó un alambrón con un gancho en la punta, de los que se usan para cazar cangrejos, y se acercó al borde de la placa donde jugaba a fin de espantar una paloma posada en la línea de 13 kilovoltios, o lo que es igual: 13 000 voltios.
Tan pronto el metal hizo contacto con la línea de alta tensión se produjo el descomunal choque eléctrico y la corriente alterna atravesó el cuerpo del infante como si fuera de mantequilla.
Por fortuna, el arco eléctrico lo lanzó hacia atrás en fracciones de segundos y aunque perdió el conocimiento, quedó tendido encima del techo y no cayó al suelo, lo que hubiera provocado males mayores.
“Solo recuerdo que desperté muy asustado y al verme las manos quemadas casi me desmayo de nuevo. Empecé a llorar y no sabía qué hacer hasta que vinieron por mí. Entonces me bajan y me llevan pa’ la casa y casi me muero cuando vi la cara de mi mamá”, confiesa Yoelvis a Escambray.
Habla y duele ver las manos vendadas. Esta vez el muchacho aprendió a las malas que con la corriente no se juega.
“Nunca más lo haré, ya aprendí la lección. Ese día el amiguito que jugaba conmigo en la placa me dijo que tuviera cuidado, pero yo no hice caso. Quiero agradecer a los médicos y enfermeras del Pediátrico que me han cuidado como si yo fuera un hijo”, dice.
También quedó en shock Naisa Aldereguía Fabelo, madre del menor, cuando le comunicaron la noticia.
“Me avisan que el niño había tenido un accidente y me lo traen caminando. Yo estaba en la casa y enseguida salimos corriendo para el hospital de Yaguajay y de ahí nos remitieron para el Pediátrico de Sancti Spíritus dada las quemaduras en manos y pies. Pero es una de las manos la que más malita tiene”, refiere y el llanto se refleja en el rostro.
Recuerda haber gritado tanto que le pareció que nunca más volvería a hablar: “Solté el teléfono, dejé todo a medio hacer y casi me desmayo”, agrega.
Hoy Yoelvis García Aldereguía está fuera de peligro y quizás no entienda hasta dentro de algunos años que muy pocas personas —y menos los niños— logran sobrevivir a semejante descarga eléctrica porque estas pueden desencadenar una parada cardiorrespiratoria, además de alteraciones químicas en el organismo y daños térmicos.
ACCIDENTES ELÉCTRICOS: ¿CASUALES O PREVENIBLES?
Según una información publicada por el diario Juventud Rebelde, si bien es cierto que las muertes por contacto eléctrico no son de las primeras causas de fallecimiento en la población, el Anuario Estadístico de Salud de 2019 las ubica entre las cinco razones más comunes de accidentes en el país, con una morbilidad del 51 por ciento.
Datos que confirma a Escambray Luis Ángel Rabelo Raya, especialista principal de Seguridad y Salud en el Trabajo de la Empresa Eléctrica Sancti Spíritus: “Estos hechos ocurren con cierta frecuencia a pesar de la propaganda realizada por la Unión Nacional Eléctrica sobre cómo evitar los riesgos de contacto eléctrico”.
Agrega que tan solo en este año han sido registrados en Cuba 20 accidentes de este tipo entre la población, de los cuales dos son evaluados con lesiones leves, ocho con lesiones graves y 10 fallecidos.
“Dichos accidentes son lamentables y más cuando pueden ser evitados, ya sea por la irresponsabilidad de algunos individuos o la simple percepción de riesgo, algo de lo que carecen los niños”, expone.
De acuerdo con Rabelo Raya, entre los principales daños que ocasiona la corriente al atravesar el cuerpo humano se encuentran quemaduras térmicas por el contacto con la fuente eléctrica, destrucción de músculos, nervios y tejidos; además del siempre latente riesgo de lesión tras la caída, como consecuencia del shock resultante.
“Todos debemos trabajar de conjunto para evitar la ocurrencia de este tipo de eventos, si identificamos un riesgo que represente un peligro para la vida debemos tomar todas las medidas pertinentes”, argumenta.
Un ejemplo muy común es cuando se encuentra un conductor eléctrico en el suelo: “Esto debe reportarse inmediatamente a la empresa a través del centro de llamadas y las personas cerciorarse de que nadie se acerque al conductor. Hasta que se determine lo contrario por nuestros trabajadores, la línea se considera energizada”.
Con acciones tan sencillas como esas se evita la ocurrencia de eventos lamentables, alerta el especialista.
Tampoco deja margen a dudas la doctora Idania Manso Álvarez, máster en Atención Integral al niño, y al frente del cuidado de Yoelvis en el Hospital Pediátrico de Sancti Spíritus: “Se trata de un niño que tiene mucha suerte de estar vivo. Llegó remitido desde Yaguajay con el diagnóstico de quemaduras por alta tensión y te repito, es muy afortunado, ya que este tipo de eventos provocan incluso daños neurológicos y renales”.
Su formación científica le impide calificar de “milagro” la supervivencia de Yoelvis, pero lo intuyo en su voz cuando explica que ni siquiera presenta secuelas, algo casi insólito porque la mayoría de las veces el daño en las articulaciones es permanente, llegando a la amputación de manos y pies.
Refiere que, en el caso de los infantes, un choque eléctrico de esta naturaleza provoca casi siempre arritmias cardiovasculares que dan al traste con la vida, además de insuficiencia renal crónica.
“Yoelvis sufrió en sus manos quemaduras que no comprometieron ni la parte ósea, ni la parte vascular. Fue valorado especialistas en Ortopedia y en Angiología y se le realizan curas diarias en el servicio de quemados. Todos confirman que no padecerá secuela alguna”, comenta.
Al cierre del reportaje Yoelvis había sido dado de alta y, tras una cariñosa despedida por parte de los médicos y enfermeras que lo atendieron en el Pediátrico de Sancti Spíritus, prometió contar su historia para evitar que imprudencias de este tipo se repitan.
El choque eléctrico producido por cables de alta tensión puede provocar en el cuerpo humano: · Arritmias y paradas cardiorrespiratorias. · Insuficiencia renal crónica. · Daño neurológico. · Quemaduras en los lugares del cuerpo de entrada y salida de la corriente. · Parálisis de la musculatura en las extremidades y el corazón por el flujo de la corriente. · Formación de gas en la sangre por electrólisis. · Fracturas de huesos debido a repentinas y bruscas contracciones musculares. · Lesiones por accidentes secundarios como la caída ocasionada por el golpe de corriente. |
Muy afortunado,gracias a la doctora Idania y el resto del colectivo
Estos peligros son una realidad, pero cotidianamente los niños y adolescentes están expuestos a otros tantos fuera del alcance protector de personas mayores. Es necesario reforzar los cuidados en estas vacaciones.
Nació, hay que estar pendiente de los muchachos siempre