La edificación de la Plaza del Mercado guarda huellas de su génesis que permanecen casi intactas. Techo con elementos característicos de la arquitectura morisca y el grabado del símbolo religioso de la añeja villa, el Espíritu Santo, nos regresan al siglo XVIII. Demasiada historia palpita en su interior y, por tanto, desterrar las marcas del deterioro es un deber máximo de la urbe.
Convencida de ello, la Oficina del Conservador de la ciudad de Sancti Spíritus se ha enfrascado en devolverle la vitalidad que durante años ha perdido parte de su segunda planta, justamente la zona más cercana a la esquina del conocido Boquete el Coco —calle Ernesto Valdés—, donde habitó el primer Taller de Artes Plásticas de la ciudad.
“Es un local que es propiedad de la Oficina —explica Roberto Vitlloch, director de la institución rectora de las obras de restauración—. Pensamos hacer una especie de salón de convenciones”.
Esa sería una verdadera inyección de modernidad en el mismo corazón del bulevar. Le nacerá un espacio capaz de acoger la realización de múltiples eventos.
“Tendría una capacidad modesta para alrededor de 80 personas en el salón plenario. Pero, contaría con todos los atributos de ese tipo de lugar como cabinas de audio y de traducción, elementos que gestionamos a través de un proyecto con la Oficina del Historiador de La Habana, que es la que nos conduce en este tipo de actividad”.
No se precisa de ojos expertos para comprobar cuánto se hace en el interior de la Plaza del Mercado. Muy cerca de su entrada por la calle Independencia grandes vigas sostienen el quehacer de constructores. Y con solo mirar hacia arriba la ausencia de su entrepiso deja al desnudo las paredes de la planta superior y el ir y venir de quienes laboran.
“Es un edificio muy viejo con muchos valores patrimoniales. Ya se hormigonó parte del entrepiso, porque dejamos el andamiaje de la madera del mismo que está decorada. Dicho proceder no limitará para nada el futuro objeto social del lugar que, a nuestro juicio, le dará vida al bulevar, porque su localización es ideal para hacer intercambios científicos, presentación de investigaciones, acciones relacionadas con los aniversarios de la ciudad o con otras efemérides”.
Esa área de la Plaza del Mercado no es la única edificación de la calle Independencia que mantiene en vilo a la Oficina del Conservador de la ciudad de Sancti Spíritus. El Centro de interpretación de la urbe —popularmente conocida como La Maqueta— también se registra entre las prioridades de su agenda.
“Queda pendiente por un mantenimiento constructivo. Se trabajó en el 2018, pero no llegamos a sustituir algunas de las alfardas de la segunda crujía y ahora sí lo vamos a lograr.
“Insistimos en poder intervenir otros locales, como los famosos altos de Geocuba, para hacer funcionar un taller de conservación de papel, porque nosotros debemos recibir en el año 2023 la donación del equipamiento que nos permita realizar esa importante labor para la historia y el patrimonio, ya que son muchas de nuestras fuentes de información. De esa forma, garantizamos la preservación de nuestra memoria como ciudad”.
Mientras cumplen con ambos anhelos, no deponen las acciones de búsqueda del pasado en las ruinas de la Iglesia de Jesús de Nazareno, en el Consejo Popular de Jesús María.
“Estamos también enfrentando problemas desde el punto de vista de trámites legales con la tenencia de la tierra y de otros edificios que estamos evaluando a través del grupo de Plan Maestro de nuestra Oficina y que muchos están subutilizados o en desuso. En ese esquema se encuentra esa iglesia, donde en sus muros todavía sobreviven vestigios de pintura mural con grandes valores patrimoniales”.
Tanto Roberto Vitlloch, experto arquitecto, como el resto del equipo que impulsa la institución —reconocida desde diciembre del 2018 por la Gaceta Oficial de la República de Cuba en su Decreto No. 346— conocen que se precisa de mucha fuerza y apoyo para transformar la ciudad, no solo desde el punto constructivo, sino que los cambios incidan directamente en la espiritualidad colectiva.
“Tuvimos dos años prácticamente infructuosos, sin ejecutar nada y en realidad en este 2022 ya en el segundo semestre fue que comenzamos a levantarnos. Y fue posible porque contamos con el apoyo del Gobierno de la provincia, que nos aprobó con carácter temporal el ingreso del aporte tributario del uno por ciento.
“Esto exige de un cambio de pensamiento de todos los organismos y entidades que aportan, ya que deben conocer que al final nuestra intervención tiene un impacto colectivo”.
Justamente, cuando se habla de necesidad de crear conciencia en torno a los cambios, le urge a la Oficina encontrar un local con todas las condiciones para que el alumnado de su Escuela Taller de Oficios Conrado Garau Gayá logre una formación más integral.
“El primer curso con dos años fue online prácticamente como resultado de la propia covid, pero ya es momento de materializar, concretar y, como decimos en el más auténtico criollismo, aterrizar todos nuestros anhelos”, concluyó el directivo.
El 2023 será decisivo para el despegue total de quienes son los más fieles guardianes de nuestro patrimonio.
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