De aquella muchacha, que con apenas 19 años cruzó el portón del más vistoso palacete de la Plaza Mayor, conserva el ímpetu y la misma capacidad de soñar. Atrás dejaba la carrera de Cibernética —que eligió por la pasión a los números— y también las clases de inglés —su primera propuesta de trabajo—. Isabel Rueda Rodríguez cruzó el portón del Museo Romántico de Trinidad y selló un pacto de amor incondicional.
Recomendada por Evelio Rodríguez, entonces director de Cultura en el municipio, a quien le agradece el voto de confianza, se presentó al colectivo. Al alcance de sus manos la finísima vajilla, las alacenas de cedro, la pluma de oro y rubíes, las porcelanas y cristales de las más afamadas fábricas europeas… y un desconocimiento total. Pero era solo el comienzo.
A Carlos Joaquín Zerquera y Fernández de Lara le elogia su paciencia. “Me dictó toda la historia del museo y yo me dediqué a copiarla; junto a él hice todo el inventario de las colecciones”, dice y sus palabras evocan los días de intenso aprendizaje y de los viajes a La Habana, donde también encontró aliento: “Tienes oportunidades en el campo de la museología”, le animaron otras voces.
Regresó graduada de la primera escuela de Museología en la capital y con nuevos proyectos por hacer realidad. La licenciatura en Letras en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, innumerables cursos de superación y el diplomado de Gestión Turística del Patrimonio, entre otros, prestigian su currículo profesional que ha cultivado con una cuota grande de sacrificio y apoyo de la familia y los amigos.
“He contado siempre con la ayuda del colectivo; de 10 trabajadores que me recibieron cuando llegué al museo hoy son más de 30. Los conozco, los escucho, me solidarizo con sus problemas”. Y se enorgullece de la buena energía que los mantiene unidos: “Aquí no hay ego profesional, todos aportan sus ideas, lo mismo para proponer un tema investigativo que una actividad cultural”.
En cuatro décadas como directora del Museo Romántico, el primero en la urbe con ese carácter institucional, Isabel ha vivido (y sufrido) los avatares de cuatro intervenciones al edificio, una de ellas como reparación capital: “Cada acción constructiva agrede de alguna manera los elementos originales del inmueble. Por ello he sido inversionista de las labores, caminé cubiertas, revisé entrepisos y conexiones eléctricas, comprobé los materiales empleados y hasta supervisé trabajos desde una grúa. Ahora estoy escribiendo todo para que en un futuro sean más viables estos trabajos y con un mínimo de daños”.
Y no puede ocultar su disgusto por el poco avance de la restauración de las pinturas murales que decoran las paredes del palacete y de los objetos museables. “Fue un proyecto concebido desde el aniversario 500 de la fundación de la ciudad y ya estamos en el 2022. Va muy lento, pero no depende del equipo de restauradores, sino de los escasos recursos disponibles para una rehabilitación de esa magnitud”, comenta con pesar.
El museo ha sido también su hogar, ¿cuánto ha entregado, pero también recibido?
Con este colectivo técnico hemos logrado la mayoría de los objetivos. Nuestra institución se encuentra dentro de los museos más visitados del país, entre los de mayores niveles de recaudación, de los primeros solicitados en los paquetes turísticos y también uno de los preferidos por los trinitarios. Es una satisfacción y, a la vez, un compromiso.
He dirigido con ética porque cada profesional de la museología es importante, desde la veladora de la sala que debe estar preparada, pues en la medida en que conoce el valor de la colección, será capaz de protegerla, hasta los especialistas. Hay mucha riqueza patrimonial en esta edificación y todos la cuidamos con celo. En tiempo de huracanes no nos movemos de aquí. Cuando el Dennis en el 2005 evacuamos toda la planta alta; fue una experiencia muy fuerte.
Algunos de mis compañeros ya se jubilaron y se han incorporado jóvenes a quienes les contagiamos el deseo de trabajar, de investigar, de presentar sus propios proyectos. Es una retroalimentación maravillosa, que también me ha dado recompensas en lo personal. Poseo la Medalla Raúl Gómez García, la condición de Cuadro destacado durante varios años, distinciones y reconocimientos de organismos e instituciones.
El Premio Único de las Artes en 2022…
No tenía clara la noción exacta de cuánto significa, pero ahora camino por las calles y las personas, que a veces ni conozco, me felicitan y me dicen que el premio es merecido. Ese cariño me emociona y me motiva a trabajar más.
¿Cómo define las colecciones que atesora el Museo Romántico?
Excepcionales y no me refiero a la exclusividad de los objetos, sino al hecho de que la mayoría de las colecciones, tanto de muebles como de artes decorativas, pertenecieron a familias trinitarias. Y es admirable reconocer el interés de generaciones anteriores por guardar esas reliquias, hoy patrimonio de la ciudad. Gran parte de ellas fueron estudiadas y hasta resultaron temas de investigación de maestrías. Lamentablemente no pude ser una de las graduadas, fue la época en que mi madre enfermó y falleció.
¿La familia en el mundo de Isabel?
Imprescindible. Sin la ayuda de mis padres que atendieron todas las necesidades de mi niña me hubiese sido imposible entregarme por entero al museo, a mi trabajo. A mi mamá le estoy eternamente agradecida y a mi hija también. Hoy tiene 23 años y cuida a mi papá. Mi familia es una de mis grandes riquezas. He sido afortunada.
El Museo es sede del proyecto Urdimbre que trabaja con preciosismo la lencería.
Nuestra institución ha sido cuna de muchos proyectos en la ciudad. La primera peña del dúo Cofradía se realizó en el Museo Romántico; por aquí pasaron también el trovador Israel Moreno y la artesana Mery Viciedo, y se gestó además el proyecto Entre hilos, alas y pinceles.
En medio del último proceso de restauración se concibió el proyecto Urdimbre para el rescate de la lencería antigua como parte de nuestro patrimonio e insertarla al nuevo discurso museológico. Hoy, por ejemplo, el mantel que cubre la mesa principal del comedor fue elaborado por esas artesanas a quienes trajimos del hogar para socializar sus técnicas.
¿Proyectos pendientes?
No estaremos conformes hasta concluir la restauración de las pinturas murales y las distintas colecciones del museo. Hay muebles valiosísimos que requieren una intervención urgente y el edificio también necesita un mantenimiento anual. Contamos con los recursos humanos y la sensibilidad para que esta joya perdure siempre.
Escambray se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social, así como los que no guarden relación con el tema en cuestión.