Servicios de alojamiento y restaurante, recorridos a la ciudad en miniatura, paseos en coches coloniales, peñas de trovadores y cruzadas culturales a las comunidades… son algunos de los toques con que Aldaba abre las puertas de Trinidad y la muestra al visitante en su versión más auténtica.
Con el propósito de contribuir a la divulgación, investigación y promoción de las acciones de conservación del patrimonio en la tercera villa cubana nació esta empresa el 12 de abril del 2012 y desde sus primeros pasos apostó por los proyectos de desarrollo local como sustento del futuro sostenible de la urbe, que además la hicieron expandirse y generar utilidades.
Encontrar el punto medio en esa relación entre cultura y turismo ha resultado uno de los mayores desafíos —y aciertos— para el colectivo en esta primera década de vida. La fórmula valida la eficacia de una empresa estatal socialista, que, pese a las complejidades económicas en el contexto internacional y nacional, figura entre las entidades rentables del sureño territorio.
Y lo hace con la mayoría de sus ofertas y servicios limitados, con sus instalaciones revisando a punta de lápiz los costos para ser eficientes, pero sin renunciar al principio de ser una opción asequible y segura.
Para Jorge Soria Rodríguez, subdirector comercial, la tarea resulta compleja, “pues debemos lidiar con los altos precios de los proveedores, reajustar las fichas técnicas, aunque el propósito siempre ha sido el de satisfacer las necesidades de los trinitarios en estos momentos de tantas carencias”, sostiene.
En ese ambiente siempre retador en el que Aldaba abre puertas y cuando apenas se escuchaba hablar de proyectos de desarrollo local, apostó por cuatro líneas que hoy constituyen la columna vertebral de la empresa. La Taberna Guanahuac, donde se disfruta la comida típica trinitaria y se “cocinan” las tradiciones culinarias en la villa; el proyecto Hostales, con servicios de alojamiento en casas de alto valor patrimonial; Binoculares, que regala las mejores vistas de paisajes naturales y culturales desde los puntos más altos de Trinidad y coches coloniales para paseos panorámicos por la ciudad. “Todos generan ingresos y respaldan la eficiencia de la entidad, pero la premisa más importante es la salvaguarda de nuestros valores culturales”, agrega Alberto Turiño, más que director, amigo y líder del colectivo.
NUEVOS HORIZONTES
En su décimo aniversario, Aldaba celebra como la empresa consolidada que es; no renuncia a la vitalidad de las instituciones que forman parte de ella, entre las que sobresalen el Centro de Interpretación de la Arqueología Industrial del Valle de los Ingenios San Isidro de los Destiladeros, la casa hacienda Guáimaro, la taberna Guanahuac, el Patio Bécquer y los hostales La Merced y Amargura 85.
“La última etapa ha sido retadora” —confiesa Yeni Cariaga, la especialista de Relaciones Públicas y Promoción Cultural—, y le asiste toda la razón, pues para una entidad con una fuerte proyección comunitaria y buena parte de sus dependencias en función de la prestación de servicios, prescindir de sus públicos durante más de dos años de pandemia implicó repensar la manera de interactuar con ellos sin renunciar a la promoción cultural.
Las redes sociales canalizaron esta intención y el grupo de amigos al que los une la pasión por develar el pasado fue bautizado como Clan Aldaba. Desde esta ventana virtual cuelgan las evidencias del equipo de especialistas que se dedicó a desempolvar y revisar investigaciones, encontrar nuevos testimonios, llegar hasta los asentamientos, y “con un enfoque antropológico y etnográfico”, al decir de Mailyn Salabarría, subdirectora técnica de la empresa, ampliar las propuestas de intervención comunitaria, además de enriquecer los vínculos con las instituciones culturales y las escuelas.
La especialista habla entonces con pasión de Implicarte, la idea que nació para desterrar el tedio y la falta de opciones recreativas en poblados rurales emplazados en el Valle de los Ingenios. Con esos toques inconfundibles aparece Aldaba acompañada de otros amigos, como Dador Teatro, la compañía Imago, el grupo Manacanabo y su versión infantil, el trovador Pavel Esquerra…, quienes dibujan colores y sonrisas. La de esta semana en la comunidad FNTA contó con Eduardo Sosa, invitado especial a la celebración del cumpleaños de la empresa.
En esta primera década, Aldaba amplía sus horizontes con otros 13 proyectos en cartera, la renovación de la imagen de sus centros comerciales y la reconceptualización del trabajo del equipo técnico; tiene también la suerte de cobijar a esa gran familia que sueña y nos regala la belleza más genuina de Trinidad.
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