Más de 30 kilómetros separan la comunidad de El Caney de la ciudad cabecera espirituana. Es este sitio con gente sana y conversadora, donde los mangales se empinan y dan frutos suculentos y dulces; en tiempos de cosecha se adorna con decenas de cajas repletas de mangos que esperan por su traslado hasta la industria para su proceso.
Para Orelvis Ortiz Moreno, delegado de la Circunscripción No. 97 y también presidente del Consejo Popular de Pojabo, poco a poco sus sueños se hacen realidad, sobre todo porque, como parte de su gestión y con el apoyo del Gobierno y el Partido en el municipio, ya se aprecian las transformaciones en varias de las instalaciones sociales que contribuirán a elevar la calidad de vida de los cerca de 400 habitantes de esta zona.
El cambio resulta evidente, principalmente en la escuela, la misma que por muchos años estuvo con una parte de sus locales en desuso y ahora recibió una cuantiosa reparación capital, que incluyó desde la cubierta de placa hasta la sustitución de toda la carpintería, la creación de nuevos baños y otros beneficios que les permitirá a los docentes estrenar el plantel desde el inicio del curso escolar.
APARTADOS, NO IGNORADOS
El hecho de estar distantes de la vida citadina y de ser calificada como una comunidad en situación de vulnerabilidad social no impide que en El Caney la vida sonría, quizás esa sea la razón para que sus habitantes agradezcan tanto los cambios.
“Estuvimos mucho tiempo sin alumbrado público, al punto de que resultaba imposible transitar de noche por las calles, primero por la oscuridad y luego por el mal estado de los viales; claro que ya esa situación cambió, con la reparación del alumbrado y el arreglo de las vías internas, la gente se siente mucho más atendida”, aclara el delegado.
Más de 6 millones de pesos han sido destinados por el Gobierno en el municipio cabecera para respaldar el arreglo de casi 20 kilómetros de carretera entre Pojabo y El Caney, mientras se espera disponer de otros 5 millones para completar las labores en el vial que conduce hasta la playa Tayabacoa, tarea que ya comenzó con el desbroce de la maleza y la nivelación del terraplén, pero que debe continuar con el vertimiento de rocoso, la reparación de obras de fábricas y otras acciones.
La bodega muestra una imagen renovada, mientras que en el consultorio se trabaja para culminar la reparación y la casa del médico, y de esta forma dar respuesta a un viejo anhelo de los habitantes de El Caney, quienes hasta hoy debían esperar por que el galeno viniera dos veces por semana, en lugar de permanecer a tiempo completo en la comunidad.
El rescate del Círculo Social ha sido uno de los logros más significativos, pues luego de estar mucho tiempo utilizando solo el área de la cafetería, ahora los habitantes del lugar cuentan con un centro completamente reparado donde compran diversidad de alimentos y a precios asequibles, pero también disfrutan de actividades recreativas, organizadas por los diversos factores comunitarios.
Así lo corrobora Deisy Frenes, la responsable del Círculo Social: “Aquí no existía el techo del salón ni el de la plataforma, pero de conjunto con la dirección de Gastronomía y con el apoyo de los vecinos pudimos adquirir las planchas de zinc y le devolvimos al centro su utilidad”.
Y no se trata de que allí todo sea color de rosas, porque, según el presidente del Consejo Popular, hay que rescatar el trabajo comunitario integrado, ese que en un tiempo los identificó y que hoy debe volver a florecer para contribuir con el Gobierno y las demás organizaciones implicadas en el recate de esta localidad, pero, aun así, hay que reconocer que cuando transitas por el interior de este lugar sientes el agradecimiento de su gente por el cambio de imagen y el beneficio que caracteriza a varias de sus instalaciones, todo un movimiento que, como expresa su delegado, continuará.
Gran comunidad yo vivi por un tiempo Aya estudie en esa escuela