Quienes han tenido el privilegio de llegar hasta las universidades cubanas pueden atestiguar que es en las casas de altos estudios donde se construye verdaderamente la personalidad. Allí, además de convertirse en profesionales en cualquier materia, los jóvenes aprenden a ser independientes, a tomar decisiones y a estrechar vínculos que van más allá de la docencia.
En pasillos y aulas; en los bancos y laboratorios de estas instalaciones nacen amistades y se multiplican las ganas de crecer. Lo saben de sobra los más jóvenes y hasta los que peinan canas, que en distintos contextos han bebido de la fuerza renovadora de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Dicha organización, nacida el 20 de diciembre de 1922, en aras de librar a la universidad cubana de las manchas de horror y despotismo a las que estuvo sometida durante el período neocolonial, apostó por legitimar sus derechos y ganar el protagonismo nunca antes alcanzado.
Tanto es así que, desde su surgimiento, supo agrupar a los estudiantes universitarios cubanos, representar sus intereses y hacerlos valer. Y lo ha logrado. No solo por dignificar a las nuevas generaciones, sino por reafirmar su vocación social a través de la actividad comunitaria y el cumplimiento de tareas de impacto social.
Con este mismo ímpetu, la FEU llega hoy a su centenario. Y lo celebra por todo lo alto, en pleno X Congreso, espacio en el que confluyen los universitarios de todo el país para fortalecer sus estructuras y forjar mejores seres humanos, más comprometidos con su tiempo.
Bajo la mirada inspiradora de Julio Antonio Mella, el joven revolucionario que tanto hizo en muy poco tiempo de vida, los 300 delegados e invitados al cónclave, en representación de sus compañeros de aula, patentizan que en ellos crece su deber y el empeño de seguir revolucionando la organización más longeva de Cuba.
No por gusto, desde este 18 de diciembre, los estudiantes universitarios se han reunido y, en seis comisiones de trabajo, han pasado revista al funcionamiento orgánico, a los temas ideológicos, la docencia e investigación, la extensión universitaria, la comunicación y las relaciones internacionales.
Muchos de estos asuntos dan continuidad a lo debatido en las brigadas, las residencias estudiantiles, las facultades, sedes y filiales y hasta en las comunidades, en el afán de redimensionar la participación, naturalizar la crítica y revitalizar el poder estudiantil.
En los encuentros no ha faltado la voz de los 11 jóvenes que integran la delegación espirituana, quienes coinciden en la necesidad de que la brigada sea más dinámica en la solución de los problemas cotidianos y en la creación de espacios que propicien el intercambio de la masa estudiantil, con transparencia y profundidad.
Así lo ha patentizado Karla Santana Rodríguez, presidenta de la FEU: “Debe ser este congreso una oportunidad para perfeccionar nuestro funcionamiento orgánico, para dinamizar nuestros procesos, logrando, en primer lugar, el involucramiento pleno, activo y consciente de todos los estudiantes universitarios, juntos construiremos espacios, en franco ejercicio de participación colectiva”, resaltó.
Este 20 de diciembre la Federación Estudiantil Universitaria arriba a su cumpleaños 100, y lo celebra en un diáfano intercambio con su membresía, esa fuerza estudiantil que, como sus predecesores, debe trascender y conquistar el futuro.
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