Después de lo alto que dejaron la varilla los niños del Sub-15 con su medalla de plata en el Campeonato Mundial, los muchachos del Sub-23 tendrán por delante un durísimo compromiso cuando intervengan en su lid universal del 13 al 23 de octubre en Taipei de China.
No son ni los mismos torneos ni los mismos rivales y ya se sabe que en el béisbol, en la medida que sube la edad, se eleva en esa misma proporción el nivel. Hay algo más. En la primera incursión de Cuba en este evento, justamente hace dos años, la selección asistente se quedó a las puertas del podio al ocupar el cuarto puesto.
Aquella fue, al menos para esta comentarista, una actuación decorosa, no ya por tratarse de un estreno, sino porque el equipo, dirigido entonces por Eriel Sánchez, llegó desarmado a la fase final tras el abandono de 12 miembros de esa selección, algunos de ellos piezas claves en ese conjunto.
Pero volvamos un instante al Sub-15 y sus lecciones. Además del talento de los muchachos, hay que señalar que los principales atributos que los llevaron al subtítulo se resumieron en la garra y la combatividad en el terreno y la capacidad competitiva para enfrentar los rivales y solo cedieron ante equipos superiores como Estados Unidos, ganador del título, y Japón, contra el cual físicamente perdieron, aunque lograron el derecho a discutir el oro por una violación de los nipones en el uso de sus lanzadores.
Si la selección nacional logra explotar esos atributos podrá ir avanzando en el organigrama de un torneo, aunque no se trata solo de empuje. Si algo preocupa, al menos en mi caso, es el bateo, si tomamos como referencia el comportamiento de este departamento en la pasada Séptima Serie Nacional de la categoría cuando tampoco tuvieron mucho tiempo para probarse o ajustarse por lo corto del calendario, que ni siquiera tuvo en cuenta la necesidad de darles más competencia a peloteros que enfrentarían un Mundial, el principal evento que enfrenta el béisbol cubano este año.
La preocupación nace del hecho de que ahora tendrán box de por medio a serpentineros de mayor calidad, de seguro, mucho más veloces que los nuestros y más fogueados, como mismo sucede con los bateadores.
Parte de las esperanzas de la ofensiva descansan en hombres como el guantanamero Pedro Pablo Revilla, quien ha mostrado su poder no solo en la pasada Serie Nacional, sino en la liga nipona con la que está contratado y quien ahora se pinta como posible cuarto madero.
Pero un solo hombre no hace equipo, aunque también hay esperanzas con el aporte del granmense Guillermo García, insertado en el béisbol japonés, lo cual le ha permitido foguearse con un pitcheo de primera línea y de recursos como el asiático.
Habrá que encontrar las fórmulas para hacer las carreras suficientes para respaldar un pitcheo que, desde el papel, parece lo más fuerte, encabezado por un trío formado por Marlon Vega, Naykel Cruz y Frank Abel Álvarez, con experiencia en el mundial pasado y con carretera en las Series Nacionales.
Justo a ese cuerpo pertenecen los dos espirituanos que lograron hacer el grado en esta selección: Roberto Hernández Navarro y Alex Guerra. El primero de regreso a las selecciones nacionales tras un periodo en el que estuvo afectado por lesiones en su brazo de lanzar que lo llevaron finalmente al quirófano, y que mostró visos de recuperación en la pasada campaña Sub- 23.
En el caso de Guerra, enseñó clase en la pasada Serie Nacional con los Gallos e integró la selección nacional que obtuvo medalla de plata en el Panamericano de la categoría este año.
Como sucede en la mayoría de los eventos los cubanos llegan sin conocer a sus rivales más allá de por los nombres de los países y eso puede influir en su desempeño, aunque no es tampoco la primera vez que se asiste a un torneo con insuficiente roce internacional o ninguno.
Para llegar a la cita, los peloteros cubanos han realizado una preparación intensa que ha incluido topes con sus homólogos que se alistan para la Primera Serie Élite la cual supone un nivel mayor, aunque el saldo de ese roce no se podrá medir hasta tanto no inicie y se desarrolle el Mundial.
Lo que sí pudo ensayar el equipo fue el esquema de los juegos, ya que se jugaron a siete entradas como mismo se hará en el torneo asiático.
Cuba sigue con ansias de disfrutar un título y creo en verdad que no será esta la ocasión a juzgar por los rivales que se anuncian, incluso no será fácil el acceso a la llamada Súper Ronda.
Por ese orden se enfrentará en su grupo a Puerto Rico, Australia, Corea, Holanda y México, elencos que pertenecen a países con tradición beisbolera y ya se sabe que la mayoría de los jugadores de esa categoría están casi listos para saltar a la pelota grande.
Los mexicanos ya ganaron una vez —la segunda edición—, los australianos ya se llevaron una plata al cuello, en tanto Corea tiene un bronce.
Por la otra llave jugarán Colombia, Venezuela, Japón, Sudáfrica, Alemania y los anfitriones.
Se extrañan entre los participantes a potencias como Estados Unidos, República Dominicana o Canadá, pero los inscritos han ganado terreno en el béisbol internacional y le aportan, desde el papel, cierta paridad al evento.
Para salir con vida de la fase clasificatoria Cuba debe ocupar uno de los tres primeros lugares del grupo por lo que deben ganar al menos tres veces, no importa a cuál rival.
Jugar a placer y sin las presiones que suelen plantarse en el terreno y el banco de los cubanos debe ser una de las pretensiones del Cuba Sub-23. Lo demás puede venir o no, pero hay que tener las ilusiones con los pies en la tierra.
Cantera de la MLB
Menos mal que no es en México