Hay algunos trazos guardados en una libreta. Están en su pequeño taller, donde pinturas, pinceles, lápices y cartulinas casi no encuentran espacio. Son el mayor tesoro de Luis Enrique García Hourruitiner, aunque prefiera no mostrarlos. Por ahí comenzó su historia.
“Mi mamá decoraba para hacer trabajos. Yo la veía y me llamaba la atención. En los primeros años de la década de los 60, mi padre se enteró de que existía el Centro Vocacional de Artes Plásticas, en la calle Máximo Gómez 114. El director era Osvaldo Mursulí, y me inscribió”.
Fueron los días de descubrir las primeras técnicas. Beber de los saberes de hombres y mujeres cuyos nombres se convirtieron poco apoco en sostenes de parte de nuestra cultura: Adela María Suárez González, Remberto Lamadrid…
“Fui feliz. Al unísono, llegué al recién inaugurado Teatro Guiñol, de Sancti Spíritus, con sede en la Biblioteca Rubén Martínez Villena y donde Efigenio Pino me enseñó de atrezos, creación de muñecos y también dentro del colectivo de niños actué. Pero llegó la convocatoria para ingresar en la Escuela Provincial de Arte de Las Villas”.
Horas y horas de estudio le dieron el boleto a Cienfuegos, una ciudad que le permitió confirmar que las artes visuales eran su mejor universo, aunque abrió las puertas al resto de las manifestaciones artísticas.
“La etapa estudiantil es la más bonita. Recibí un bagaje cultural que agradezco siempre. Nos impartían clases de diseño, pintura, dibujo. No había escasez de materiales. Aquello era una gran familia. De ahí que al saber que mi profesora, de aquí y de allá también, Adela, mereció la Distinción por la Cultura Nacional me hizo doblemente feliz porque ella fue una madre para todos nosotros. Era la primera vez, por ejemplo, que yo salí fuera de casa, por lo que ese ambiente me ayudó disipar las añoranzas.
La Perla del Sur permanece intacta en la memoria de Luisito, como lo nombran. Le ocurre así con su última etapa de formación como estudiante en la otrora Escuela de Artes Plásticas de Las Villas Leopoldo Romañach.
“Nos pasaron hacia allí porque había más condiciones y en Santa Clara concluimos el nivel medio como artistas. Hablo de una etapa de muchos inicios para la Revolución, por lo que se nos pidió a un grupo de egresados sumarnos como profesores de Enseñanza Artística en las escuelas de formación pedagógica.
“Volví para Cienfuegos como maestro. Imagínate, nosotros de pedagogía no sabíamos nada, así que de mis alumnos aprendí y ellos de mí. Al tiempo, pedí el traslado para la escuela pedagógica de aquí porque siempre quise retornar a Sancti Spíritus. Estaba entonces en Pojabo y formé parte de su claustro durante casi cinco años. Un buen día decidí volver al sector cultural, que era mi lugar de origen”.
La Dirección de Cultura lo acogió. La región central era un hervidero con la nueva División Político-Administrativa. Proyectos, exposiciones, festivales, eventos…; cada uno era un reto que asumió desde su papel como directivo. Mas, las esencias le obligaron a retomar lo aprendido a golpe de constancia.
“Lo mío era enseñar, así que me fui para la Casa de Cultura municipal. Ahí es donde se moldea el talento comunitario, un término muy usado por estos días, pero que viene de mucho tiempo atrás. Estuve rodeado de niños y adultos hasta 1996, cuando decidí quedarme solo con la creación, la cual me presionaba demasiado”.
Vitrales, formas planimétricas, puntos, líneas, colores que se abrazan entre sí… son las huellas de una carrera profesional reconocida en este mes de enero con la Distinción por la Cultura Nacional.
“Siempre me sorprendieron las buenas calificaciones en diseño. Al retornar a Sancti Spíritus me percaté de que estaba muy enraizado el paisaje. Pero, ni la crítica ni yo nos sentíamos bien cuando incursionaba en esa expresión. Entonces, me encaucé por la abstracción. Hubo un cambio, tanto personal como en quienes admiraban mis piezas. Aunque a veces no entendían”.
¿Por qué apostar por el arte abstracto?
“Es muy emocionante que las personas debatan si les gusta o no, si lo entienden o no. Hay que explicar el abstraccionismo desde lo técnico. No tiene nada que ver con la realidad objetiva. Es una realidad que uno crea, suda, se complica al comienzo, la obra me domina. No se trata de tirar pintura sobre un soporte. Muchas veces cuando termino una pieza, me siento como si retornara de alguna actividad de la agricultura. Y si no me pongo fuerte llega a vencerme porque no estoy de acuerdo con el resultado”.
La ciudad de Sancti Spíritus ha emergido en muchas de sus creaciones. Luisito la mira desde el más sincero de los amores.
“Vivimos en una villa que inspira por su tranquilidad, tradiciones, elementos para poder creer. De ahí, las series de vitrales y el puente sobre el río Yayabo. Para pintar necesito estímulos espirituales. Hemos sufrido muchas cosas amargas, pero mi contexto es alegre y pacífico. Por eso, creo que nunca me han llamado la atención las ciudades cosmopolitas. Siempre he defendido que esta región es muy rica en las artes visuales. Confluyen muchas tendencias, desde obras muy conceptuales a muy realistas”.
Su trayectoria fue premiada con una noticia que aún no se ha acomodado en García Hourruitinier.
“No creo que con la Distinción haya terminado mi carrera. Todo lo contrario. Realmente es un compromiso, no solo artístico, sino social. Eso requiere esfuerzo y no tienen que ver con engordar la economía personal”.
Muchas de las acciones viven en una libreta para que la desmemoria no tome la palabra. Prefiere, en ocasiones, volver sobre ellas y se asombra de algunas labores realizadas. Ahí están las emprendidas en tiempos de covid. Encerrado en su pequeño taller, Luis García ha logrado catapultar sus creaciones por el resto del mundo gracias a las redes sociales.
“Tengo que agradecer a muchas personas. Cronológicamente, pienso en mis padres, en las enseñanzas de las diferentes escuelas, en el Teatro Guiñol, así como en la Patria porque soy hijo de obrero y jamás en otro contexto hubiera llegado hasta aquí. Además, doy gracias a mi esposa Aurelia Beltrán, Llella, quien es mi mayor crítica y he logrado que también pinte. Integran la lista mis compañeros de trabajo y colegas. Cada uno de ellos me ha permitido ser el Luis que hoy conversa contigo por merecer la Distinción por la Cultura Nacional”.
Muchas felicidades mi hermano querido ,eres merecedor de esa distinción ,eres un gran profesional del arte visual ,sin ansías de lucro ,de ver el arte como arte no para engordar tus bolsillos ,eres especial un abrazo enorme tú hermana que te quiere mucho.
Felicidades por el excelente trabajo periodistico, Gracias Lizandra.
Sí, ok gracias a la periodista……gracias a Luisito que dio pie a éste artículo, sin proponérselo….gracias al artista. Grande Luisito. Felicidades!!!!!
Muchas Felicidades para ese gran profesional merecido Reconocimiento
Grande Luisito, mis respetos y mejores deseos a ud. Maestro creador. Bendiciones y tantos Éxitos!!!!!