La solidaridad alivia y reconforta. Volvió a brillar minutos después de la explosión que desmembró las entrañas del hotel Saratoga en la Habana; y en medio del polvo y del susto anduvo entre los escombros para encontrar sobrevivientes.
A los primeros en llegar al siniestro, se sumaron entonces cientos de habaneros con el corazón de Cuba en los ojos nublados de dolor; bomberos, rescatistas, médicos, enfermeros, vecinos, autoridades… “las fuerzas amorosas”, como las bautizó en su muro el periodista Ricardo Ronquillo, se sumaron a las labores de rescate y salvamento; junto a ellos muchos removimos los despojos que desde el lente nos sacuden.
En las imágenes que desbordaron las redes y los reportes de los medios de prensa, los rostros tensos y las palabras entrecortadas emocionan. En todo el perímetro del edificio colapsado se trabaja incansablemente en la búsqueda de víctimas y de un aliento de vida. Jóvenes con el corazón en el medio del pecho estuvieron entre los primeros en enfriar el camión-pipa que transportaba el gas licuado y aún, entre las ruinas del Saratoga, les sostienen a muchos la esperanza.
La necesidad de expresar la solidaridad ante el doloroso accidente se expandió como onda sanadora. Al filo del mediodía del pasado viernes 6 de mayo, el joven trinitario Eriel Alejandro Oliva Ibarra, sargento mayor en la Unidad 41 del Ministerio del Interior (Minint) en la capital cubana, solicitó permiso a sus mandos superiores y fue de los primeros en extender su brazo. “En cuanto conocí lo que había ocurrido en el hotel expresé mi disposición de ayudar en lo que fuera necesario”, cuenta a Escambray a través del WhatsApp este muchacho de 19 años que cumple su servicio militar. Eriel Alejandro lamenta los sucesos ocurridos en el Saratoga, “fue algo catastrófico” —dice— y con una madurez que sorprende le conmueve el dolor de las familias que perdieron a su ser querido o todavía esperan angustiadas. Tal vez porque hace muy poco también lloró a su abuelo, Dagoberto Ibarra, quien ocupó responsabilidades políticas y de gobierno en Trinidad. “Siempre ha sido mi inspiración”, confiesa emocionado.
Junto a uno de sus compañeros aguardó en la larga fila. Más de 1 000 donaciones en apenas 24 horas y en las venas de un país la generosidad y el humanismo en las horas más aciagas. “Nos dirigimos al hospital Miguel Enríquez, en el municipio Diez de Octubre; fueron llegando más y más personas con la misma determinación de donar sangre y de mostrar su solidaridad por lo ocurrido”, cuenta el muchacho que vivió una de sus experiencias más hermosas.
El joven, graduado de técnico medio en Economía, se encuentra a punto de concluir su servicio militar. En más de un año y seis meses agradece la hermandad forjada entre sus compañeros y el hondo humanismo de los combatientes del Ministerio del interior. “Siento que en este tiempo me he fortalecido como revolucionario. Quiero reconocer a quienes participan en esta ardua y dolorosa misión de buscar personas entre los escombros y custodiar los bienes de los vecinos afectados. Agradecer también al pueblo de Cuba y en especial de la Habana por las muestras de solidaridad. He sido testigo de muchísimos gestos en estos días”.
Cuba es la Habana y la herida del Saratoga duele, pero sana —y mucho— el amor y la solidaridad que hoy nos unen.
Haci es la juventud cubana siempre da un paso al frente cuando se trata de defender nuestro país y apollar en un momento tan doloroso y difícil para las familias del trajico accidente es una actitud digna de destacar viva la juventud cubana ,viva cuba, patria o muerte
Es muy estremecedor y llena de orgullo saber que nuestro pueblo y la avanzada patriótica de jóvenes se unen en momentos difíciles de la Patria.