Por más que muchos a estas alturas de retorno a la eufemística “nueva normalidad” crean que la covid es un mal del pasado, la realidad viene a hacer trizas tal absurdo. Y echa por tierra cualquier síntoma de mejoría —aunque no desdigo que lejos estemos ya de las estratosféricas cifras informadas aquí en meses anteriores— si nos atenemos a un dato: en los últimos seis días se han reportado 339 espirituanos infectados con covid, dispersos por los ocho municipios.
Y las estadísticas vienen a apuntalar, además, la certeza de que la complejidad epidemiológica parece ser crónica en algunos de los territorios espirituanos, pues en pico pandémico o no continúan siendo los de mayores personas positivas al nuevo coronavirus. En esa reiteración de gravedades son redundantes Sancti Spíritus, donde se computan en lo que va de semana 138 diagnosticados; Cabaiguán, 64; Fomento, 31; Yaguajay, 29, y Trinidad, 25.
Tal deterioro de los indicadores epidemiológicos ha venido a elevar, como ha solido suceder, la tasa de incidencia de casos confirmados de la provincia —que a su vez se inscribe como una de las más altas de Cuba—: 285.22 por 100 000 habitantes con 1 320 confirmados en la última quincena.
Por encima de la varilla de la media provincial, que no es tan baja como pudiera creerse, se hallan: Cabaiguán con 404.64; Sancti Spíritus, 357.18; La Sierpe, 348.31, y Fomento, 346.99.
Y para ponerle la tapa al pomo de tantas certidumbres bastaría saber, según se informa en el parte oficial emitido por la Dirección Provincial de Salud cada mañana en Radio Sancti Spíritus, que 493 casos permanecen activos en la provincia, de ellos 415 en ingreso domiciliario.
Es ese último punto: el aislamiento hogareño lo que viene a recordarnos, acaso, uno de los talones de Aquiles de la pandemia aquí, como lo ha sido el incumplimiento de las medidas establecidas, principio y retorno de los rebrotes todos. Estar en casa, por tanto. no puede convertirse otra vez en la punta de la madeja de casos y más casos.
Que la variante ómicron sea más contagiosa y menos agresiva, que la inmunización con las vacunas anticovid nos siga poniendo a salvo, que la enfermedad en muchos se pase ahora como un catarro… son condicionantes realísimas; pero nada nos puede hacer olvidar que la covid sigue al acecho —que a algunos los enferma y los mata— y mucho menos hacernos pasar de hoja.
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