“Hay gente que no quiere creer en los milagros, pero sí existen, conviven con nosotros”, fue el saludo de Laudel de Jesús Pérez Salas a la insistencia periodística para conocer la noticia del regreso a la escena cultural espirituana de uno de los espacios que han propiciado mayores alegrías a la urbe del Yayabo: reabrió sus puertas la sede de Cabotín Teatro.
Ubicada en el interior de la Casa del Teatro, en el mismísimo corazón del bulevar espirituano, el pequeño espacio se había cerrado antes de la llegada de la covid por la invasión desmedida de comején.
“Sabemos cuánto se ha sentido el país como el mundo el impacto de la pandemia. Vivimos una situación económica muy complicada y realmente creí que no fuera posible volver a la sala. Incluso, llegué a decirles a las autoridades que no pasaba nada, que lo entendía. Seguiríamos haciendo teatro igual. Si comencé debajo de una mata, estoy seguro de que no me detiene nada. Pero, milagrosamente, gracias a la voluntad del Estado, la Cultura, el Consejo de Artes Escénicas y el Gobierno de la provincia reinauguramos y estamos muy felices”.
Sistema de luces, aire acondicionado, tabloncillo libre de plaga y sillas tapizadas ofrecen la bienvenida a quienes se aventuran a cruzar el umbral del pequeño espacio, donde siempre se está seguro de disfrutar una propuesta con calidad.
“El regreso implica que ‘restauremos’ un grupo de espectáculos que dormían por el paso de la covid. Entre ellos, tenemos a Nevada, de Abel González Melo; Ciudadanía y Carnicería, de Ulises Rodríguez Febles, y trabajamos Tragedia de una mujer estéril, texto del espirituano Roger Fariñas. Esta última la comenzamos a procesar casi en las narices de la pandemia. Se detuvo. Después volvimos a empezar. Cuando el coronavirus parecía que iba a ceder, vivimos una segunda ofensiva. Ahora, volvimos porque queremos, pensamos y deseamos estrenar en marzo”.
Pero, Cabotín… no deja jamás de sorprender. El retorno a su guarida se robó las miradas del público infantil.
“Digamos que es una nueva arista, ya que Laura Marín y Liobis García tienen inquietudes con el teatro para niños y niñas. Es un espectáculo de creación colectiva que no está sujeto a un texto, pero funcionó. No tiene un esqueleto muy potente, pero devela el talento de ambos para esa particularidad artística que no todos podemos hacer. Cantan, bailan, actúan…; es una buena propuesta”.
¿Seguirá Cabotín Teatro apostando por ser escuela en predios espirituanos?
“Lo de escuela lo dice usted. Hay un grupo de orientaciones del Consejo Nacional de recibir egresados, aunque sé que sigue costando su retorno a la provincia, después que terminan los estudios. Estamos dispuestos a seguir trabajando. De nuestro grupo hay cuatro actores que cursan el Instituto Superior de Arte. Verlos superarse, dirigir, escribir para medios especializados nos da mucha alegría. Por ello, podemos decir que sí contamos con un florecimiento del pensamiento académico”.
Ha sido tendencia que Laudel de Jesús les abra las puertas a varios de sus sueños…
“Creo que es bueno que dirijan, como lo hará Alejandro García con Ciudadanía… o lo que están haciendo Laura y Liobis para el público infantil. A mí me dieron oportunidades, me ayudaron, me estimularon, por tanto, no puedo hacer menos. Sé que a veces chocan un poquito con mi carácter y eso es porque soy un tanto estricto, a veces fuerte, pero en la medida que he madurado me he puesto más sensible. El principio fundamental para aprender es la humildad, al igual que la disciplina, saber escuchar”.
¿Sigue viva la misma pasión por el teatro que cuando emergió públicamente en Taguasco?
“Sí, lo que con los años las pasiones se transforman, se vuelven más racionales. Por ejemplo, lo que hice con La mano del negro, de poner a los muchachos a entrenar más de un año, bailando bajo el sol sobre el pavimento, no lo haré más. Hoy pienso más en cuidarlos, que prosperen y que perduren en el teatro”.
Tal vez, Laudel de Jesús no se ha percatado que el vocablo teatro cobra una fuerza abrumadora cuando lo pronuncia. Quizá sea la misma que generó que junto a Guiñol Paquelé, su proyecto Cabotín Teatro integre el catálogo de excelencia del Consejo Nacional de las Artes Escénicas.
“Hay que seguir trabajando. Estamos comprometidos a ofrecer espectáculos de calidad”.
Después de los reestrenos y de Tragedia de una mujer estéril, ¿qué hay entre las manos de Laudel?
Hay un texto que me desvela: Morir del cuento, de Abelardo Estorino.
¿Apostar por un clásico en pleno siglo XXI?
El teatro es un riesgo, es lo bonito que tiene. Tengo que seguir soñando. Es un espectáculo ambicioso y grande, porque solo lo montó el propio Estorino.
¿Ha valido la pena hacer teatro en un escenario como Sancti Spíritus?
Quizá no me lo creas, pero yo les he dicho a mis actores que conquisten otros horizontes teatrales, donde no se sienta elespíritu de una ciudad hechizada. Soy como un salmón por hacer teatro aquí. Es mi necesidad, primero, mi propósito, mi aspiración… Me ha llevado a estudiar, investigar, a ser yo.
¿Seguirá por mucho más Laudel de Jesús siendo un hacedor de cabotines?
Pensamos que sí.
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