El viernes 6 de mayo, la directora general Adjunta de la Oficina del Historiador de La Habana (OHC), Perla Rosales Aguirreurreta, asistía junto a su consejo de dirección a un evento en el Colegio de San Gerónimo de La Habana, cuando a su teléfono móvil comenzaron a llegar mensajes de pánico: algo terrible sucedía en la zona del hotel Saratoga, y podían estar en peligro los edificios patrimoniales circundantes.
Una llamada rápida a la coronel Ofelia Palacio, jefa de la Policía Especializada del Centro Histórico, le permitió tener una idea más precisa de lo que sucedía.
«En ese momento de desconcierto todos pensamos en Eusebio Leal: ¿Qué hubiera hecho él? ¿a dónde dirigirse primero? Y hubo consenso: el Teatro Martí, ubicado en Dragones entre Prado y Zulueta, frente al lateral izquierdo del Saratoga», cuenta la ingeniera civil que ha dedicado más de 20 años a la restauración de la «ciudad antigua».
Al llegar ya estaba allí Michael González, director de Patrimonio Cultural de la OHC, impactado por el paisaje dantesco: el jardín ocupado por el polvo y los escombros, la marquesina de cristal y de acero que conduce de la calle al teatro estaba muy afectada, al igual que el mobiliario externo; las puertas de madera se desprendieron, los cristales se rompieron.
El portón de madera cayó al interior de la crujía (lobby interior), desprendiendo de la pared el retrato de José Martí, mutilando jarrones, estatuas, y la yesería; afortunadamente las piezas pudieron ser rescatadas y ya están en proceso de restauración.
En el interior del teatro los perjuicios fueron menores comparados con el área abierta, pero el tablado del escenario se levantó en algunos lugares, y los falsos techos también sufrieron estragos.
El equipo de diagnóstico de nuestra empresa Restaura detectó que la cubierta recibió algún impacto que le provocó movimientos; hay que evaluarlo para evitar filtraciones de agua.
La buena noticia, entre tanto destrozo, es que los pocos trabajadores que laboraban allí en ese momento no sufrieron lesiones.
«Hay que trabajar fuerte en la reparación de los daños, sobre todo en las puertas y las ventanas, recordemos que se le conoce como el «teatro de las 100 puertas». Eusebio le puso alma y vida a la restauración que concluyó en el 2014, cuando se cumplieron 130 años de su inauguración.
«Con el apoyo de muchas instituciones y personalidades que ya nos están ofreciendo su ayuda, pensamos reabrirlo al público el próximo mes de septiembre, cuando se cumplirá el 80 natalicio de Leal.
«La otra edificación con gran valor patrimonial que sufrió mucho en su estructura fue la iglesia bautista El Calvario, situada justo frente al teatro y contigua al hotel, en la cual habrá que emplearse a fondo durante el resto del año».
La onda expansiva destruyó parcialmente la cúpula, algunas paredes, ventanas, y una parte del mobiliario; sobre todo en el espacio donde se realizan las ceremonias religiosas.
Las edificaciones con menores daños fueron el Capitolio y la Sociedad Cultural Yoruba de Cuba, que deben estar funcionando normalmente en el mes de junio.
«Antes de llegar a la sede del Parlamento dábamos por seguro que los jardines y las farolas estarían devastados, pero, milagrosamente, quedaron casi intactos.
«Será necesario reparar algunas ventanas, puertas, y falso techos. Además, se desprendendieron diez ganchos de trancas, y algunas lucetas y molduras sufrieron roturas.
«En esta casi centenaria edificación, restaurada capitalmente para el 500 aniversario de La Habana, lo costoso no es la magnitud de los daños sino la valía de los objetos.
«En la sociedad religiosa, emplazada a algunos metros del hotel por la calle Prado, se afectaron algunos marcos, diez puertas francesas de fachada, y elementos de cristalería. En estos momentos vamos a evaluar también la estructura del inmueble».
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