En la rica historia de Cuba —y quizá de toda la América hispana— Patria fue el exitoso esfuerzo inédito de un periódico surgido para coadyuvar en los afanes por preparar una guerra independentista que José Martí llamó Necesaria, pero que consideraba además inevitable.
Original en muchos aspectos, Patria lo fue también en uno señero, y es que surge antes que la organización política que está destinado a representar: el Partido Revolucionario Cubano, el cual se funda el 10 de abril del propio año 1892; es decir, que lo antecede en 26 días, aunque Martí, por razones muy propias, no quiso que ostentara el honroso título de órgano oficial del PRC.
Martí tuvo a bien explicar en ese, su primer número: “Nace este periódico, por la voluntad de los cubanos y puertorriqueños independientes de Nueva York, para contribuir sin premura y sin descanso, a la organización de los hombres libres de Cuba y Puerto Rico… Para juntar y amar, y para vivir en la pasión de la verdad, nace este periódico”.
Lo cierto es que, como el propio rotativo expresa en su primer número, Patria será desde el poder informativo y movilizativo de las letras, un soldado de la causa de la manumisión del pueblo cubano y del de Puerto Rico, verdadero combatiente de papel capaz de movilizar conciencias en medio de un agudo combate ideológico con vista a la guerra de liberación nacional que se avenía.
Por tanto, Patria fue precursor de la Batalla de Ideas que concibió casi un siglo después el mejor alumno de Martí y líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro, quien en octubre de 1953 en el juicio por los sucesos del 26 de julio de ese año en la antigua provincia de Oriente lo llamó autor intelectual del asalto al cuartel Moncada.
Vehículo de información y esclarecimiento por excelencia, en la página 3 del primer ejemplar de Patria, Martí razona en un artículo titulado «A nuestra prensa» sobre el papel que le corresponde en la batalla por la independencia y la libertad. Y, en tal sentido, con la mente puesta en el desastre del Zanjón, escribe: «Nace este periódico, a la hora del peligro, para velar por la libertad, para contribuir a que sus fuerzas sean invencibles por la unión, y para evitar que el enemigo nos vuelva a vencer por nuestro desorden».
Y define el Apóstol el carácter y la esencia de la flamante criatura de papel y tinta, cuando añade: “Pero la prensa es otra cuando se tiene enfrente el enemigo. Entonces, en voz baja se pasa la señal. Lo que el enemigo ha de oír, no es más que la voz de ataque. Eso es Patria en la prensa. Es un soldado”. Esta definición la complementa magistralmente Martí cuando plantea: “El periódico es una espada y su empuñadura la razón. Solo deben esgrimirla los buenos, y no ha de ser para el exterminio de los hombres, sino para el triunfo necesario sobre los que se oponen a su libertad y progreso”.
Era el primer paso del periódico de la revolución independentista cubana que inicialmente aparecería cada sábado, al precio de 5 centavos, aunque al lado del precio se insertaba la siguiente aclaración: “Los productos del periódico se destinan a su mantenimiento”.
El rotativo en forma de “sábana” constaba de cuatro páginas a cuatro columnas, con un tamaño hoy inexistente de 52 x 36 cm. En un inicio se distribuía principalmente por correo y quienes contribuyeron financieramente para la aparición y sostenimiento de la publicación fueron los tabaqueros de Tampa y Cayo Hueso, e intelectuales cubanos y borinqueños que vivían en Nueva York.
Como recordaba en un artículo el ya desaparecido colega Juan Marrero, Martí fue el primer director de Patria, aunque en su etapa inicial no aparecía como tal en el machón. Tanto fue su amor por este periódico que él mismo corregía sus pruebas y, en ocasiones, los sábados ayudaba a liar los paquetes salidos de la imprenta y a llevarlos a las oficinas de correo para su despacho, sin importar nevadas o ventiscas.
Formaron parte de la redacción de Patria Gonzalo de Quesada y Aróstegui, amigo de Martí, y el puertorriqueño Sotero Figueroa, tipógrafo y buen escritor, a quien Martí admiraba mucho por el filo de su pluma. También trabajaron o colaboraron frecuentemente en Patria, entre otros, los intelectuales cubanos Benjamín J. Guerra, Manuel Sanguily, Francisco de Paula Coronado, Rafael Serra, Diego Vicente Tejera y el poeta Bonifacio Byrne.
Como mucho de lo que Martí había hecho hasta entonces, Patria era periodismo revolucionario del mejor, un ejercicio que aquel hombre excepcional había iniciado casi desde su infancia cuando vieron la luz en enero de 1869 sus primeros artículos en El diablo cojuelo y Patria libre. Evocaba Marrero que, “de los 28 tomos de que constan sus obras completas, la mayoría está compuesta de trabajos extraídos de las columnas de periódicos y revistas”.
En lo adelante aquel soldado de celulosa no cejaría en el combate y su eminente impulsor principal no le quitaría atención pese a sus incontables actividades que con frecuencia lo llevaban fuera de Nueva York, períodos en los cuales delegaba en sus principales seguidores, a quienes dejaba instrucciones precisas, unas expresas, otras más generales, pero con el claro propósito de definir principios, líneas y objetivos de Patria, como cuando apuntaba:
“(…) que no haya una manifestación de la vida, cuyos diarios accidentes no sorprendan al diarista: eso es hacer un buen diario. Decir lo que a todos conviene y no dejar de decir nada que a alguien pueda convenir”. Patria, según Martí, “debe ser coqueta para seducir, catedrática para explicar, filósofo para mejorar, pilluelo para penetrar, guerrero para combatir. Debe ser útil, sano, elegante, oportuno, valiente… No hay cetro mejor que un buen periódico».
Son principios generales que, cuando se trata de temas peliagudos a abordar, el Apóstol subraya con especial cuidado, como cuando dice: “A Patria téngamela a la capa, en cuanto a ideas, totalmente silenciosa en cuanto transpire a debate o réplica, sobre todo en lo referente a autonomistas, martillando muy recio en el pecado, pero sin decir jamás el nombre de los pecadores”.
Martí plantea que “la prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo”, y señala que un periódico debe ser “extraño a todo género de prejuicios, enamorado de todo mérito verdadero, afligido de toda tarea inútil, pagado de toda obra grandiosa. Donde todo sereno pensamiento y pensador e hidalgo tenga casa».
Eso, en términos generales en cuanto a los medios y su función, porque cuando se refiere a las personas que ejercen la noble profesión de periodista, es más que explícito al subrayar: «El desinterés del periodista es esencial. Aflige cobrar por lo que se piensa: y más si, cuando se piensa, se ama. Un periódico sin generosidad es un azote. Un periódico generoso es una columna». Luego añade: “Periodismo magno el de quienes en papeles condenados a desaparecer en horas o días escriben para años”.
Sobre este punto incidió también el intelectual Isidro Méndez, quien señaló que Martí, “reiteradamente, opone a la gloria literaria y periodística, la de servir a Cuba, a la que solo iguala la de lograr la perfección del hombre y la de acrecer el bienestar del mundo”.
Tres años, dos meses y cinco días después de aquel primigenio 14 de marzo de 1892 caía en combate el hombre dínamo que dio el impulso cenital a Patria, el que en su número 166 correspondiente al 17 de junio de 1895 publicó una nota de última hora con el siguiente texto: «Al entrar en prensa el presente número recibimos la cruel certidumbre de que ya no existe el Apóstol ejemplar, el maestro querido, el abnegado José Martí”.
Juan Marrero lo señala cuando escribe: “Patria, reverente y atribulada, dedicará todo su número próximo a glorificar al patriota, a enaltecer al inmortal”. Justamente, en el número que corresponde al 25 de junio, Patria fue dedicado a José Martí. Intelectuales de gran valía que se hallaban entonces en Nueva York escribieron sus impresiones y recuerdos sobre esa trascendental figura de la historia de Cuba y de América.
Llevado por las circunstancias, a Patria no le faltaron avatares y puede decirse que tras la partida física de Martí, el periódico entró en los estertores finales de una agonía que se prolongaría otros tres años, en los cuales desfilarían por su dirección el filósofo Enrique José Varona, el periodista santiaguero Eduardo Yero Buduén y Tomás Estrada Palma, el relevo de Martí al frente del PRC, quien asume finalmente la dirección general de Patria, aunque designa como editor al escritor cubano Nicolás Heredia.
Patria tendría su epitafio el 31 de diciembre de 1898 en cumplimiento de una circular del delegado del PRC, Tomás Estrada Palma, en que disolvía las estructuras de esa organización o afines que existían en otros países. Le llegó su fin cuando salía de imprenta su número 522. No debió extrañar tamaña decisión en quien pensaba más en la lengua de Shakespeare que en la de Cervantes y que luego disolvería al propio Partido sabiéndose candidato de los Estados Unidos para gobernar a Cuba. De momento Patria quedaba en el tintero para resurgir después, con pujanza total, en la prensa revolucionaria de Cuba.
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