El uniforme y los grados militares la hacen parecer impenetrable. Como jefa de la Unidad de Instrucción Penal en el municipio de Trinidad no se le escapa un detalle, organiza todo el trabajo operativo, asigna la misión precisa a sus subordinados y los acompaña durante todo el proceso investigativo. Pero la sensibilidad de la mayor Maybe León Rodríguez asoma desde la primera frase.
Y no solo por el tono de la voz —tan dulce que sorprende—, sino por la franqueza con la que sostiene cada palabra. “Yo tengo un temperamento fuerte”, confiesa; y, sin embargo, la mujer sentada frente a mí no se avergüenza de sus lágrimas ni de los silencios cuando rememora momentos de su vida en los que el amor entre madre e hija sanó varias heridas.
“Desde niña mi sueño fue estudiar Derecho, eso siempre lo tuve claro”, dice y, aunque lo asegure con absoluta convicción ahora, el camino no resultó tan sencillo. “En grado 12 no ofertaron la carrera y me llegó Licenciatura en Historia por el pedagógico. Decidí entonces incorporarme al Servicio Militar voluntario femenino; cumplidos los tres meses de la previa me ubicaron en Prevención en Sancti Spíritus. Al culminar opté por la Orden 18”.
Y otra vez necesita tiempo para invocar esa etapa marcada por el divorcio de sus padres. Cinco años de estudios universitarios le parecieron demasiado tiempo y se presentó a una convocatoria del curso de Investigación criminalística en el Instituto General de Brigada Luis Felipe Denis Díaz, de Villa Clara. “Me gradué 11 meses después con el grado de subteniente”, recuerda.
La joven llegó a la Unidad de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) de Trinidad en el 2004 para desempeñarse como investigadora, pero terminó seis años después en el Grupo de Dirección Provincial. “Yo fui la primera oficial de análisis de la Jefatura; aprendí a trabajar en equipo, a asignar las misiones y confiar en mis subordinados; todo eso me dio mucho fruto en mi vida profesional.”
Por ese tiempo la maternidad sorprendió a Maybe. “Primero nació Verónica y luego Geovany, y aunque ha sido una suerte para mí contar con el apoyo de mi familia, sobre todo de mi mamá Nancy, no dudé en solicitar el traslado para la Unidad de Instrucción Penal de Trinidad, donde comienzo como instructora. Asumo la jefatura el 18 de mayo del 2020”, dice y en el énfasis de la frase se intuye una etapa intensa de trabajo y de aprendizaje.
“Es un órgano integrado dentro del Ministerio del Interior que recién arribó a su aniversario 20 y cuya misión principal es profundizar en las acciones del proceso investigativo ante un delito de cualquier naturaleza y buscar elementos de prueba con valor ante la ley para incluirlos en el expediente de fase preparatoria. Con estos elementos el Tribunal puede disponer la responsabilidad o no de los implicados.
“La Ley No. 143 aprobada recientemente introduce cambios relevantes en la extensión de los términos en los procesos de instrucción y de tramitación del expediente investigativo. Además, aunque busca la máxima eficacia en la prevención y sanción de los delitos, respeta los derechos fundamentales y las garantías del imputado, que dejó de nombrarse acusado”.
La nueva Ley del Código Penal exige una preparación permanente.
“Sí, porque introduce muchas novedades. En el orden jurídico es muy beneficiosa para nuestros procesos porque la presencia de un abogado en una primera declaración le da valor legal a lo que dice el imputado. Además, la víctima también tiene derecho a ser representada por un letrado.
“Lo otro que propicia la norma es que se llevan al Tribunal los hechos que tengan más relevancia social, pues ofrece la posibilidad de que las partes se pongan de acuerdo. Eso se llama Criterio de Oportunidad, siempre que exista un nivel de aprobación entre la Instrucción y la Fiscalía”.
¿Cómo asume la responsabilidad de dirigir una Unidad de Instrucción Penal?
“Es una tarea compleja porque nunca me he desligado de mis funciones como madre, pero he contado con el apoyo de todos, desde mis superiores, los jefes que me antecedieron, los compañeros de la Fiscalía y mis subordinados, casi todos jóvenes y mujeres.
“Somos 14 oficiales; un equipo pequeño pero muy unido, que afronta las situaciones de los procesos penales con mucho dinamismo y mucha profesionalidad. Soy muy exigente con la conformación del expediente investigativo porque cada documento acreditado es revisado por el abogado y hasta por el mismo imputado. Es el resultado del trabajo colectivo y de nuestra unidad.
“Cuando es un hecho de connotación social les doy participación a todos. La vida nos ha demostrado que si se cohesiona el colectivo se logra un proceso penal de más calidad, con todas las pruebas testificales y criminalísticas imprescindibles en la fundamentación testifical y probatoria. Hay delitos muy complejos, como los de malversación económica o proxenetismo que debe trabajar la Unidad provincial, y por la experiencia de nuestro equipo se han esclarecido en el municipio”.
A veces resulta difícil mantener la ecuanimidad.
“Nos ha tocado de cerca, por ejemplo, en los delitos sexuales contra menores víctimas. Vivir un proceso de ese tipo es muy fuerte y se necesita de mucha serenidad porque también soy madre. Yo he trabajado en ellos, y cuando se logra probar la responsabilidad de los adultos implicados es la recompensa más grande que puede tener un instructor penal”.
Y es la mayor Maybe León Rodríguez la que habla ahora. La oficial reconocida con las medallas por 10,15 y 20 años de servicio en el Ministerio del Interior, la del 60 Aniversario de esa institución y dos de Servicio Distinguido. La oficial que tampoco renuncia a sus sueños. “Si me muero mañana y vuelvo a nacer seguiría optando por Derecho”, recalca mientras intenta explicar su obsesión por esa especialidad.
“En aquel momento en Villa Clara lo que se estudiaba era la carrera de Policiología y, sin renunciar a esa posibilidad de superación, matriculo la licenciatura en Derecho en el Centro Universitario Municipal. En el segundo año cambian el plan de estudio en el Instituto Militar y recibo mi título en el 2009.
“En el 2011 me gradué de licenciada en Comunicación Social en la sede universitaria de Trinidad. Para mí resultó un reto grande porque soy tímida, siempre tuve miedo escénico y esa carrera, que no tenía nada que ver con lo militar, me brindó muchas herramientas para ampliar mi universo cultural y mejorar las relaciones de trabajo”, comenta.
¿Cómo es la Maybe que llega a la casa y se quita el uniforme?
Maybe es una mujer como las demás, llego apresurada a terminar la comida, aunque muchas veces mi mamá ya la tiene preparada. Soy exigente con las tareas de los niños y otra vez agradezco la dedicación de mi madre que fue maestra, pero nunca he estado al margen de sus deberes escolares. Las mañanas sobre todo son duras (ríe).
Maybe en la casa es amable, agradezco la ayuda de mi esposo actual y tengo excelentes compañeras de trabajo, pero mi mamá es mi amiga. Trato de mantener una armonía en la familia, es el único momento para liberar las tensiones.
Defectos…
Es difícil reconocerlos, pero todos los tenemos porque somos seres humanos. Ya lo decía, tengo un temperamento fuerte. Cuando me emociono lloro y parezco dócil, pero hay otra Maybe dentro de mí, que no me gusta nada. Te lo digo con honestidad y a medida que han pasado los años he tratado de dejarla atrás. Pero de lo que sí estoy totalmente convencida es de que la vida militar me ha hecho ser una gran mujer.
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