Como una metáfora a la vida nació el Árbol de la Esperanza en Trinidad; a través de las enredaderas de la Glorieta del Parque Céspedes cuelgan —más que obras— sentimientos que nos han sostenido en los días aciagos de la pandemia, de confinamientos y de pérdidas… Pero también echa raíces y germina.
Con esta instalación e intervención pública, sin precedentes en estos predios, la ciudad acoge —como subsede— el más importante evento de las artes visuales de Cuba, la Bienal de La Habana en su decimocuarta edición, que convocó a un grupo numeroso de creadores a partir de la idea de Alejandro López Bastida.
Desde visiones y técnicas diversas se unieron 14 artistas, entre ellos Luis Blanco, Roidley Pérez, Jorge César Sáenz, Daniel Acebo, Osley Ponce, Yudit Vidal, William Saroza y Atner Cadalso, quienes utilizaron materiales usualmente dedicados a otros fines, ahora con nuevo valor gracias al reciclado, para dar vida a este megaproyecto que sorprende a los trinitarios y visitantes en uno de los espacios urbanos de más concurrencia, la otrora Plaza Carrillo.
Tras varias jornadas de intensa creación, Alejandro López invitó a la científica trinitaria Tammy Boggiano Ayo y a otras investigadoras responsables de las vacunas cubanas anticovid, junto a Nelson Herrera Ysla, fundador del conocido encuentro de arte contemporáneo, a sembrar las semillas que renacerán a través del trabajo común. “Todo encierra mucho simbolismo; hay piezas dedicadas a las personas que ya no están y a quienes sobrevivieron gracias a la ciencia”, comentó al público reunido en la inauguración.
La Historiadora de la Ciudad, Bárbara Oneida Venegas, también formó parte del proceso creativo de la obra: “Estamos en presencia de un canto a la esperanza que entrelaza artistas y saberes, refuerza el vínculo hombre y naturaleza y hace un llamado a la unidad en torno al sentimiento de cubanía. Este árbol es la creatividad que produce bienes, es la isla en su vida cotidiana.”
Al artista y crítico Atner Cadalso lo recompensa la interacción con el público, en especial con los niños que en todos estos días se acercaron al parque convertido en un espacio lúdico. “Alejandro se empeña en cosas que parecen locas como esta acción plástica, pero al ver el resultado te convences de la utilidad del arte”, expresó el también curador de la exposición.
A la decimocuarta Bienal de La Habana y su paso por otras ciudades cubanas le agradecemos los trinitarios una propuesta plástica que invita a despojarnos de culpas y tristezas. “Es una estructura viva, un árbol que nace en un espacio, retorna al suelo y reaparece en otra ciudad distante. Está pensada como una obra de crecimiento, adiciones y conexiones entre artistas y ciudades”, señaló Alejandro López Bastida.
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