La incansable luchadora argentino-estadounidense y gran amiga de Cuba Alicia Jrapko falleció en Oakland, California, tras luchar contra una cruel enfermedad por más de dos años, se informó este miércoles.
A pesar del duro tratamiento, nunca dejó de trabajar en todo cuanto podía y si algo lamentaba era no poder seguir aportando, amando y viviendo con la energía que la caracterizó siempre, según expresó un comunicado de prensa que dio a conocer su muerte la noche de este martes.
Hija de trabajadores, Jrapko asumió desde muy joven las luchas de una generación que soñaba construir una sociedad con justicia social en su natal Argentina.
Nació el 1 de enero 1953 en Merlo, provincia Buenos Aires; creció y se educó en Córdoba, donde estudió Periodismo, pero la dictadura militar impuesta en 1976 desató una represión feroz hacia todos los militantes populares.
Más de 30 mil fueron detenidos-desaparecidos, entre ellos muchos compañeros de clase de Jrapko, quien por su activismo y militancia tuvo que salir al exilio ese mismo año.
Por esa razón, durante varios años vivió en México y luego se radicó en Estados Unidos, donde se comprometió con las luchas de los trabajadores y, a principios de los años 90 del pasado siglo, con el trabajo solidario con Cuba a través de IFCO-Pastores por La Paz, colaborando estrechamente con el reverendo Lucius Walker como su coordinadora de la costa Oeste.
Ayudó de esa forma a organizar y promover las becas para que los estudiantes afroamericanos y latinos pudieran asistir a la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de forma gratuita para convertirse en médicos en sus comunidades.
Su labor solidaria la acercaba cada día más a Cuba; se convirtió en vocera de muchas caravanas de Pastores que recorrieron miles de kilómetros a través de Estados Unidos para contrarrestar las mentiras del Gobierno norteamericano contra la isla, mientras recolectaba ayuda humanitaria como símbolo de solidaridad con el pueblo de la nación caribeña.
«Sabíamos que la ayuda humanitaria que llevábamos a Cuba era simbólica, pero queríamos mostrar que el Gobierno de Estados Unidos no podía bloquear la solidaridad entre los pueblos. Queríamos mostrar que Cuba no estaba sola. La experiencia de viajar a la isla en las caravanas de Pastores por la Paz cambió mi vida para siempre y me acercó más a ese país y su pueblo”, dijo en una entrevista.
En el año 2000 estuvo al frente de la batalla por el regreso de Elián González junto a su padre en la nación antillana, pero su trabajo fundamental se encuentra en la lucha por la liberación de los cinco antiterroristas injustamente encarcelados por monitorear la actividad de los grupos anticubanos que desde territorio estadounidense planificaban acciones contra la isla.
Asumió con decisión e inigualable valentía la dirección del Comité Internacional por la Libertad de los Cinco en Estados Unidos y logró que sindicalistas, líderes religiosos, congresistas, juristas, intelectuales, actores y artistas se sumaran a la campaña por la liberación de Fernando González, Gerardo Hernández, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y René González.
Desde 2002 hasta su libertad en 2014, sin importar los riesgos y las enormes distancias, junto a su compañero de lucha y de sueños, Bill Hackwell, visitó más de 100 veces a Hernández en dos prisiones federales de máxima seguridad y fue el constante y afectivo apoyo de las visitas familiares.
El enorme trabajo y compromiso político de Jrapko la hizo merecedora de varias distinciones, entre ellas la Medalla Félix Elmuza que otorga la Unión de Periodistas de Cuba, el Escudo de la ciudad de Holguín y la Medalla de la Amistad otorgada por el Consejo de Estado de la República de Cuba a propuesta del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos.
También defensora de la Revolución bolivariana de Venezuela, desde 2011 se desempeñó como copresidenta de la Red Nacional sobre Cuba.
Además, fue coordinadora del Comité Internacional Paz, Justicia y Dignidad de los Pueblos en Estados Unidos y fundadora y coeditora de Resumen Latinoamericano en inglés.
Creó el capítulo estadounidense de la Red en Defensa de la Humanidad y fue miembro de su Secretaría General.
En su último proyecto, a pesar de estar enferma, fue copresidenta del Comité Nobel de la Brigada Médica Cubana Henry Reeve, como un esfuerzo más en su incansable lucha contra el criminal bloqueo a Cuba.
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