Desde el bus panorámico, el Valle de los Ingenios muestra sus encantos y la vista se extiende por la idílica llanura. Se trata de una nueva oferta que estrena Trinidad y debe convertirse, a todas luces, en una de las más demandadas por visitantes nacionales y extranjeros.
De la mano de la empresa Aldaba, la propuesta reúne todos los ingredientes para afianzarse como el producto estrella en una de las urbes cubanas que más seducen por la conjugación de atractivos arquitectónicos, culturales, paisajísticos y naturales, añejados todos con la hospitalidad de los trinitarios.
La nueva opción inserta al Valle de los Ingenios en los circuitos turísticos y ofrece la oportunidad de acceder a los sitios que conservan la añoranza por los tiempos del azúcar y la prosperidad con la que endulzó toda la comarca. Por ello, Yeni Cariaga, la especialista de Relaciones Públicas y Promoción Cultural de Aldaba, la considera una fórmula viable para conocer también aspectos históricos relacionados con la etapa colonial en Cuba y la esclavitud en particular, además de su valor comercial.
“El recorrido no deja de lado a la ciudad y a través de la explicación de un guía especializado profundiza en detalles de la arquitectura que fue marcando la expansión de la villa más allá de su Centro Histórico; así se complementa el binomio Trinidad-valle, una de las premisas para diseñar esta oferta de Aldaba en constante renovación y en saludo al aniversario 509”, añadió.
Desde la Loma del Puerto puede apreciarse el valle de Santa Rosa que conforma, junto al de San Luis y las vegas del Agabama, este paisaje cultural donde aún pueden apreciarse viviendas, barracones de esclavos y componentes de la industria azucarera de significativo valor; entre los mayores atractivos perduran algunas de las casas haciendas, las cuales conservan muchos de sus elementos originales gracias a la visión —en algunos casos— de sus últimos propietarios y las labores de restauración.
La primera parada es en San Isidro de los Destiladeros, exponente de la arquitectura y la ingeniería azucarera del siglo XIX, para luego seguir hasta Manaca Iznaga, donde se levanta su torre campanario como símbolo del esplendor económico de la zona durante el dominio español.
El recorrido, con almuerzo incluido, finaliza en la hacienda Guáimaro —mansión que perteneció al marqués del mismo nombre— y atesora leyendas inspiradas en su dueño, don José Mariano Borrell y Lemus, a quien se le atribuía un fuerte carácter y una despiadada severidad.
Firmados los contratos con las agencias de viaje, el bus panorámico —con capacidad para 70 plazas— ya realiza su itinerario por el Valle de los Ingenios, declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad en 1988. De esta manera, Aldaba apuesta por un producto concebido no solo para generar ingresos a esta empresa estatal, sino también contribuir a la promoción de un sitio, que, al decir de los estudiosos, constituye un monumento arqueológico a la industria azucarera cubana.
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