Como es tradición entre los que ha comandado históricamente las riendas de nuestro país en época de Revolución, las calles de Pinar del Río y sus habitantes vieron pasar al Presidente, al primer secretario del Comité Central del PCC, al líder.
Y no pasó de largo; caminó, miró a los ojos de las personas, tomó la mano de los niños, preguntó a los ancianos, indicó a sus compañeros y regó así la esperanza ante el desastre que la naturaleza impone.
De frente a los pobladores del Reparto Hermanos Cruz y pinareños que lo saludaron en la arteria principal de la ciudad, habló de la necesaria ayuda del país a los afectados y a las instalaciones dañadas.
Por esas humildes formas, apegado a su pueblo, hoy vimos un fiel heredero de Fidel que hace del gesto de dar la mano la más dulce y esperanzadora manera de gobernar, en constante rectificación de la historia.
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