No es que La Yamagua se haya estirado como un chicle; es que durante décadas los moradores han preferido arrimar el portal al camino principal, dándole al caserío un alargamiento que, de seguir así, a la vuelta del tiempo pudiera tragarse 2 kilómetros y sembrar de verdad al batey en el traspatio de Taguasco.
A juzgar por la paz que transpira el asentamiento, allí cada quien remienda los pasajes de la vida rural a su manera; a media mañana los hombres dan poco la cara, salvo algún transeúnte de ocasión, o una pareja de carboneros que llegó en carretón para guardar en el rancho la cosecha del horno. “A esta hora los hombres están faja’os con el cañaveral”, aclara una vecina ante la curiosidad periodística.
María Acosta Núñez ha amoldado 30 años de su vida al asentamiento, con un celular en la mano camina a diario el caserío, y ni los 67 años le frenan su indiscutible carisma popular. “Hasta ahora he vivido tranquila, todos me quieren y aquí he criado a mis hijos. Defiendo este terruño y soy fidelista desde la cuna hasta la tumba, pero hace falta que la pensión mejore porque está apreta’o el dinero; muchacho, con este celular estoy al tanto de todo, de qué vino a la tienda, al circulo, no se me escapa nada”, narró.
De gente humilde y agradecida está poblada la comunidad, donde los tropiezos de la vida son casi idénticos a los de cualquier otra zona rural. Hasta hace poco la falta de agua fue un serio problema, y todavía más de una familia la carga al hombro; la transportación vive colgada del carro de Educación que traslada profesores, del coche o los riquimbilis, la recreación es un anhelo pendiente y los altos precios arrinconan a todos.
Si una singularidad tiene La Yamagua es la historia y más de un apunte da cuenta de que desde el siglo XIX se nombraba a esa región Los Pasitos, con la presencia de familias atraídas por el cultivo de la caña, describe Jorge (Jorgito) Suárez Martínez, el delegado de la circunscripción, jefe del departamento de Desarrollo Local en la Asamblea Municipal de Taguasco.
Se admite que Los Pasitos se subdividió, entonces surge La Yamagua, que toma el nombre de un tipo de árbol que existía en la zona; por cierto, citado por Martí en su Diario de campaña, porque los mambises utilizaban sus hojas trituradas para coagular la sangre y limpiar las heridas.
“Aquí estuvo acampado el 19 de septiembre de 1895 el Mayor General Serafín Sánchez Valdivia con su tropa —una tarja distingue el lugar—, antes del combate en Taguasco. A La Yamagua llegó el líder sindical Jesús Menéndez, como parte de aquel periplo de lucha por el diferencial azucarero”, relató Jorgito Suárez.
UN ANTES, UN DESPUÉS
La Yamagua se volvió refugio de mucha gente; tal como le pasó a Ernestina Bernal Wuita, una nativa de Guasimal que llegó a la zona en 1982; tiene 46 años dedicados a la Educación, hoy es una maestra reincorporada y secretaria del núcleo zonal del Partido.
“Cuando empecé aquí este era el lugar más conflictivo que tenía la provincia en cuanto al delito, pero se creó una Comisión de Prevención y, gracias al trabajo y apoyo de todos, hoy La Yamagua es muy diferente. Aquí puede haber un problema como en todas partes, pero se vive en paz, hay solidaridad y buenos vecinos.
“El poblado no siempre fue como está ahora; los maestros que fundamos la escuela, allá por el año 1980, nos juntábamos y veníamos a pie desde Taguasco, a puro sacrificio, bajo lluvia, atravesando pantanos, pero se daban las clases; luego me casé y me quedé para siempre”, contó Ernestina.
Al paso del tiempo la comunidad tomó estatura socioeconómica, aparecieron cambios para bien de los pobladores, se creó la Cooperativa de Producción Agropecuaria Jesús Menéndez y el cultivo de la caña devino en importante fuente de empleo.
Se admite que cerca del 70 por cierto de la población —con unos 750 habitantes— ha fluctuado y personas nativas quedan pocas, señaló Jorgito Suárez. “Si una característica tiene la migración aquí es que han venido de muchas regiones de Cuba, un fenómeno que ha sido beneficioso porque ha dotado a la zona de una fuerza laboral valiosa”.
La Yamagua superó desventajas, erradicó los techos de guano y colocó a alrededor del 60 por ciento de la vivienda en la categoría de buen estado, progresos que siempre habrá que asociarlos a la gestión de Giraldo García Sánchez, el histórico delegado del Poder Popular —ya fallecido— que tanto hizo por distinguir al asentamiento dentro del mapa socioeconómico de Taguasco. “La evolución del asentamiento, lo que se ha ido generando en el plano de la solidaridad y que aquí la gente se quiere, es algo hermoso, es parte de esa semilla que sembró Giraldo”, subrayó Jorgito Suárez.
LA REANIMACION NO TERMINA
Alrededor de la vivienda ha estado un frente principal de trabajo, por eso el actual delegado lleva las cuentas a punta de lápiz. “Predominan las viviendas de tipologías I y II, aunque no son pocas las de tipología I; otras se han beneficiado con el programa de los subsidios, 12 en total, y tenemos también 32 subsidios que se ejecutan por rehabilitación. Para mejorar el fondo habitacional y la vida de las personas, el Estado cubano ha puesto en La Yamagua un millón y medio de pesos”, precisó.
Como muchas comunidades rurales el batey vivió etapas de desatención y tiempos apretados; más, cabe decir también que el reciente programa de reanimación trajo consigo cambios y mejoras; por ejemplo, del levantamiento de 47 casas con pisos de tierra, han solucionado 35.
“Estuvimos un año y medio sin agua porque se había quemado la turbina, hoy es un planteamiento resuelto; la escuela se rehabilitó; nos quedan muchas insatisfacciones con la vivienda, hay limitaciones para la venta de materiales para el esfuerzo propio; el camino necesita atención y ya hay aprobado un financiamiento para trabajar desde aquí hasta La Rana”, explicó el delegado.
La Yamagua despertó en el 2022 con un programa de reanimación que abarcó prácticamente toda la infraestructura, díganse consultorio, círculo social, bodega, farmacia, el acueducto y, al compás de la celebración de tal acontecimiento, “los habitantes tuvieron a su alcance, por primera vez en la historia, todas las especialidades de la Salud Pública, un merecido servicio y esas son de las cosas que le debemos buscar una regularidad por la importancia que tienen”, subrayó el delegado.
Quienes conocieron La Yamagua antes y la ven ahora, podrán sacar sus conclusiones. Ernestina Bernal prefiere desempolvar otra anécdota que, sin desconocer las carencias y vicisitudes, retrata al batey en mayo del 2022: “Tengo una compañera de trabajo, Marta, que cuando llovía, tenía que salir corriendo de la escuela para su casa, que era de guano y se le mojaba; hoy mira el aguacero tranquila porque el Estado le ayudó a reanimar su casa”.
Sin dudas, la reanimacion de pequeñas comunidades en la provincia es una labor meritoria y dispone de gran agradecimiento popular, pero deseariamos un dia que el fatalismo geografico de Laminas de San Jose aqui en la cabecera provincial termine y un dia alguien defina si somos rural o urbano y nos valores para terminar con el empleo de recursos y el apoyo del colectivo que alli vivimos, las precarias condiciones de vida que van desde la vivienda, viales y situacion con el agua, carencia de tienda, mercado y escuela. Y felicitamos a los implicados en la reparacion del Consultorio Medico.