Estremecen siempre las huellas de un fenómeno meteorológico: casas arrancadas de raíz, escuelas en ruinas, plantaciones acostadas, la incertidumbre en los rostros… Una tristeza que traspasa los límites geográficos de las zonas afectadas y se acomoda entre quienes predican el humanismo y solidaridad como verdaderas religiones.
“La primera idea surge de los padres del proyecto inclusivo sociocultural Dueños de la fantasía y de los niños y niñas. Nuestro propósito era llegar hasta Pinar del Río con una actividad para regalársela al público infantil de esa provincia —cuenta Olisvael Basso Rodríguez, el líder del grupo jatiboniquense—. Pero, por la situación económica y del combustible, resultó imposible”.
Sin tiempo para cruzarse de brazos y dejarse vencer, nuevas ideas surgieron en el entusiasta colectivo. En diferentes áreas de ese municipio surcado por la Carretera Central se habilitaron puntos de recogida para que todas las personas que quisieran donaran.
“A través de las redes sociales se convoca bajo el lema Que la fantasía llegue hasta los niños y niñas de Pinar del Río. Cada quien entregó lo que pudo: juguetes, un lápiz, una libreta, un libro de cuentos o una ropita que mantuviera, quizá simbólicamente, hasta el calor de nuestros pequeños jatiboniquenses”.
De inmediato, la propuesta se volvió viral, como suele denominarse a las ideas que encuentran miles de seguidores en el ciberespacio. Y hasta la historia de Karolina, quien se desprendió de su muñeca preferida, encontró múltiples seguidores.
“Ese querido juguete se lo puse en los brazos a una niña que dormía y enseguida lo abrazó. Supe que procedía de una familia con muchas necesidades. Fue un gesto hermoso porque llegó con mucho amor y bondad a quien más lo necesitaba”.
Cada palabra devuelve a Olisvael Basso Rodríguez a las 25 horas que estuvo fuera de casa en busca de cumplir el sueño de casi todo un municipio; una aventura a la que se sumó Ariel Bonachea Rendón, padre de uno de los niños del proyecto inclusivo sociocultural, y fue posible gracias a la colaboración de los adultos del colectivo.
“Quiero agradecer inmensamente al pueblo de Jatibonico, porque muchas buenas manos aportaron para que regaláramos nuestra fantasía en una zona devastada por el huracán. Salimos el viernes 14 de octubre a la 1:15 a.m. para la botella con una valija bastante grande. Llegamos a La Habana, donde hasta los choferes de la guagua nos ayudaron a cargar los bultos y, de ahí, nuestro destino fue Pinar del Río. Primeramente, pensamos llegar hasta la comunidad del kilómetro 21 de La Coloma, pero la promotora cultural y la delegada del lugar nos comunican que solo había dos familias evacuadas y nos sugieren seguir hasta el propio poblado”.
Fue así que ambos jatiboniquenses toparon de frente con la Escuela Especial Marina Azcuy, convertida en centro de evacuados desde que Ian le puso el agua al cuello a ese consejo popular.
“Había 96 personas, de ellos alrededor de 40 menores de edad. El destino, la vida, Dios… nos hizo coincidir con un plantel que, aunque ahora no acoge a su alumnado, apuesta como nuestro proyecto por la inclusión al formar a niños y niñas con necesidades educativas especiales”.
En la valija, también puso su carpa Tin Marín, el simpático personaje que desde hace 26 años cobija con cuentos, música y colores a la inocencia. En cada presentación, Olisvael Basso presenta no solo su histrionismo, sino que abre de par en par su alma.
“Compartí un rato con todos los que se unieron a la actividad. Sentados en el piso, con la humildad que caracteriza a un centro donde tantas familias esperan por poder regresar a su lugar de origen y hoy desconocen cuándo sucederá, porque lo perdieron todo. Incluso, el personal de la escuela, su propia secretaria del núcleo del Partido nos brindó almuerzo porque si llevábamos lo que teníamos, no lo que nos sobraba, ¿cómo no iban a ser recíprocos con nosotros?
“Tin Marín entregó el donativo a través de juegos, adivinanzas, de una forma muy interactiva. Eran los regalos de los niños y niñas de Jatibonico y de toda la provincia de Sancti Spíritus, de forma general, porque llegamos a nombre de la Cultura y de todo nuestro pueblo”.
Con las emociones a flor de piel y la alegría de haber cumplido con un anhelo colectivo, Olisvael y Ariel retornaron el camino de regreso. En la Escuela Especial Marina Azcuy dejaron un fragmento de este terruño, tanto es así que, a la vuelta de los días, la directora del plantel, Atria Bellatriz, agradeció públicamente en Facebook la iniciativa: “Un día nos volveremos a encontrar para ver actuar a todos esos pequeños que con mucho amor compartieron sus más preciados tesoros con nuestros niños, que la vida y todo lo que existe los premien con lo mejor por tener esos sentimientos de oro”.
“Es impresionante poder oír de sus bocas todo lo que vivieron, sintieron, el miedo, momentos de terror en medio del huracán —refiere Olisvael—. Pero, están con vida y siendo atendidos. Me queda como satisfacción el haber llevado la fantasía hasta allí. No importa el sacrificio que costó. Que nos regalaran una sonrisa y nos dieran las gracias, que un niño al salir me dijera: ‘¡Qué lástima que ya se van!’. Es fuerte, son muchas emociones las que vivimos y hoy nos escriben muchas personas desde La Coloma y nos expresan que les pusimos un parchito en el alma en medio de tanto dolor”.
En la distancia de los 1 148 kilómetros que separan La Coloma de Jatibonico, adonde llegaron a las 2:15 a.m. del sábado 15 de octubre, tiempo récord, los embajadores de la fantasía siguen soñando para no deponer jamás las ganas de ser útiles y crecer como seres humanos.
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