En calles, carreteras, por la mañana o la tarde, según el turno que le corresponda, puede verse a Inalvis Azahares Rodríguez sobre su moto Suzuki gris marcada con el número 544.
Su cabellera negra y lacia por debajo del casco protector y descansando sobre la espalda son características que la distinguen entre sus compañeros, junto a su tierno rostro y forma erguida encima del pedestal de su “cabalgadura”.
“Siempre me ha gustado la vida militar”, expresó con regocijo cuando la Agencia Cubana de Noticias (ACN) la sorprendió en plena labor en la ciudad de Sancti Spíritus; y acto seguido agregó:
“Al tener la oportunidad de integrar las filas del Ministerio de Interior, me hice agente de orden público, y luego pasé un curso de ciclista durante seis meses en la Escuela Nacional Básica de Adiestramiento y Conducción de la Policía Nacional Revolucionaria, en La Habana.
“Nunca me he caído de la moto, sentenció con una discreta sonrisa, a lo mejor porque no me confío mientras la conduzco y siempre estoy atenta al timón; al principio me costaba trabajo dominarla porque yo era muy delgadita; ahora tengo más libras y eso me ayuda a controlarla mejor”.
Para la joven de 28 años sus principales amores son sus dos hijos (uno de seis años y otro de dos y medio) y la vida militar por la cual, según ella, siente gran pasión, por eso “si volviera a nacer trataría de pertenecer a una institución armada”.
A esta elegante muchacha, enfundada en el uniforme azul intenso de la patrulla motorizada, suele vérsele también cuidando distintas caravanas y siempre haciendo gala de este oficio que durante décadas estuvo reservado solo para hombres.
“El sexo femenino no impide que una pueda ejercer cualquier labor; y eso se lo debemos, en gran medida, a la Federación de Mujeres Cubanas, organización que ha ayudado con creces a la emancipación de la mujer en nuestro país”.
Lo más difícil para ella es acudir a un accidente de tránsito, sobre todo cuando hay fallecidos y lesionados, lo que avala con sus palabras: “Tengo que sobreponerme a ese momento, porque mi primer instinto es salvar la vida de quienes están heridos; es algo a lo que nunca puedo renunciar”.
Sin autoritarismo vela por el cumplimiento de la Ley del Tránsito, puesto que “no debemos maltratar a la ciudadanía, pero sí corregir sus errores, por eso hay que llamarles la atención con delicadeza y profesionalidad, aunque siempre será mejor prevenir.»
“Lo más importante es respetar y convencer de la falta cometida por peatones o conductores de vehículos”, asegura al final del breve diálogo la joven, quien está dispuesta en todo momento a evitar accidentes de tránsito, los cuales, de acuerdo con ella, se deben en la mayoría de los casos a imprudencias en la vía pública.
Con lo guapa y atractiva, hasta me dejara poner una multa. Las mujeres son “de armas tomar”