No lo imaginó diferente. Acostumbrada a custodiar desde pequeña las urnas pudo repasar en su mente paso a paso cómo sería este 25 de septiembre. Lo único distinto es que Érika Padrón Gómez, con 16 años cumplidos en abril, ahora no tiene que pararse al lado de aquellos cajones azules para saludar mientras otros votan, sino que ella misma tiene derecho a votar.
“Lo que más me llamó la atención del Código de las Familias es que se aprobara el matrimonio entre personas del mismo sexo y ese, como otros aspectos, demuestra que el Código está diseñado para que todos tengamos los mismos derechos, porque si puedes ser feliz siendo heterosexual, también puedes serlo siendo homosexual”, asegura la joven.
Y para rematar argumentos sostiene: “Es mi opinión, hay otros que tienen otro criterio y lo respeto, pero el Código protege a todos”.
Por esos y otros derechos Érika ha acudido hoy a votar y, acaso también, por su abuela que ya es anciana, por sus amigos que no viven en una familia funcional, por los que conoce y se aman en relación homosexual.
En Cabaiguán 2 078 jóvenes acuden por primera vez a las urnas este domingo en un ejercicio pleno de soberanía.
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