Cada canción fue acompañada por las múltiples voces del público. Palmadas, ovaciones, frases de amor para el cantautor y su música despidieron la tarde dominical, justo en una de las márgenes del legendario río Yayabo.
Raúl Paz se volvió a encontrar en un espacio intimista con quienes siguen sus letras y melodías en esta tierra que supo seducirlo desde su primer encuentro.
“Sancti Spíritus es uno de mis lugares preferidos en Cuba —lanzó en el medio del concierto como dardo exacto a quienes no dejaron de tararear cada una de sus canciones—. Me encanta venir a tocar aquí. Me encantan este público y la Casa de la Guayabera. Me identifico con su público”.
No podía ser menos si lo acompañó la multitud en cada uno de los temas: Azul, Los hijos, Vuelve a mirar, Tú y yo, Laberinto… Fueron abrazos estrechos entre el artista y el auditorio, donde nuevas y experimentadas generaciones demostraron conocer prácticamente toda su carrera musical.
Y cuando parecía que el concierto llegaba a su fin, pocos quedaron en sus asientos y soltaron más que los pies al disfrutar de los emblemáticos temas Mulata, Carnaval y Chiquita.
Algarabía, euforia. Tanto así que le costó trabajo a Raúl Paz ponerle fin a las más de dos horas de concierto ante el pedido insistente de una y otra canción.
Además de compartir en vivo sus auténticas melodías y carisma sobre el escenario, el popular artista —hijo de la tierra pinareña de San Luis— dejó en formato digital su libro Escribir sin memoria para que quienes deseen lo puedan adquirir sin costo alguno en la propia Casa de la Guayabera.
“Puedes encontrar un cancionero moderno. A través de un QR te lleva a un sitio con las letras y acordes de las canciones e historias; no sé cómo surgieron muchas, pero historias al fin”.
Fue este sin dudas uno de los conciertos más aplaudidos y disfrutados de los últimos tiempos en Sancti Spíritus, una tierra que volvió a abrirle los brazos a Raúl Paz, quien en cada encuentro se siente mucho más parte de ella.
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