Extensores que salvan producciones en la Industria Alimentaria en Cuba (+fotos)

Cada día la labor del panadero comienza a las cuatro de la madrugada, no importa que esté lloviendo o haga frío, su misión es producir;  por eso desde el amanecer los consumidores esperan la apertura del establecimiento comercial para adquirir el imprescindible alimento, sin reparar en que, puertas adentro, las manos del obrero poco a poco dan forma a las bolas que se convertirán en pan; con anterioridad fue preciso colocar en una máquina distintas porciones de harina de trigo, base de yuca, levadura, agua y otros productos para conformar la masa.

“Nadie sabe cómo se garantizan la totalidad de los panes que se distribuyen en esta provincia mediante la canasta familiar normada, el consumo social y algunos otros pedidos”, explica Reinier Tamayo Bartumeut, el joven administrador de la unidad de Olivos I. Mucho menos conocen de las alternativas que se aplican para extender las menguadas asignaciones de harina de trigo, un producto importado que por lo general mantiene con la soga al cuello, como se dice en el refranero popular, a la Empresa Alimentaria Provincial, encargada de buscarla cada día en el puerto de Cienfuegos, para luego distribuirla por los centros de elaboración, muchas veces con menos de 24 horas de cobertura.

LA ERA DE LOS EXTENSORES

Para Víctor Díaz Acosta, director de la Empresa Provincial de la Industria Alimentaria en Sancti Spíritus el empleo de distintos tipos de extensores como yuca, arroz, calabaza, boniato y ñame viene a ser como una especie de salvación en los últimos tiempos; primero, porque permite ampliar las ofertas alimenticias destinadas a los espirituanos y, segundo, porque sin renunciar al uso de la harina de trigo, la cual nunca podrá ser sustituida del todo, la industria logra revitalizar las elaboraciones de galletas y la repostería, que por momentos estuvieron paralizadas a causa de las bajas entregas de la materia prima principal.

Y no se trata de medidas surgidas en Cuba, al calor de las bajas importaciones, ni están asociadas solamente a problemas económicos, pues, como bien aclara el propio director, los extensores constituyen una práctica en el mundo entero, solo que en nuestras industrias no existía el hábito de emplearlos, pero ahora todo indica que llegaron para quedarse por diversas razones, entre ellas las  relacionadas con aportes nutricionales, una mejor textura de la masa y suavidad, además de sustituir importaciones cuando se emplean como materias primas que se obtienen dentro del territorio.

Para María del Carmen Martell Alonso, la administradora del Combinado Industrial Zaza, que elabora surtidos como galleta, miga para empanar, fideos y harina de yuca, el uso de esta última como extensor ha sido un elemento salvador en la fábrica, pues gracias a él pudieron revitalizar las producciones.

“Estamos aprovechando el equipamiento de la línea de fideos —aclara María del Carmen— para elaborar harina de yuca, en un primer momento empleada en la producción de galletas de sal, pero podemos aportar esta materia prima a otras industrias del sector. Se trata de un extensor que le incorpora una textura diferente a la masa y, a su vez, nos da la posibilidad de continuar trabajando a pesar de la baja cobertura de harina de trigo; mantenemos una entrega de 1.3 toneladas diariamente con destino a las ferias dominicales y el Comercio que lo entrega en la red de mercados Ideal”.

INICIATIVAS Y DESARROLLO

Otras variantes no menos importantes definen el destino de la planta de galletas dulces de Sancti Spíritus, la que por déficit de materias primas estuvo inactiva mucho tiempo. Así lo ratificó a Escambray Richard González, especialista en la Empresa Alimentaria, cuando afirmó: “Ante la falta de leche en polvo y del bicarbonato de amonio, nos dimos a la tarea de idear otras fórmulas con el empleo de huevo y miel de abeja, logrando así reiniciar las elaboraciones, al punto de que este mes se espera cerrar con más de 12 toneladas que se destinan a la venta en centros recreativos como el zoológico, Los Caballitos y otros parques de diversiones destinados al disfrute de los más pequeños”.

Una incidencia muy fuerte tiene la Industria Alimentaria espirituana en la alimentación del pueblo porque desde sus 106 unidades productoras salen al mercado, además del pan de la canasta familiar y el consumo social, galletas y galletones, palitroques, base para pizzas, dulces de diversos tipos, panqués y panecillos, así como las ofertas asociadas a la rama de conservas, díganse mermeladas, pasta de tomate, pulpa de mango, dulces criollos, hielo y otras, que suman diariamente más de 47 toneladas de productos.

Pero en su amplio espectro productivo y, a pesar de las limitaciones de recursos y materias primas esenciales, está también la necesidad de seguir aplicando alternativas que le permitan crecer en cantidades físicas de alimentos, pero también ganar espacio en el mercado online, su otro reto, conscientes de que la divisa que generen se destinará al desarrollo de las propias industrias y al crecimiento de surtidos alimenticios para los espirituanos.