Un fuerte dolor lo puso sobre aviso. Pasaron ocho días en terapia intensiva, tras la confirmación de que un infarto lo había colocado en el delgado borde que separa la vida de la muerte.
“Eso pasó en 2018 y me dije: Tengo que hacer algo —confiesa, cuando ya el susto forma parte de su historia, Alexander González Góngora, tunero de cuna y espirituano desde hace 20 años—. Me propuse cumplir varios sueños y uno de ellos era escribir”.
Nació el anhelo en aquellos días en que el abuelo Pedro le compraba un libro para que el pequeño se entretuviera. Emergió así una fascinación por la literatura que, aunque estuvo preterida por períodos más convulsos, jamás abandonó.
“Recuerdo que el texto en décimas Piel de polvo, de Renael González Batista, me marcó, pero demoré en tomar este camino”.
Tras pensarlo con detenimiento, tocó las puertas de la Casa de Cultura Osvaldo Mursulí, de Sancti Spíritus, donde encontró a Dalila León, líder del taller de literatura Serafín Sánchez Valdivia.
“Fue en marzo de 2019 y es una de las experiencias más lindas que he vivido, porque somos una gran familia que te empuja a crear y no se detiene en edades, credos, estatus… Me ha permitido soñar. Y Dalila es la brujita que deshace y construye. Llegamos con nuestros escritos y allí entre todos definimos, limpiamos y, aunque a veces terminamos sin nada de lo que llevamos, siempre nos queda el deseo de hacer algo mejor. Los elogios infundados en la literatura creo que son fatales”.
Justo ella le habló a González Góngora, un hombre que regala fe a quienes visitan la Iglesia de Cristo, en el mismísimo corazón de Jesús María, de la convocatoria de la XI edición del Concurso Nacional Cuba Soneto. Tras presentarle algunos textos, regresó a casa con muchas sugerencias. Se encerró en su cuarto —“mi parnaso moral”, acota—, rodeado de libros dispuestos al azar y el ronroneo de Ken.
“Comencé a buscar y encontré una décima que había escrito por el aniversario de la muerte de Roberto Fernández Retamar, inspirada en Felices los normales. Había experimentado su redacción en endecasílabos, por lo que pensé que sería posible convertirla en un soneto”.
Luego de acomodar cada palabra, idea y signo de puntuación, retornó con Dalila, quien le sugirió el título: Happy.
“Lo enviamos y, primero, saber que había quedado finalista para mí fue ya el mayor premio. Me gustaba, lo amé desde el principio, pero concursaba con muy buenas obras de diferentes provincias. La noticia del lauro me impactó porque realmente no lo esperaba. Valió la pena el sacrificio. Fue muy lindo.
“Me interesa mucho la temática social. Disfruto acercarme a la gente, conversar, sentir y hacer mías sus inquietudes, dolores y sufrimientos. Por ahí andan mis musas que precisan de mi soledad para brotar y más ahora que seguiré apostando por el soneto e intento armar un cuaderno de décimas”, sentencia quien con solo nueve meses en el taller de la “Osvaldo Mursulí” mereció la Beca de Creación Literaria Sigifredo Álvarez Conesa, 2019.
Por estos días no se cansa de agradecer al jurado y a cada una de las personas que hicieron posible que el Cuba Soneto retornara a la vida cultural de Taguasco, experiencia que comparte el yaguajayense Dariel Medina Hernández, instructor de arte de la Casa de Cultura de Iguará.
“Participé en el evento en la categoría de soneto ilustrado porque era un reto para mí, una experiencia nueva —apunta Dariel—. Presenté la pieza Ante el silencio de otros corderos, inspirada en la obra de Dolver Fontanilla Núñez, procedente de Guáimaro”.
Un payaso, gotas de agua, un crucifijo, un tablero de ajedrez, naipes… hablan. Fue con esa propuesta que este egresado de la otrora Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov mereció el primer lugar en ese apartado.
“Me auxilié de un diccionario para, según el significado de algunas palabras, encontrar los mejores elementos que pudieran ilustrar el texto y de esa forma fui conformando lo que se aprecia visualmente”.
A su regreso a casa y después de descubrir los encantos de la tierra anfitriona de la cita como su museo y la propia casa del pintor Francisco Rodríguez —“tocar sus caballetes y pinceles fue extraordinario”, expresó—, así como deleitarse con Annie Garcés y Eduardo Sosa, retornó con varios proyectos bajo el brazo.
“Quiero volver a participar en las próximas ediciones del Cuba Soneto y trabajar en el montaje de una exposición sobre los héroes de la Patria. Además, compré el libro Al calor de mis bolsillos, de Jesús Núñez Pérez y quiero ilustrar la poesía que aparece ahí dedicada al público infantil”.
Happy
Felices los normales, esos seres extraños
Roberto Fernández Retamar
Felices los normales, los que viven
sin rastros de pudor en el bolsillo.
Aquellos para los que es más sencillo
las manos extender… cuando reciben.
Felices los que están, pero se inhiben
si deben aplaudir (pierden el brillo).
Cortan el dedo, salvan el anillo
y suben al atril dónde lo exhiben.
Felices los que van tras los añejos
más finos. Exquisitos comensales.
Amigos que entre amigos ven los males
del hombre por el hombre desde lejos
y vuelven de sonreírle a los espejos
felices. ¡Muy felices los normales!
Autor: Alexander González Góngora
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