Dianelys Hernández Oliva tiene una relación de amor desde hace muchos años con el contrabajo. Ambos se necesitan. Tanto es así que, aunque es egresada también de canto coral de la Escuela Nacional de Arte, precisa arrancarle todos los días algunos acordes.
Esa pasión y diálogo en complicidad son transmitidos a sus alumnos de la Escuela Elemental de Arte Ernesto Lecuona, precisamente donde ella aprendió a dominar los 190 centímetros de altura y 65 centímetros de ancho del instrumento, a pesar de las miradas de reojo por su estatura media y delgadez.
Entre planes de clases, la dirección de la práctica de la Camerata Lecuona e investigaciones sobre la historia de las academias de música, tocó a sus puertas una idea que permanecía no lejana en su horizonte.
“Siempre pensé en el doctorado. Un día contacté a mis profesores de la Maestría en Música, Educación y Sociedad, de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona, de La Habana y comencé el proceso. Pensé qué podría ser de interés para la Enseñanza Artística y me di cuenta de que funcionaría el aportar un diseño curricular para la formación musical en el nivel elemental de la enseñanza artística, específicamente en el contrabajo”.
Tras recorrer todas las escuelas del nivel elemental, donde se estudia ese instrumento, indagar sobre los vínculos entre procesos de enseñanza y contextos, y asumir como necesario el aterrizarlo a las particularidades de la educación del siglo XXI, Dianelys se percató de que el uso de las tecnologías debía acompañar su propuesta doctoral.
“Es cuando aplico a la Beca de Creación El Reino de este Mundo, de la Asociación Hermanos Saíz, organización a la que le debo tanto y estaré siempre agradecida. Con el financiamiento otorgado allí comencé a trabajar en los materiales tecnológicos, los cuales fueron presentados durante la VI Feria Tecnológica La Guayabera 5.0”.
Se refiere a una propuesta diversa, dinámica y actualizada que incluye dos láminas de contenidos, una APK que es un juego para el estudiantado de primer año de la formación en el contrabajo, una multimedia para el trabajo de la enseñanza del instrumento en el nivel elemental y una APK que es un programa de estudio para los maestros del año inicial de la especialidad de contrabajo.
“Las láminas presentan aquellos contenidos que pueden ser muy abstractos para el menor de edad. Por medio de esas imágenes visualiza y comprende con más facilidad en qué consisten los nuevos conocimientos del lenguaje musical. Facilita esos encuentros iniciales.
“Justamente para apoyarlos de manera lúdica y didáctica proponemos el videojuego. Pueden consolidar todo el aprendizaje inicial del primer año de estudio de especialización en el contrabajo.
Mientras que la multimedia surgió como experiencia de la enseñanza durante el período pandémico. El alumnado puede interactuar con todos los contenidos que se imparten durante los cinco años de estudio de la Enseñanza Elemental.
“Imágenes y música del instrumento, temas especializados como la historia del contrabajo y las tareas que se orientan, así como la posibilidad de subir las respuestas individuales son algunas de las propuestas que se incluyen en ese medio tecnológico.
“Ya el programa de estudio como APK está organizado desde lo metodológico a lo didáctico. Recoge los objetivos generales, habilidades, sistemas de evaluación… todo lo que entraña un programa de estudio. El claustro puede desde su teléfono inteligente revisarlo cuando desee e interactuar con el resto de los medios de enseñanza”.
En este sueño que poco a poco Dianelys ha logrado materializar se ha auxiliado de ayuda especializada. Entre las muchas manos amigas ha encontrado las de Sandor Gómez, en el diseño de las láminas, Ariel Alejandro Suárez, especialista de los Joven Club, el artista William Bonilla y el claustro de la Escuela Elemental de Arte Ernesto Lecuona.
“Tenemos como deuda, en sentido general, la utilización de las tecnologías en el sistema de la Enseñanza Artística en Cuba. A veces vemos a nuestros estudiantes con el celular en la mano consumiendo otros contenidos y hemos sido incapaces de aprovechar ese medio. La digitalización de los procesos es uno de nuestros mayores retos. Creemos que se precisan muchas condiciones y no es tan así. Con este proyecto me he demostrado que lo que predomina es que adolecemos de creatividad”.
Cuando aún las herramientas están en etapa de corregir algunas imperfecciones y se revisan las particularidades de las máquinas de la Escuela Elemental de Arte, donde se colocarán, Dianelys Hernández avanza en la escritura de su tesis doctoral, que predefenderá en los próximos meses.
“Soñamos que se implemente no solo en la Lecuona, sino en todas las escuelas del país. Incluso, que se coloque en los sitios del Ministerio de Cultura y el Centro Nacional de Escuelas de Arte. Con sus usos se enriquece la formación musical, la diversifica, la pone a tono con la contemporaneidad”.
Es este el aporte práctico de una joven de 36 años que, desde Sancti Spíritus, prevé revolucionar con ingenio la enseñanza del contrabajo, gracias al poder de unos cuantos clics.
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