La Agricultura espirituana vive uno de los escenarios más adversos de cuantos se recuerden y resulta bien conocido el giro experimentado en el campo a raíz de limitarse no pocas veces a cero la llegada de insumos esenciales, de manera que el suelo se explota en muchas partes a pura hombrada y tal vez el recurso más seguro ha sido la voluntad del productor.
Alrededor de la explotación de la tierra, las áreas ociosas y el proceso de solicitud y entrega se concentran buena parte de las esperanzas agropecuarias del territorio; de ahí la pertinencia de mirar esta materia con profundidad y acabar de zafar los nudos que frenan el uso de los terrenos improductivos porque define uno de los caminos más lógicos para incrementar las producciones.
A partir de que se masificara la entrega de tierra, en Sancti Spíritus gran parte de los terrenos ociosos o deficientemente explotados pasaron a manos de usufructuarios y, como se ha dicho muchas veces sobrevino una respuesta productiva, aunque nunca la comida llegó a ponerse delante de la demanda.
Si algo ha enseñado la obra agropecuaria espirituana en estos últimos tiempos es que no basta con tener el suelo repartido si no se acompaña de los recursos y la coherente explotación de las áreas; también revela que no toda la tierra otorgada en usufructo se utiliza bien, persisten terrenos ociosos, bases productivas reacias a deshacerse de superficies que no emplean y es muy demorado el proceso de entrega.
Por eso la tierra ocupa un primer plano en la cartera de los principales problemas que gravitan en el sector, de ahí que a la hora de evaluar el trabajo del 2021 la Agricultura se enfocara críticamente alrededor de un fenómeno que decide la ruta agropecuaria del territorio.
Se dice popularmente que entre cielo y tierra no hay nada oculto; entonces, no extraña la caracterización detallada que se tiene de los tropiezos en este campo. Lo que sí asombra es que en un proceso con más de una década de experiencia prevalezcan irregularidades y trabas que no compaginan con la premura productiva del momento, ni con la avalancha de indicaciones emitidas para agilizar trámites e incrementar producciones.
Por ejemplo, se vuelve paradójico que en la tierra entregada exista un potencial ocioso, sin explotar; cuando ese terreno se dio precisamente para transformar la improductividad. Resolver tamaña contradicción debe ser para Sancti Spíritus una urgencia.
Pero incoherente es también tener campesinos con posibilidades de producir más y que no se les amplíe el área, o se les agrande el usufructo en terrenos alejados, mientras existen no pocas veces suelos cercanos con poco uso.
Es cierto que en la provincia no se reporta tierra entregada fuera del término estipulado de 150 días; pero directivos del sector admiten que se espera a las jornadas finales para concluir la asignación del terreno.
¿Será tan imposible acortar los plazos de ese burocrático papeleo?
¿Estaremos en condiciones de demorar casi medio año la entrega de tierra teniendo personas solicitándola para producir y los mercados desabastecidos? Lo más lamentable es el desperdicio del tiempo porque en ese lapso se hace una cosecha de boniato.
Si desde hace años la voluntad del país, inclusive el reclamo especifico del ministerio de la Agricultura es que se ponga en explotación la tierra ociosa o deficiente explotada, resulta difícil entender que todavía el territorio arrastre la cruz de los terrenos improductivos en manos de Empresas estatales, Unidades Básicas de Producción Cooperativa y Cooperativas de Producción Agropecuaria, que no los utilizan; en ocasiones hasta están subdeclarados y, lo peor, se resisten a entregarlos.
Con una demanda de alimentos abrumadora, ¿se puede dar el lujo un municipio o la provincia de tener tierras perdidas en malezas mientras hay personas solicitándolas y esperando la entrega para ponerlas a producir?
Conforme al usufructuario se le aplica lo legislado y se le mira con lupa, es hora ya de acudir a lo estipulado para estos casos, exigir la utilización del terreno o aplicar lo que define la Ley: declarar la tierra ociosa de oficio, entregarla y ponerla en explotación.
A la par de los vaivenes de la tierra, sale a relucir la necesidad de fortalecer el desempeño de las estructuras de control y de las Comisiones Agrarias si se quiere acortar los plazos de los trámites y transitar hacia decisiones más objetivas y estratégicas que redunden en el desarrollo de la agricultura espirituana.
Llevar a cero la tierra ociosa y poner en uso toda la que ya está otorgada definen para la provincia líneas principales de trabajo, porque detrás de esa transformación se espera una respuesta alimentaria; sobre todo, cuando se sabe que hasta ahora el impacto en la producción no se corresponde con el nivel de suelo entregado.
los lunes que es el dia que atienden la entrega de tierras hay cantidades grande de personas
buscando el pedacito de tierra pero el buracratismo es tan grande,, y las trabas,, que estas colas
son todo el año ,,, creo que los cuadros de la agricultura no leen las indicaciones,,, esto preocupa
A ver, cr Camellón, ¿de dónde son los cantantes?¿quiénes tienen el pie en el freno?
Caramba Camellón, 67 medidas y muchas más y en vez de pa’lante, pa’tras. Y el pueblo pagando las concecuencias.
Muchas cosas andan mal, hay que:»CAMBIAR LO QUE DEBA SER CAMBIADO»
Y así quizás volvamos a ser el mayor exportador de café y azucar del mundo.
Detrás de un micrófono nada se resuelve.
Hay que estar allí, y no en la guardarraya, en el surco, en la granja, en la cooperativa, desde un buró y atrás del micrófono no se resuelve naaaada.
Hay que estar pegado al campesino y apoyarlo, usar la ciencia y la tecnología moderna si seguimos con esos pensamientos arcaicos terminaremos como los indígenas sembrando con la coa.
Es una verguenza la zafra que estamos haciendo, quizás haya que volver a crear ell MINAZ y desaparecer todas esas oficinas y cuadros que están dirigiendo la actividad azucarera y cañera.
Mientras no haya tanta gente metiendo la mano, y no se queden las cosechas esperando que las recojan. Porque es lo mismo con lo mismo todos los años.
Llevan 14 años «entregando» tierras y todavía no saben dónde está el nudo. El nudo está en qué hacen lo que le da la gana y juegan con la vida y el esfuerzo de las personas y salen ilesos e impunes. Venden tierras, se las guardan a sus amigos, se reparten los insumos entre allegados y la vida sigue igual.