El 27 de septiembre del 2022 será recordado por los habitantes de la más occidental de las provincias cubanas, no solo porque Ian fue el segundo evento de la actual temporada ciclónica en la cuenca del Caribe, sino porque atravesó ese territorio con categoría 3 y se inscribe como uno de los más devastadores de cuantos han azotado al occidente cubano.
Yinelys Bermúdez Souza, especialista del Centro Nacional de Pronósticos del Instituto de Meteorología, informó en la Mesa Redonda que Ian entró a Pinar del Río en la madrugada del 27 de septiembre pasado, como un huracán intenso y la pared del ojo penetró a las 3:30 a. m. por la Coloma, con vientos de 185 kilómetros por hora y alcanzó los 205 kilómetros por hora; azotó durante toda la madrugada Pinar del Río y Artemisa y salió alrededor de las 10 a. m. por la costa norte, exactamente por Puerto Esperanza, en Viñales.
A partir del día siguiente del paso del ciclón por el territorio pinareño —donde el ciento por ciento del servicio eléctrico resultó seriamente averiado, el cual dejó toda la provincia sin energía eléctrica—, comenzaron a llegar contingentes de todo el país para enfrentar de inmediato las labores de recuperación. La fuerza espirituana arribó en horas de la tarde y tras instalarse y dejar sus pertenencias en el albergue asignado, comenzaron a trabajar hasta bien avanzada la noche, reseñó a este reportero el ingeniero eléctrico Kemel Díaz Ramírez.
Días antes, había narrado al periódico Trabajadores: “En aquel primer impacto se me aguaban los ojos al ver tantas personas sin casas, recogiendo colchones, secando en el piso la ropa que habían podido salvar, los techos caídos, los campos arrasados, porque hasta la malanga estaba tumbada”.
El joven ingeniero eléctrico espirituano, de 34 años de edad, es uno de esos especialistas imprescindibles cuando se trata de enfrentar los desastres ocasionados a las redes eléctricas por un huracán, como este que ocurrió en Pinar del Río. Esta no es su única experiencia, también en otras latitudes y en la provincia de Sancti Spíritus, donde trabaja en la Unidad Empresarial de Base Inversiones de la Empresa Eléctrica espirituana, está la huella de su trabajo.
Algo parecido ocurre con el veterano Evelio Castillo Molina, quien lleva una vida dedicada íntegramente a la humana labor como liniero, en los últimos años trepado en el carro cesto a las alturas para mantener funcionando el alumbrado público en su natal Yaguajay y en otros lares. Actualmente se desempeña como jefe de brigada y con desenfado responde a la interrogante del reportero: “Si muero y vuelvo a nacer seguiré siendo liniero. Soy especialista en líneas calientes y vivo enamorado tanto de esta profesión como de mi esposa, que se quedó allá en Yaguajay al frente de la familia. ¿Experiencias similares anteriores?, ¡Ufff!, son muchas, pero ninguna se compara con esta, porque este huracán arrasó a Pinar del Río”.
La proeza de los linieros espirituanos en Pinar del Río
Yoanny Acosta Solenzal, director de la Empresa Eléctrica en la provincia de Sancti Spíritus, al frente de sus hombres en Pinar del Río, habla de la proeza que escriben cada día, junto a las fuerzas de las restantes provincias del país que se encuentran allí, para restablecer el servicio eléctrico a la totalidad de los usuarios: “Ochenta y cinco personas somos en total, la mayoría linieros. También hay un personal técnico de logística, pero contamos con once grupos de trabajo integrados mayoritariamente por linieros”.
¿Cómo se ha estructurado el trabajo allí?
Bueno, con este cambio de horario damos el de pie a las cinco de la mañana, para llegar temprano al terreno. Siempre damos un matutino con todos los trabajadores, donde informamos lo que se logró el día anterior, hablamos de la seguridad para que nadie se nos accidente, de todas las cosas que se deben estar cumpliendo en el terreno, y alrededor de las 6:00 a. m. marchamos para el trabajo, sobre las 7 a. m. comenzamos las labores. Permanecemos allí hasta que cae la tarde, a veces extendemos la jornada hasta las ocho o las nueve de la noche, en los casos en que tenemos que dar servicio, porque a veces se complican las cosas, aunque hemos tratado en los últimos días de no trabajar de noche, porque es muy peligroso.
¿Dónde han dejado la huella ustedes en esa hermana provincia?
Desde que arribamos a Pinar del Río estamos trabajando en el municipio cabecera. Ahí se nos asignaron primeramente seis circuitos de una subestación que se llama Pinar S. Al culminar esa tarea se nos asignó un séptimo circuito aquí mismo, pero que abarca un área rural de este propio municipio, y actualmente estamos trabajando en la zona de San Luis y San Juan y Martínez.
Hay un octavo circuito que se nos dio en los últimos días que pertenece a esos dos municipios y tiene clientes tanto en San Juan como en San Luis. Es un circuito que tiene 12 kilómetros de línea y 46 transformadores y nuestro Contingente está tratando de rehabilitarlo, porque está completamente sin servicio todavía. Aquí no se había trabajado y ya llevamos seis días en la rehabilitación de las redes eléctricas.
¿Han tenido que sembrar muchos postes nuevos?
El huracán fue bastante intenso aquí en Pinar del Río. Hasta el momento en la totalidad de los circuitos hemos cambiado 315 postes, todos partidos. Hay muchos postes que hemos tenido que enderezar, estaban inclinados o prácticamente en el suelo, pero la mayoría han sido dañados o partidos.
Hemos trabajado muy duro. Es el ciclón que más tiempo de trabajo nos ha dado, muchos linieros que están aquí lo refieren así. Llevamos 47 días sin descanso, hemos trabajado de lunes a domingo. Se nos da la oportunidad de que los domingos por la tarde los linieros repongan sus energías, pero ha sido un trabajo muy intenso, duro, porque las redes eléctricas quedaron muy devastadas en esta provincia.
Aparte de la superestructura y las casas, el huracán dañó mucho las redes eléctricas. Esto nos ha obligado a estar muchos días acá en Pinar del Río. Tratamos de culminar la tarea este domingo, pero todavía quedan muchas cosas por hacer. Se pretende terminar los trabajos este fin de semana, esa es la impresión de las personas de la Unión Eléctrica que están dirigiendo aquí, en las valoraciones que han hecho de conjunto con las autoridades del Partido y el Gobierno de la provincia.
Se está trabando muy duro en esta recta final, a pesar de que el personal, sobre todo los linieros, están sintiendo el agotamiento físico, porque han sido trabajos continuos, de envergadura, al sol, que se han extendido mucho más allá de las ocho horas, siempre cumpliendo con las normas eléctricas y de seguridad, pero ha sido un trabajo muy fuerte, muy fuerte.
¿Alguna anécdota de esa entrañable relación entre espirituanos y pinareños?
Las anécdotas han sido muchas aquí, a pesar de que existen pinareños que todavía no tienen corriente, pero cada vez que llegamos a un lugar y a pesar también de que el ciclón devastó todo lo que ellos tenían sembrado, los cultivos y demás, yo creo que los pinareños han sido muy solidarios con el Contingente y con las fuerzas del resto de las provincias. Llegamos al lugar y enseguida nos brindan café, prácticamente nos dan lo que no tienen en su vivienda, hay muchos lugares en que les han dado a los linieros incluso almuerzo. Lo que tienen lo brindan, hay mucha humanidad, y yo creo que nos hemos ganado el respeto y es justo destacar la solidaridad que han tenido con nosotros, la entrega de esas cosas que nos caracterizan a los cubanos de que cuando las personas están trabajando a favor de algún servicio, saben agradecer lo que se les está haciendo, independientemente de que muchas de estas familias llevan más de 40 días sin corriente.
No ha habido agresiones, todo lo contrario, han estado a nuestro lado y nos han apoyado en lo que hemos necesitado y han agradecido mucho cuando ven que nuevamente la electricidad regresa a sus hogares. Hemos recibido aplausos, felicitaciones, familias que han llorado cuando les hemos restablecido la corriente, agradecen el trabajo duro que se ha hecho, no solo de nosotros los espirituanos, sino de todos los eléctricos del país que estamos aquí.
Acá en la retaguardia, las familias de estos hombres curtidos por el trabajo a pleno sol en las duras faenas de más de 12 horas diarias para devolverle la electricidad que el huracán Ian les arruinó a los pinareños, permanecen enfrascadas en el trabajo en el hogar o en los centros de producción que el servicio eléctrico entrecortado en ciclos de tumba y sube el catao, les permite realizar. También ellas forman parte de esta historia que ha hermanado a los eléctricos de toda Cuba con los habitantes de la región más occidental de nuestra querida Patria.
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