Para el joven de 19 años Julio Alejandro Calero Suárez, el 2022 ha estado lleno de bendiciones. Lo dice él mismo cuando le propongo hablar de los sucesos que protagonizó en menos de dos meses.
No le falta razón. En ese lapso pulverizó un récord nacional de 31 años: el de los 50 metros estilo pecho, se convirtió en el primer espirituano en asistir a un Campeonato Mundial y se bañó de medallas en los Primeros Juegos del Caribe de Guadalupe.
“Estoy muy satisfecho, no puedo pedir más nada, y sí es un año cargado de bendiciones”, ratifica mientras inicia sus bien merecidas vacaciones compartiendo con los muchachos de los Juegos Escolares, la cantera de donde él nació hace 12 años.
Lo del récord inundó la Copa Nacional Marcelo Salado a fines de mayo. Cuando Pedro Hernández, primer medallista mundial de la natación cubana, impuso su marca de 28.73 segundos, Calero ni soñaba con nacer. Por eso al parar los relojes en 28 segundos y 70 centésimas sintió que su pecho no era justamente un estilo: “Me puse muy contento, desde que comencé escuché mucho sobre Pedro, mis respetos para él; el resultado tiene que ver con la preparación y la progresión que he tenido, además del cambio físico”.
Luego vino el Mundial de Budapest en junio, donde nadó con parte de la élite del mundo y tuvo como mayor saldo ser el cuarto mejor ubicado de Latinoamérica.
“Hice una preparación previa para los dos eventos, pues fue uno detrás del otro, pero más enfocada en los Juegos, donde más posibilidades tenía de medalla. Al Mundial llegué un poco cargado con los entrenamientos, era mi primera experiencia a ese nivel, pero me sentí bien, fui el primero en competir, no salió mi tiempo, pero me acerqué a él en los 100 cuando quedé a 30 milésimas de mi mejor marca personal y en los 50 fui descalificado”.
En Guadalupe aportó a la cosecha de 31 medallas de la natación cubana, al lograr un oro como parte de la cuarteta del relevo mixto del 4×100 (en el que nadó su coterránea Lorena González, ganadora de otro oro y dos bronces) y tres bronces en 50, 100 y 200. “En los 100 competí con los dos mejores de Centroamérica y me quedé a un segundo de sus mejores tiempos. En los 50 metros los tres primeros hicimos 28 segundos y tanto, yo un poquito más largo, pero fue una batalla cerrada, incluso volví a romper el récord de Pedro, aunque el de la Copa fue más bajito. En los 200, que es mi evento más flojo, la primera serie hizo 2.23-2.24 minutos y yo tenía 2.26. Expresé “Dios mío, me quedé sin medallas”, pero dije: Tengo que lucharla, me pegué, cogí bronce y bajé 4 segundos mi tiempo”.
Fuera del agua se traza sus próximas metas, entre ellas lograr los boletos para los que pudieran ser sus segundos Juegos Centroamericanos y Panamericanos y “seguir mejorando mis marcas, la preparación que tengo es como para llegar a ser uno de los mejores pechistas del país”.
Julio es uno de los niños más buenos que conozco. Discreto, humilde, respetuoso. Lo conocí cuando tenía 9 años…y tuve el privilegio de compartir en competencias con su bella familia. Unos tíos espectaculares y una madre especial. Todos han vibrado a la frecuencia de Julio y él ha correspondido con su esfuerzo, su entrega y su talento.
En estos momentos es lo mejor que tiene la natación cubana. Las medallas son importantes pero los tiempos son muuuucho más importantes. Y Julio ha tenido una progresión muy buena.
Su familia habanera (nosotros), siempre al tanto de su evolución y disfrutando cada centésima de segundo que baja. Segura estoy de que nuestros gritos cuando lo vemos nadar, se escuchan en su terruño.
Salud y amor para Julio hoy y siempre…y todos los éxitos del mundo para él.
Tienes toda la razón, niño, modelo, disciplinado, con una súper madre, cuantos recuerdos, guardo de él, en mi desempeño como médico de la natación espirituana, mis felicitaciones, besos y abrazos, para ese talento de la natación cubana, Dios lo bendiga y cuide, le deseo un camino lleno de glorias