Tras rendir una excelente faena, Yunier Mendoza Alfonso se perdió los últimos compases de la Serie Nacional en su versión 61.
El emblemático primera base de los Gallos se recupera en casa de un accidente doméstico con su motorina, que le provocó una herida de seis puntos.
“Me fui a bajar de la motorina, la dejé encendida, un socio me vino a saludar y sin querer tocó el manubrio, el equipo se fue hacia delante y me lastimó en la pantorrilla. Me suturaron, pero ya la herida está sana, el fin de semana me quito los puntos para incorporarme a los entrenamientos el próximo lunes con vistas a la postemporada”, detalla Mendoza.
Mientras, anda con cosquilleos, pues ha tenido que ver, o mejor, escuchar los toros desde la barrera, con la intranquilidad que ello provoca en un hombre que gusta de estar activo en el terreno.
“Imagínate, estaba oyendo el juego de mi equipo, loco por empezar a jugar, por estar en el terreno, que es lo que le gusta a uno”.
Pero a esta altura ya Mendoza hizo lo suficiente para que su equipo lograra la clasificación en el primer lugar. Aunque no bateó sobre 300 como ha sido habitual durante la mayoría de sus 23 temporadas, el trinitario cerró una de sus campañas más productivas.
De hecho, fue el máximo impulsor del elenco con 56, algo inusual ya que su promedio en 22 campañas es de 36 y en total acumula 792 impulsadas. Además, produjo 31 anotadas con 77 hits, de ellos 12 dobles y un cuadrangular.
“A principios de la campaña Eriel habló conmigo de que iba a empezar de tercer bate, pero que después me movería a cuarto o quinto porque hacía falta un hombre que estuviera detrás de Frederich Cepeda, al que le dan muchas bases por bola, y podría empujar muchas carreras. Así ha sido, este año empujé la cantidad de carreras que jamás y nunca había empujado en mi vida”.
Para Mendoza hay más: “Cuando vengo con hombres en circulación no me estoy apurando mucho como antes, que me apuraba en los primeros lanzamientos, simplemente busqué el lance que yo decidía y a la vez que le dan cuatro bolas malas al hombre que viene delante uno se prepara más porque quiere darla en ese momento”.
A este hombre se le suele ver siempre activo, haya o no campeonato. Puede ser detrás del edificio donde vive o en la jaula de bateo del estadio José Antonio Huelga. “Siempre me preparo bien, pero sin saber qué resultado puede venir y claro que esperaba estar bien, pero lo de las impulsadas no, gracias a Dios salió”.
Todos sus dígitos asombran más porque se producen a sus 41 años y 23 temporadas. “Eso te lo da el entrenamiento y todos los días en el gimnasio, que es lo que le asegura a uno poder jugar bastantes juegos sin cansarse, este año incrementamos la mandarria, que ayuda mucho”.
En días jugará otra postemporada quien protagonizó aquella emblemática vs. Holguín, cuando su equipo obtuvo el subcampeonato. ¿Cómo ve el defensor de la primera base el próximo reto?
“El equipo se mantiene bien y la gente está bastante motivada, podemos dar el alegrón que la gente espera, este año no hay refuerzos y si ganamos seremos nosotros mismos. Como todo el mundo sabe, años atrás teníamos grandes equipos con grandes peloteros con cinco o seis en el Cuba y nunca se ganó. Pienso que en este equipo, aunque no tenga tantas figuras, tenemos muchachos nuevos que son capaces de hacer las cosas, más Cepeda y yo, que somos los más veteranos y hay bastante química”.
Y para los que hablan de retiro, adelanta: “Todavía estoy en forma y creo que puedo aportar más a la causa espirituana”.
Este excelente escrito de Elsa es un merecido homenaje a Yunier Mendoza, hombre que se caracteriza por su humildad, modestia y censillez pero que, como deportista, es grande entre los grandes y un verdadero ejemplo a seguir.
A este baluarte de la primera almohadilla, mi respeto y deseo de una pronta recuperación.