Al menos en pelota, para los cubanos, el mejor director es aquel que logre ganar. Así y punto. Es una mentalidad enraizada que no ha cambiado, ni siquiera porque el béisbol lo que más ha hecho en los últimos años es perder eventos.
Por eso nadie aspire a encontrar “consensos de aceptación” a la más reciente designación del pinero Armando Johnson como director de los equipos Cuba al Clásico Mundial del 2023 y a todos los torneos internacionales hasta el 2024 y quien, definitivamente, será bueno o malo solo cuando pase el maremoto del primer evento, o sea, el Clásico.
Digo más: en el más extremo de los ilógicos, de hacerse una encuesta, cada cubano pondría el candidato suyo a partir de resultados históricos, simpatías personales o conocimiento real, y la lista sería interminable.
De ahí que sea esta una de las decisiones más riesgosas, controversiales y peliagudas que le haya correspondido a la dirección del béisbol y hasta del Inder nacional; claro, hasta que llegue el anuncio del equipo que nos represente en el Clásico, cuando la polémica de seguro dejará pequeña a la actual sobre Johnson.
Ahora, más allá de la sorpresa de la elección y las favorables y desfavorables opiniones generadas, detrás de esta se lee más de una nota discordante. Una de ellas ya es comidilla entre algunos protagonistas de la próxima Primera Serie Élite: ¿es mejor ubicarse en los últimos puestos de la Serie Nacional para ser elegible a cargos tan respetables como dirigir el Cuba de mayores y el Sub-23?
Ello se infiere de la nota de la Comisión Nacional para sustentar la elección, tanto de Johnson para el Cuba del Clásico y “los restantes eventos de primer nivel a los que asistiremos durante los años 2023 y 2024”, como del cienfueguero Alain Álvarez Moya para dirigir el equipo al Mundial del Sub-23 en octubre venidero en Taiwán.
No es que dirigir sea un premio o un estímulo, pero entonces, ¿de qué vale reunir resultados en el principal evento del béisbol en Cuba, si estos no son tenidos en cuenta para tamañas responsabilidades? Lo digo no solo por la elección de los mencionados managers, cuyos equipos figuraron en la segunda división de la campaña nacional más reciente, sino porque en el cuerpo de dirección, excepto Armando Ferrer, ninguno de los directores ni los técnicos de los principales elencos del Clásico nacional en su versión 61 fueron llamados a filas, al menos hasta ahora, ya que se están anunciando a cuentagotas, como en una película de suspenso.
Lo más llamativo para mí es la ausencia en los cuerpos de dirección, hasta ahora, de Carlos Martí, el manager que no solo ganó en la última campaña, sino el que acumula la mayor cantidad de títulos (cuatro) en el último quinquenio con diferentes equipos.
Y si ello no es muestra de sapiencia o de “competencia profesional”, para usar los términos de la Comisión como indicador para elegir el manager del Cuba, entonces me declaro “incompetente” para evaluar el caso.
Según ese órgano, “como establece la nueva estrategia para el desarrollo de nuestro deporte, la decisión implicó profundos análisis sobre las competencias profesionales de cada candidato a ocupar esa responsabilidad, incluidos los resultantes del seguimiento asignado a ellos durante la 61 Serie Nacional de Béisbol y sus desempeños internacionales de los últimos años”.
Si vamos al último indicador, el de “los desempeños internacionales de los últimos años”, no se corresponde la elección pues, aunque reconozco la valía de Johnson y “su larga y fructífera trayectoria como mentor en las series nacionales y con el equipo Cuba en categorías menores”, tal como enuncia la Comisión, el resultado más reciente solo se limita a la medalla de plata en el certamen panamericano Sub-23 disputado en Aguascalientes, México, en junio pasado. Y, en verdad, con esta varilla no se puede medir absolutamente a ningún manager en Cuba, ya que hace rato no ganamos en ningún evento de renombre a escala universal y lo mismo hemos perdido Juegos Centroamericanos, que Panamericanos, que Premier 12, que Series del Caribe con Rey Vicente Anglada, Víctor Mesa, Carlos Martí y ni decir de los Clásicos con solo una medalla al cuello del difunto Higinio Vélez, quien también perdió después.
Pero en el caso del pinero otro detalle deja en entredicho lo del seguimiento, pues a pesar de sus méritos incuestionables, antes de la última campaña estuvo alejado por varios años de la dirección del equipo de la Isla de la Juventud, que es como decir alejado de la papa caliente.
Considero, desde mi humilde “competencia profesional”, que de algo debe servir nuestro principal espectáculo donde cada manager tiene la posibilidad y la necesidad de “escautear” al contrario, medir con varitas cada estrategia, foguearse en la toma de decisiones en caliente o bajo presión, capacidad para aglutinar y motivar caracteres diversos bajo la bandera de la disciplina, autoridad probada y ganada, defensa de la camiseta que representa en fin todo lo que un director, al menos en Cuba, tiene en las manos para formarse como manager, más allá de escuelas prefabricadas, que tampoco existen en este país.
Ahora estará la Serie Élite como otro laboratorio para que el director pueda estudiar sus posibles pupilos, una de las más duras misiones encomendadas al recién nombrado.
Aunque a veces una mala decisión pesa en una jugada y hasta en una medalla, no creo que sea un director u otro quien decida la suerte de Cuba en el próximo Clásico y sí la calidad de la materia primera que podamos reunir y la manera de usarla para tan caro compromiso, pero de eso hablaremos después.
Varios nombres estaban en las apuestas de quienes se arriesgaron a pronosticar: Alfonso Urquiola, el propio Anglada, Germán Mesa, Eriel Sánchez, Pedro Jova…
Mas, la suerte está echada. Mi competencia —mejor aclaro, mi campo profesional— no me lleva a decidir lo que a otros, en este caso, la Comisión de Béisbol, le toca; pero sí me permite evaluar los trasfondos de una decisión que puede repercutir en el futuro inmediato y mediato de la pelota nacional.
Para el Clásico apenas hay tiempo de regodearse, porque de él nos separan unos cinco meses. Mientras, Johnson estará en el círculo de espera y con la varilla bien alta.
Jhonson será y es el blanco de quienes juzgamos. Pero la varilla no está alta, si se tiene en cuenta las actuaciones de nuestros equipos Cuba en los últimos años la varilla está bajita. Por otra parte eligan quien eligan siempre va a ver polémica. Mencionas managers de tremenda calidad demostrada pero que no están interviniendo en la serie nacional, y eso está bien? Hubiese sido comida para polémica también. Mencionas a Pedro Jova pero qué mérito tiene éste actualmente, ninguno. Eriel, nuestro Eriel apenas comienza, ayer se retiró y queremos que dirija en el mayor evento de beisbol. Osea sea como sea, habrá polémica. Jhonson no lo veo tan mal realmente, tiene experiencia, se ve que aglutina, mucha humildad. Y apenas habla, que bueno que así sea. Lo veo como un manager sereno que da confianza. Que no intenta ser protagonista. Pero vamos a ver porque si con algo concuerdo con este artículo es que los buenos resultando dependen fundamentalmente de la calida de los peloteros y de su desempeño. Hay polémica y que rico es que allá, habrá polémica. Flotarse las manos cuando confeccionen el equipo, pero bueno para eso falta.
Sobre Armando Johnson, lo considero preparado y con condiciones, con el director del sub 23, ahi si no, existen otras variantes.
El problema de la baja en profunda picada del juego de pelota en Cuba, nuestro Deporte Nacional, va mucho más allá de la designación anticipada de un Director para los equipos Cuba. La calidad en sentido general emigró de Cuba, y resulta casi que imposible organizar o crear un equipo que represente a Cuba y su camiseta, y no integre la selección pensando en las grandes ligas. El Deporte en general tiene en nuestro País una altísima dosis de tratamientos politicos, y los dirigentes deportivos mantienen el mismo discurso y métodos de selección y trabajo de más de 6 décadas. Nos quedamos detenidos en el tiempo y el mundo en general cambio, y cualquier equipo a nivel mundial es muy superior a Cuba. Y lo más jodido de todo es que de los fracasos no se sacan las consabidas experiencias ni la se aplica un plan moderno que sustente el Baseboll desde las bases.
Condiciones y espectativas de vida, necesidades personales y familiares y posibilidad de mediante el deporte y los sacrificios que implica tener una forma en onrada de vivir.
Ni el Sr Jonshon ni ningún directivo podrá solucionar lo que compete al gobierno y lógicamente en la Comisión Nacional seguirán entreteniendose con sus estúpidos análisis y no menos estúpidas desiciones, y los aficionados seguiremos esperanzados de que ocurra un milagro en los diferentes eventos que participamos.
Hagan una consulta popular por escrito y que la gente opine y con seriedad conviertan un debate nacional de baseboll
En la chispa que encienda el apagado motor de la pelota en Cuba,
Los directores de pelota en Cuba no son magos, igual son seres humanos,
y si fueran magos fueran ricos y no vivirían en Cuba.
Señores que seleccionaron a Jonshon,
Aún están a tiempo para dar nueva vida al Deporte Nacional de Cuba.
Gracias si me leen,
Fan del equipo Industriales.